Nicolás Garat (39) es vecino de Morón y trabaja con la reina de las artes: la magia. «Hay disciplinas que se pueden combinar: baile con música, pintar con música o pintar mientras bailas. La magia se combina con todas las disciplinas. Todo lo que hacés, lo puedes hacer con magia. Desde incorporarlo al arte hasta un bartender que hace desaparecer una botella» explicó el mago.
Su vida mágica empezó a los 8 años, cuando recibió un regalo especial de sus papás: un kit de magia. A los 10, el tío de un amigo le enseñó su primer truco con cartas y no paró de hacerlo frente a niños y adultos. Años después, el vecino de Morón recorrió bares y diferentes lugares llevando la sorpresa de la magia. Hoy, deslumbra a sus más de 130 mil de seguidores en las redes sociales con sus trucos.
Los shows están estudiados según el público. Nicolás explica que se presentó frente a más de 3 mil personas y también estuvo en la televisión y en la radio. Una vez hasta deslumbró con su magia en un boliche. «Vos vas a un lugar y te dicen ‘¡hace magia!’. Al ver la disposición de la gente, la situación, las luces, el clima… vos sabes qué juego de magia podés hacer”.
Nicolás Garat recibió a los 8 años el kit de magia que marcó su vida.
Su reacción más complicada fue un espectador que le dijo: «No sabés todas las ganas que tengo de que te salga mal. No lo dijo para humillarme, a veces quieren descubrir cómo funciona. Lo que me reí en su momento» recordó Nicolás.
A veces es un detalle lo que hace que la magia no salga como Garat espera. Eso puede llevar a deslumbrar al instante o tener que resolver una situación en vivo y directo frente al público. Sin embargo, el mago es el único que puede notarlo porque siempre se prepara para cada show considerando todo lo pueda salir mal y cómo solucionarlo.
Nicolás explica que la reacción del público varía mucho porque a través de la magia se puede transmitir misterio, asombro, sorpresa. «La gente ante la imposibilidad se ríe» señaló. Los lugares que disfruta llevar su magia son los cumpleaños de 40 o 50 años porque le gusta compartir con gente que se quiere y se conoce.
Disfruta de su trabajo porque destaca que «la magia y la alegría están conectadas». En su caso, creció como mago y lo convirtió en un trabajo a tiempo completo cuando se dio cuenta que era su gran pasión.
La profesión nunca fue un lugar solitario para Nicolás. Sus grandes inspiraciones son sus amigos magos con quienes compartió consejos y escenarios. «Compartí escenario con mucha gente, hice shows con amigos, ciclos de eventos con otras personas e incluso con personas que hacen stand up» recordó.
En la pandemia estaba muy aburrido y. empezó a dar clases de magia por Zoom. El problema es que las clases particulares le quitaban tiempo humano. Sus amigos le insistían porque apostara a grabar los cursos. Así, empezó a impulsar su presencia en redes sociales.
El gran desafío de enseñar en plataformas digitales es lograr que todos entiendan: desde una persona que nunca agarró un mazo de cartas hasta un profesional que sigue estudiando magia. La clave para Nicolás es mantener los canales de conversación abiertos con sus alumnos y explicar las cosas mostrando o dando ejemplos: es buscarle la vuelta a enseñar a través de la pantalla.
Sus objetivos para el futuro siguen siendo mantenerse firme en el ámbito. Continuar con sus shows, cursos, temporadas en la Costa, ver las posibilidades y sumar clases. «Son más de 25 años haciendo magia, rodeado de magos muy buenos que siempre me acompañaron. Apuntó a que esto siga así o mucho mejor. El futuro lo estoy viviendo ahora. Hace 10 años atrás, no me hubiera imaginado vivir hoy con los cursos y los shows».
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Tiziana López Pasquaré
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