La voz de Ricardo Kirschbaum
No había lugar para dudas pero aun así se especuló sobre el resultado de un laudo político de Javier Milei. No hubo tal cosa. Pasó lo que debía pasar en la mecánica íntima del manejo de este gobierno. La pulseada la ganó Karina y nadie debería estar sorprendido porque la secretaria general de la Presidencia y jefa política de Milei, según su propia confesión, impuso su criterio. El de ella y el del team Menem. La novedad, en este caso, es que Santiago Caputo, el cuentapropista que opera como el principal estratega político del mundo libertario y comandante en jefe de los trolls libertarios, ha sido el derrotado en el debate interno.
Lo que estaba en juego era el grado de flexibilidad que se utilizaría para negociar las candidaturas de la Libertad Avanza con fuerzas políticas afines, advenedizos de cualquier pelaje y color o tránsfugas de facciones antes enemigas, como el kirchnerismo, que se anotaran en el espacio libertario.
Karina mostró su firmeza de mando y, además, su intransigencia a compartir su condición de jefa partidaria, a la que llegó sin transición desde la nada misma, que fue construyendo con el respaldo irrestricto -y muchas veces subordinado- del Presidente.
El criterio para crear el músculo político de la LLA fue la imposición de un liderazgo y la constatación práctica del ocaso de otros liderazgos -Cristina Kirchner o Mauricio Macri-, además de la fragmentación de la representación partidaria. Los que llegaron por convicción, oportunismo o necesidad, solo debían acatar las decisiones de Karina y sus operadores, Lule y Martín Menem, los hijos del ex senador Eduardo, un consejero sagaz que pudo nadar en las aguas peligrosas de los tiburones de la década del ´90. Está comprobado que las condiciones y habilidades políticas no se heredan -Máximo Kirchner sería uno de los ejemplos más notorios- pero es cierto que en la orfandad en que se encontraba la administración libertaria en sus comienzos, los Menem calzaron como un guante en las necesidades políticas de Karina. La hermana del Presidente, también, tiene asesoras con experiencia y conocimiento de la entretela política.
Ilustración: Agustín Sciammarella.
Las revelaciones de la relación de Martín Menen con una empresa de seguridad, que ganó una millonaria licitación en el Banco Nación, tuvieron como contexto insoslayable la sorda puja interna en el minúsculo centro de poder gubernamental.
El objetivo de la dureza de Karina y sus extensiones para negociar es conseguir la cantidad de legisladores necesarios -la cifra mágica es 87- para bloquear cualquier recurso extremo institucional, desde el juicio político al Presidente hasta el rechazo de los vetos del Poder Ejecutivo a las leyes que imponga la mayoría parlamentaria.
Esta estrategia defensiva, sin embargo, tiene el problema que está inoculado en cualquier secta política: la intransigencia se convierte en un búmeran que expulsa aliados y alinea enemigos.
Eso es precisamente lo que subrayaba Santiago Caputo en sus discusiones. Si las tareas por delante son de enorme complejidad, como las reformas previsional y laboral, la necesidad de contar con un arco político más amplio que los estrictos límites de la LLA es capital. Una reforma aprobada por el Congreso tendría mayor jerarquía y contundencia que un decreto de necesidad y urgencia.
En síntesis, habría reflexionado Caputo, aun cuando los resultados de las elecciones en octubre favorezcan al oficialismo, si hay una política restrictiva, como la que impulsa Karina, habrá una mayoría parlamentaria con la que habrá que negociar en un momento distinto porque la carrera presidencial para el 2027 se habrá lanzado.
La derrota del gobierno en el Senado, un revés que costará revertir en muchos sentidos y alcances, fue simplificado por el gobierno culpando a Victoria Villarruel. La Vicepresidenta es hoy, para los libertarios de paladar negro, el sinónimo de la traición. Se ha asimilado forzadamente su conducta con el asesinato de Julio César, en el senado del Imperio Romano, escenografía y señalética que tiene una atracción fatal para los libertarios. La transcripción y repetición de las palabras de César a su amigo Bruto, que lo apuñalaba junto a otros, fatigaron los programas de televisión oficialistas para dominar la narrativa de la traición de Villarruel. Y no faltaron las brutales alusiones a la necesidad de que ésta renuncie a su cargo. En cada una de estas escenificaciones, así como en las intervenciones de Patricia Bullrich y de Guillermo Francos, no hubo nada de improvisado. Lo único que quedó a su aire fue la dosis de sobreactuación que se podía agregar.
La relación del Presidente con su vice está terminada. Pero está terminada de ambos lados. Porque Villarruel parece dispuesta a crear a la derecha de Milei una formación más nacionalista y proteccionista, para atraer al mundo militar y de las fuerzas de seguridad y, también, tentar a grupos peronistas que vuelven a respirar luego de comprobar que la lápida kirchnerista ya no pesa lo de antes.
Un baqueano del gobierno está convencido que todavía el superávit fiscal prevalece por encima de cualquier otra variable pero esa creencia está en discusión cada vez más airada. Es precisamente lo que expresó Villarruel respaldando la sanción del Senado del aumento a los jubilados, tratando de subirse en esa tendencia que se insinúa cada vez más en las encuestas. La moratoria previsional, que también fue aprobada, tiene menos perspectivas de supervivir.
La integración de las listas de candidatos demostró otra verdad de Perogrullo: el PRO está en serias dificultades. Si es cierta la versión de que Mauricio Macri habría alentado una mimetización de su partido con la LLA, las posibilidades de desprendimientos porteños son cada día más altas, como ya ha ocurrido en la provincia de Buenos Aires con importantes intendentes del antiguo macrismo. Ricardo López Murphy ha vuelto a gestionar su candidatura a senador porteño, Diego Guelar promete ir por las suyas provocando al oficialismo y al peronismo, que llevará a Mariano Recalde como candidato, y habrá que ver que deciden finalmente Jorge Macri, María Eugenia Vidal y, sobre todo, Daniel Angelici, quien tendría cada vez más influencia en el gobierno local.
El lanzamiento de Bullrich a la senaduría porteña -tendría una intención de votos del 45%, afirman- es vista de dos maneras: una -la más inocente- la búsqueda de la jefatura de Gobierno porteña, y dos, la salida del gobierno de una potencial competidora a la reelección de Milei. La ministra quisiera seguir haciendo lo que hace o, al menos, tener injerencia en el Ministerio que dejaría para competir en la Ciudad. Ambas cuestiones han sido objetadas por Karina.
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Ricardo Kirschbaum
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