Según datos del INDEC, cerca del 65% de las personas de entre 18 y 35 años frecuenta boliches o espacios nocturnos al menos una vez al mes. Esto demuestra que salir a bailar no es solo una moda, sino una costumbre arraigada en la vida social de muchas personas.
Cuando la gente va al boliche, no solo se trata de bailar o tomar algo, sino de conectar con otros, expresarse y vivir un momento diferente a la rutina diaria. Las luces, la música y el ambiente ayudan a crear un espacio donde las personas se sienten más libres para mostrarse tal como son o, incluso, para probar nuevas formas de ser por unas horas.
Además, estudios de recursos humanos y psicología social indican que salir en grupo y compartir estas experiencias contribuye al bienestar emocional y al sentido de pertenencia.
Una encuesta reciente mostró que el 70% de los consultados considera que salir a bailar con amigos les ayuda a liberar el estrés y a sentirse más conectados socialmente. Por eso, el boliche es mucho más que diversión: cumple una función psicológica importante para quienes lo eligen.
Por qué la gente elige ir a boliches según la psicología
Según el sitio Capitalist, asistir a un boliche no es simplemente una forma de pasar el rato: responde a múltiples impulsos psicológicos que explican por qué tantos jóvenes y adultos regresan una y otra vez a vivir una experiencia que, en apariencia, siempre es la misma.
Estudios vinculados al ámbito del bienestar emocional y los recursos humanos destacan que las actividades recreativas compartidas, como salir a bailar, tienen un impacto directo en la salud mental.
Según un informe de Gallup, seis de cada diez personas que participan regularmente en actividades grupales sienten mayor satisfacción con su vida cotidiana.
Los boliches siguen siendo espacios atractivos y emocionalmente potentes.
A su vez, el Observatorio de Tendencias Sociales de Argentina, detectó que el 70% de las personas de entre 20 y 35 años considera que salir con amigos “es una forma de recargar energía y liberar el estrés acumulado”.
Ahora bien, ¿cuáles son los motivos psicológicos más relevantes detrás de esta elección? Entre las razones más estudiadas por la psicología social se destacan:
1. La necesidad de pertenencia y socialización. El boliche actúa como un punto de encuentro donde se crean comunidades temporales. Compartir la pista de baile, brindar con amigos o simplemente estar entre otros genera sensación de integración.
Seis de cada diez personas que participan regularmente en actividades grupales sienten mayor satisfacción con su vida cotidiana. Foto: Shutterstock.
2. El baile como expresión corporal y conexión emocional. Desde una mirada evolutiva, bailar cumple un rol similar al de antiguos rituales de cortejo. Las personas buscan conectar con otras, generar atracción y liberar energía a través del movimiento. Además, bailar activa neurotransmisores que reducen el estrés y aumentan la sensación de placer.
3. La búsqueda de pareja (aunque sea temporal). Estudios como el de Hendrie et al. (2009) muestran que los clubes nocturnos funcionan como espacios donde predomina el “comportamiento de lek”, es decir, un contexto donde las personas buscan mostrarse atractivas y captar el interés de otros, tal como ocurre en el mundo animal con fines reproductivos.
4. El deseo de expresarse y construir una identidad. Salir a bailar es también una oportunidad para mostrar estilo, personalidad y pertenencia a determinado grupo. La ropa, la música y la estética del lugar forman parte de ese escenario simbólico.
El 70% de las personas de entre 20 y 35 años considera que salir con amigos “es una forma de recargar energía».
5. El escapismo de la rutina diaria. Muchas personas encuentran en el boliche una válvula de escape. Se permite ser “otro”, desconectarse de obligaciones y responsabilidades y sumergirse en un ambiente festivo que ofrece una realidad paralela, aunque sea por unas horas.
6. La química del cuerpo: oxitocina, dopamina y serotonina. Al socializar, bailar y disfrutar de la música, el cuerpo libera hormonas vinculadas al bienestar, como la oxitocina (hormona del apego y el placer), lo que fortalece el vínculo con los demás y refuerza la experiencia positiva.
Estos factores explican por qué los boliches siguen siendo espacios atractivos y emocionalmente potentes. Entender estos mecanismos también ayuda a los organizadores y empresarios del rubro a diseñar experiencias que no solo entretienen, sino que también responden a las necesidades humanas más profundas.
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