“Aunque no creas en las constelaciones familiares y no entiendas qué es la filosofía de Bert Hellinger, se sabe que a nivel genético y ADN todo lo que han vivido nuestros padres -para no irnos tan atrás- está en nosotros”, dice a Clarín Gabriela Arias Uriburu. Esta disciplina cumplió un rol relevante en el trabajo espiritual que profundizó cuando su exesposo se llevó a los tres hijos de la pareja a vivir a Jordania.
“Bert Hellinger [creador de las constelaciones familiares] dice que la familia es un campo espiritual que contiene toda la historia de todos los que han venido antes que nosotros. Eso lo podés llevar como una carga, o una bendición, depende de cómo vos te conectes con la vida”, dice a Clarín la autora del reciente El poder de las nuevas constelaciones familiares. Un camino de autoconocimiento (Kier), donde combina teoría, práctica y experiencia propia para desgranar las dinámicas familiares que se transmiten de generación en generación.
“En la herida o trauma que hayas vivido está toda la potencialidad y la fuerza de superación”, asegura Gabriela. “En mi caso, la historia de los niños que salieron de los campos de concentración me ayudó a superarme; yo me conecté con eso para decir ‘si ellos pudieron’ y dejaron una huella de superación y resiliencia en la humanidad… Viktor Frankl, Gabor Maté, niños que les mataron a toda su familia en el campo de concentración, ¿cómo la fuerza del horror llevó a que saliera este haz de luz para trabajar el trauma?”
“Bert Hellinger dice que la familia es un campo espiritual que contiene toda la historia de todos los que han venido antes que nosotros», dice Gabriela. Foto: Martín Bonetto.
Caminos de dolor y reencuentro
El 10 de diciembre de 1997 Imad Shaban, su expareja, se llevó a los tres hijos de ambos a vivir a Jordania. En ese momento, Gabriela inició una lucha legal internacional que recorrió el mundo; creó una fundación para abordar la restitución familiar priorizando al niño, y desde 2010 mantiene un vínculo fluido con sus hijos y su familia.
Luego de años de tragedia e indescriptible dolor por no poder ver a sus hijos, ella y su familia comenzaron a transitar caminos de reencuentro, permitiendo que Karim, Zahira y Sharif vuelvan a conectarse con su mamá.
Exactamente 26 años después, el 10 de diciembre de 2023, nació Jena, su primera nieta, hija de Zahira. Gabriela estuvo en Dubái con ella, acompañándola de cerca, ya que la pequeña nació a las casi 33 semanas de embarazo y estuvo un tiempo internada en neo.
El 10 de diciembre de 2023, nació Jena, su primera nieta, hija de Zahira. Gabriela estuvo en Dubái acompañándola. Foto: Instagram @ariasuriburu.
Las constelaciones familiares jugaron un papel clave para desmenuzar su propia historia. Para Gabriela, entender los patrones familiares y cómo estos se repiten a lo largo de generaciones fue fundamental para sí misma y su familia, lo que la llevó a ayudar a otros a trabajar sus vínculos.
Las dos abuelas -materna y paterna- de Jena, juntas. Foto: Instagram @ariasuriburu.
– Decís que ‘la mayor fuerza radica en aceptar la vida tal como es’. Teniendo en cuenta la profundidad de tu historia personal, ¿cómo llegaste a integrar esta idea en tu vida y qué significa para vos?
– Para mí la aceptación es el camino espiritual con la vida, porque la vida es más sabia que vos. Es mucho trabajo, pero nos lleva a un lugar de humildad y simpleza.
Yo fui atravesada por tantos hechos -colectivos y mundiales-, culturas, paradigmas y creencias, que para mí fue toda una tarea… Porque -así como me ves- soy una persona que internamente se resiste, y me peleo mucho. Voy aprendiendo, pero todavía me cuesta aceptar determinadas cosas que la vida me pone ahí y me dice ‘acá todavía hay algo que resolver o aceptar’. Esto lo ves en una constelación.
En mi caso, aceptar que he cargado sola mucho dolor durante mucho tiempo. Todas las circunstancias que nos trae la vida es para ir a “otro nivel”, pero es complejo para nuestra estructura psíquica. Era tiempo de sanar profundamente ese dolor para entrar en otra instancia de mi vida.
Gabriela da talleres y seminarios para compartir las herramientas que la ayudaron a transitar tantos momentos difíciles. Foto: Instagram @ariasuriburu.
– ¿Qué le dirías a alguien que siente que no puede reconciliarse con esta historia con su propia historia familiar?
– Que está sucediendo lo que tiene que suceder. Que es un proceso muy incómodo, pero necesario, y puede que el sistema familiar necesite más tiempo. Entonces la frase sanadora es “todavía necesito tiempo para esto”: al decir esto, a nivel sistémico, se calma el hijo, la ex pareja…
Y como la lenteja, que tiene que remojarse, todo el sistema entra en ese proceso de remojo hasta que exista la fuerza disponible para entrar en esa reparación; y esto hay que respetarlo mucho. Por eso hay gente que siente la fuerza para ir a constelar, y hay otra que no, pero va a haber algo que lo va a invitar inconscientemente a que lo haga.
