Una elección desangelada, que cruzará a protagonistas con poco conocimiento en la sociedad y que nació sin posibilidades de generar interés entre los votantes terminó poniendo al filo de la ruptura al peronismo y generó graves tensiones en el acuerdo entre La Libertad Avanza y el PRO, las dos coaliciones principales que hoy se disputan la prevalencia en la Provincia de Buenos Aires.
El peronismo, que tiene que defender su posición en la Legislatura provincial para tratar los proyectos que envíe Axel Kicillof, pasó varias horas en vilo cuando el gobernador consideró que Máximo Kirchner no estaba respetando los principios del débil acuerdo que los unió junto a Sergio Massa en el frente Fuerza Patria que implicaba que ninguna de las tres facciones en que hoy está dividido el peronismo bonaerense tendría la capacidad de vetar los candidatos que proponía cada uno.
A la medianoche, cuando venció el plazo para presentar las listas de candidatos bonaerenses y municipales, el peronismo estaba virtualmente fracturado y sus dirigentes pidieron una prórroga de dos horas a la Junta Electoral. En plena madrugada del domingo intentaban reflotar un acuerdo que les permitiera competir y salvarse de un papelón histórico.
En el acuerdo que armó La Libertad Avanza con el PRO, por su parte, hasta última hora de la tarde del sábado siguió viva la tensión que había dejado fuera del acuerdo a varios intendentes macristas del interior provincial que terminaron saltando a la tercera opción electoral Somos Buenos Aires, una coalición que incluye al radicalismo, a peronistas disconformes con el kirchnerismo y a independientes.
Con esas fugas, Somos Buenos Aires terminó armando listas que pueden hacer buenos papeles en las secciones electorales del interior bonaerense, donde hoy se impondría La Libertad Avanza.
Esas ofertas, junto a otras con menores posibilidades de conseguir representantes legislativos, se enfrentarán el 7 de septiembre, cuando se pondrán en disputa 69 bancas –46 en Diputados y 23 en el Senado- en las ocho secciones electorales en las que está dividida la Provincia. Será la primera vez en varias décadas que esta elección irá desdoblada de los comicios nacionales, que en el caso de la Buenos Aires sólo designarán diputados para el Congreso y ocurrirán el 26 de octubre.
Las bancas de la Legislatura bonaerense, un cuerpo que ya hace muchos años se cubrió de opacidad y que últimamente volvió a la tapa de los diarios cuando se reveló el escándalo del desvío hacia una red de punteros de varios partidos de sueldos de empleados nombrados en el cuerpo, no serán lo único que votarán los votantes provinciales en septiembre. También se renovarán los concejos deliberantes de los 135 municipios.
Además del desdoblamiento de la fecha nacional que impulsó Kicillof, la elección tendrá otras singularidades.
Una es que el resultado puede dar lugar a interpretaciones diversas sobre el triunfador. Como no habrá una misma boleta que unifique a toda la provincia habrá ocho elecciones distintas: una por cada sección electoral.
Otra es que todo indica que el nivel de participación de los votantes será históricamente bajo.
Además, en los últimos días se conoció que en las tres coaliciones principales habrá candidatos que hoy ocupan otros cargos con mandatos que finalizan en 2027. La mayoría de ellos son intendentes. ¿Cuántos de ellos asumirán en sus nuevos puestos?.
La última particularidad, acaso la más resonante, es que Cristina Kirchner, que había dicho que quería ser candidata en el sur del Conurbano, no podrá participar porque está presa en su domicilio.
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Ignacio Miri
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