«No hizo falta decirle a Miguel que estaba bien, él me vio en los entrenamientos. Me sentí bien, cómodo y creía que podía aportar algo esa cantidad de minutos”. La seguridad con la que Leandro Paredes describió el cómo se gestó la decisión de saltar a la cancha -con apenas un puñado de prácticas con sus compañeros- lo describe como el líder que se le viene a este Boca que necesita un click casi inmediato.
Esa simpleza, a tono con el modo de trabajo de Miguel Ángel Russo, fue parte del discurso post 1-1 con Unión que dejó preocupación por el resultado y por el rendimiento del equipo, pero que despertó esperanza a partir de los minutos en los que el campeón del mundo estuvo en cancha.
“Tenemos que mejorar, queremos mejorar y creo que lo vamos a hacer”, fue el cierre de la misma frase, un remate que resume el optimismo basado en su propia seguridad, ya inmerso en un Mundo Boca que lo tiene como pieza fundamental de lo que se construya de acá en más.
Se viene una final
Claro que -si bien la paciencia discursiva aún se mantiene- lo que se le viene encima al equipo es una nueva final, un partido sin mañana. En el que, desde ahora y hasta que esté definido el 11, la especulación principal pasará por la presencia o no de Paredes entre los titulares. Por lo visto en la noche de su estreno, un detalle no menor para las expectativas de un equipo que no pasa por su mejor momento anímico, al margen de lo futbolístico.
Ya se sabe: la Copa Argentina es un puente para llegar por fin a la Libertadores, tras dos años de mirarla desde afuera. Y si bien falta mucho y hay tres caminos posibles, el momento que vive Boca no parece el más propicio para despedirse de uno de ellos.
Por eso, las formas y las maneras y los tiempos de Russo podrían trastocar planes y avanzar en un equipo “de partidos grandes” en el que LP sea titular. Será, indudablemente, una decisión que sí tomarán en conjunto y que puede empezar a marcar el camino de la influencia del nuevo líder futbolístico del plantel.
La problemática de un comienzo dudoso
La obligación de seguir camino en ese torneo responde, además, a que el plan más sustentable para meterse en la máxima competencia continental en 2026 se empezó a torcer en estas dos primeras fechas del Torneo Clausura. Boca arrancó la segunda parte del año en la segunda posición de la tabla anual, compartipendola con Argentinos y a dos puntos de Rosario Central. Hoy ya está relegado, tras perder cuatro puntos de seis. Es decir, en el momento de sumar sin tener la soga al cuello, por ahora el Xeneize viene haciendo agua tal como le pasó ultimamente en los partidos de vida o muerte.
El desafío de Paredes
Ese escenario, claramente, le da una responsabilidad extra a Paredes, quien supo con toda certeza en qué desafíos se involucraba cuando tomó la decisión de pegar la vuelta. Apoyado también en sus viejos conocidos, no sería raro que en los próximos compromisos y con una mejora en lo físico se vuelvan a meter en el equipo Edinson Cavani y Ander Herrera: jugadores que por rendimiento y continuidad parecen más cerca de cerrar su ciclo en el club pero que -a partir de la renovada ilusión de contar con un líder en verdadera plenitud- pueden transformarse en piezas complementarias para un engranaje que no los sobrecargue de responsabilidades.
Todos, los futbolísticos, los numéricos y los que tienen que ver con el liderazgo, temas que se empezarán a abordar a partir de el día uno post debut. El día en el que Boca y sus problemas ahora tienen a un jugador de elite para ayudar a sus compañeros y a Russo a salir de su laberinto.
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