Cristina Kirchner ya había aceptado concederle al Gobierno los votos que necesitaba en el Congreso para que no hubiera PASO este año.
No era un regalo desinteresado. A la Casa Rosada no le sirven las PASO porque todas las listas de La Libertad Avanza en el país se presentarán atendiendo los mandatos del Gobierno: la posibilidad de someter a discusión esos nombres no le interesa a nadie en el Poder Ejecutivo.
Cristina piensa algo parecido. Como consiguió quedarse con el control pleno del Partido Justicialista, las listas de diputados y senadores nacionales, y también las de algunas provincias, quedarán bajo su revisión última. ¿Para qué abrir esa decisión que hoy está cerrada a la discusión en unas PASO?
A Milei y a Cristina los unía además la intención de perjudicar al PRO y al radicalismo, dos partidos a los que las PASO le sirven para ordenar de manera económica y definitiva las disputas en algunos territorios.
Pero ese escenario primitivo se modificó para Cristina cuando creció su diferencia con Axel Kicillof.
Se sabe que el gobernador bonaerense, con apoyo de buena parte de los intendentes peronistas, quiere adelantar las elecciones provinciales para protegerse de la buena imagen que tiene el presidente Javier Milei en el distrito. Se sabe también que Cristina quiere que las elecciones bonaerenses se hagan el mismo día que las de cargos nacionales porque es la única manera de asegurarse el apoyo de los intendentes y los aparatos locales a las candidaturas de diputados, que son las que más le interesan a la ex presidenta, sobre todo porque es el tramo de la elección que va a armar con su lapicera.
Para poder separar la elección provincial, Kicillof necesita que no haya PASO nacionales, porque hoy la ley bonaerense obliga a que las PASO bonaerenses se hagan el mismo día que las nacionales. Si no hay PASO nacionales, el Gobernador puede elegir otra fecha.
Por eso mismo es que Cristina cambió su percepción original y mandó a sus diputados a que trabaran el dictamen para suspender las PASO en el plenario de comisiones que se hizo ayer.
Su problema fue que la disciplina del bloque no fue tan férrea como la que necesitaba: hubo dos diputados de Catamarca y otros dos de Santiago del Estero que escucharon el pedido del Gobierno y ayudaron a sacar el dictamen.
Esa conducta era esperable en el caso de los catamarqueños, porque el gobernador Raúl Jalil hace tiempo que juega con Javier Milei, pero no tanto en el de los santiagueños, porque Gerardo Zamora no está alineado de la misma manera con su colega.
En estos dos casos -que si se reproducen en el Senado podrían convertirse en la llave de oro para la ley- la carambola se mueve también por otros intereses. La ausencia de PASO les sirven a Jalil y a Zamora para sus armados provinciales y los votos de sus diputados también son útiles para darle una mano a Kicillof, un gesto que alguna vez, potencialmente, puede ser retribuido. Aún sin conocer el resultado final de la disputa, el episodio le servirá al gobernador bonaerense para confirmar que su adversaria en la interna sigue teniendo el apellido más poderoso en el peronismo pero su dedo perdió efectividad.
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Ignacio Miri
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