Uno tiene que respetar profundamente el proceso del otro, honrar su destino, su implicancia, su fidelidad… Porque quizás hay una fidelidad muy grande al padre, madre, abuelo o abuela que le dice “yo voy a seguir en esa fidelidad o en esa implicancia”.
Esto también es válido para cuando vos tenés hijos adultos: poder respetar su destino y lo que está viviendo. Es muy importante, pero cuesta muchísimo. Al respetar los procesos de las personas (su no disponibilidad), el otro enseguida siente que estás respetando eso, y no estás entrando con el cuchillo (“¿Por qué no lo hacés? ¿Por qué no te despertás? ¿No te das cuenta lo que está pasando?”). La falta de respeto implica una violencia.
«Cuando tenés hijos adultos, poder respetar su destino y lo que está viviendo es muy importante», dice Gabriela. Foto: Martín Bonetto.
– Mencionaste la relación con los hijos adultos…
– Esto yo lo aprendí en uno de los seminarios de formación con Brigitte [Champetier de Ribes, directora del Instituto de Constelaciones Familiares de Madrid]: le dije “yo sigo constelando mi historia familiar hace tantos años, que me doy cuenta que tengo que aceptarla así, porque mis hijos no vienen a la Argentina y soy yo la que viajo”. Yo estaba todo el tiempo constelando eso.
Y entonces ella me dijo: “El día que vos puedas respetar la implicancia de cada uno de ellos, va a empezar otra historia para vos como mamá. No hay nada más hermoso para un hijo que un padre o una madre respeten el destino del hijo (cuando ya es grande)”.
Para mí fue un antes y un después.
Y ahí tuve que entregar mi deseo como mamá, y hacer todo un trabajo de mi maternidad en la historia para poder abrirme como madre de adultos y aceptar sus destinos; a qué están mirando, sus implicancias, sus fidelidades -que son muchas-; y hablar con la vida y decirle “son tus hijos, yo estoy acá disponible para lo que ellos necesiten”. Porque Bert dice que cuando los hijos son grandes, son los hijos los que van a los padres, no los padres a los hijos (como cuando éstos son chiquitos). Es un aprendizaje.
El subtítulo del libro, “Un viaje de autoconocimiento”, es porque para mí las constelaciones nos van llevando a las comprensiones principales de estar parado en tu presente, en tu adulto; porque si yo sigo cargando la culpa, la implicancia de lo que pasó, no me puedo abrir a más vida y abundancia, sino que estoy completamente detenido en el pasado, y esto sí es mucho sufrimiento.
“No pudo ser de otra manera”
En el proceso de reconciliación con la historia familiar, el perdón suele ser un tema central, pero muchas veces se deja de lado la culpa. Más allá de perdonar a los ancestros o a quienes nos precedieron, también es necesario enfrentar las propias culpas, esas que surgen al reconocer errores en la crianza de los hijos o en decisiones que impactaron a otros. Gabriela explica que, desde la perspectiva de las constelaciones, no hubo equivocación, sino que todo lo que vivimos trata de historias anteriores, y es lo que tenía que pasar.
En el proceso de reconciliación con la historia familiar, el perdón suele ser un tema central. Foto: Martín Bonetto.
“En esa manifestación está toda la posibilidad de reparación y de sanación; primero para esos adultos y, en resonancia, para los hijos, nietos y todos los descendientes que vengan”. Y ejemplifica: “Cuando un hombre y una mujer atravesaron un divorcio, o ese hombre desaparece, que vos puedas decir ‘lo siento, hijo, pero fue así. No pudo ser de otra manera. Lo siento que yo no haya estado ahí disponible para vos, pero fue así’. Entonces, ahí vuelve la aceptación: saber que la historia fue así y que pudimos hacer lo que se pudo”.
Y rememora: “Esto yo también lo tuve con mis hijos: cuando finalmente pudimos llegar al divorcio -que nos llevó muchos años y que los chicos estaban muy lastimados por toda la guerra judicial entre Oriente y Occidente-, y les dije que finalmente firmamos un acuerdo (porque fui yo la que llegué a decirle a los chicos), les dije ‘lo siento por todo lo que tuvieron que atravesar, pero fue así’. Entonces, cuando vos esto lo ponés arriba de la mesa, empieza a ver como una respiración distinta, como que algo del trauma se afloja”.
“‘No pudo ser de otra manera’. Esto también hay que hacerlo a nivel físico: decirle a mi corazón, a mi útero de mamá, a toda mi fisiología que estaba lista para abrazar a sus hijos ‘fue así’, esta es la maternidad que pude, o que la historia pidió”.
Sobre la firma
Sabrina Díaz Virzi
Editora de las secciones Familias, Relaciones y Astrología. [email protected]
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