Como la mayor economía de la Unión Europea, Alemania se enfrenta a una encrucijada económica y política en un momento de grandes retos nacionales e internacionales. En noviembre de 2024, la coalición de gobierno de tres partidos ideológicamente muy heterogéneos -socialdemócratas, verdes y liberales-, se fragmentó.
El principal punto de fricción era la política económica y la cuestión de cómo responder a la actual recesión de la economía alemana. Aquí había dos conceptos opuestos: aumentar la deuda pública a pesar del freno constitucional de la deuda para financiar las subvenciones estatales a la economía, como exigían los dos partidos de izquierdas, y por el otro, reducir la burocracia, ahorrar en el extenso Estado del bienestar y recortar impuestos, a favor de lo cual estábamos los liberales.
La coalición terminó con la destitución del Ministro liberal de Hacienda, Christian Lindner, por parte del Canciller socialdemócrata Olaf Scholz. Desde entonces, la coalición rojiverde gobierna sin mayoría propia en el Bundestag. En diciembre, el Parlamento retiró su confianza a Scholz, haciendo necesarias nuevas elecciones.
Los temas económicos también dominan la campaña electoral de cara a la cita con las urnas el próximo 23 de febrero de 2025. Para liberar a empresas y ciudadanos de la excesiva burocracia y devolver al país a la senda del crecimiento, los liberales han señalado el ejemplo de Argentina: menos burocracia, menos gobierno y más iniciativa privada serían también necesarios en Alemania para renovar su papel de ancla de estabilidad de la economía europea y de la Unión Monetaria.
Otra cuestión que domina la campaña electoral, como en toda Europa, es el auge de la extrema derecha, en Alemania con el partido «Alternativa para Alemania». Aunque tiene un 20% de intención de voto en las encuestas, se ha aislado políticamente por su radicalismo de derecha, su xenofobia y su lealtad a Putin, lo que significa que ninguno de los demás partidos formará coalición con él. Esto dificultará probablemente la conformación del gobierno y puede prolongar la crisis.
En vista de la enorme amenaza para la paz internacional que representa la ocupación y los bombardeos continuos a Ucrania por parte de Rusia; las sistemáticas violaciones al derecho internacional, y la presión ejercida sobre Alemania y Europa por el nuevo presidente estadounidense Donald Trump, Alemania tendrá que aumentar significativamente el presupuesto en defensa.
Al mismo tiempo, el envejecimiento de la población está disparando los costos de las pensiones y la sanidad, y hay una necesidad de una inversión considerable para modernizar el país (transporte, educación, energía, digitalización). Los liberales queremos responder a esta mayor necesidad de inversión con una disciplina fiscal que recorte el gasto público innecesario, en lugar de alimentar la inflación con más deuda.
En la actualidad, Alemania no está preparada para afrontar estos múltiples retos. Sin embargo, un nuevo gobierno con una fuerte improntaliberal podría aportar soluciones: una política que esté preparada para reformas sostenibles, que confíe en las empresas y los ciudadanos y les brinde libertad financiera y de organización.
Una política que se centre en las tareas originales del Estado y las gestione con eficiencia y eficacia, y que abogue por una Alemania abierta al mundo, con relaciones comerciales más intensas con sus socios, y una legislación moderna en materia de inmigración. Esta es la clave para el futuro y estabilidad del país y de Europa.
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