Cómo atravesar la Ciudad en auto y no morir en el intento. ¿Una hora de Caballito a Palermo? ¿Cincuenta minutos de Palermo a Retiro? ¿Pandemonio en la Dellepiane? Lugones y Cantilo, ¿imposibles?
Sí, muchas veces la Ciudad de Buenos Aires se transforma en territorio enemigo para los conductores de vehículos particulares. Y si bien algunas problemáticas de circulación están vinculadas a buenas noticias -como las obras de infraestructura que vienen a mejorar las condiciones de vida de las personas que habitan, trabajan y estudian aquí-, hay otras circunstancias que complejizan la movilidad, como pueden ser, por ejemplo, la falta de controles y los comportamientos de las personas conductoras.
Uno de los problemas clásicos de la Ciudad es el mal uso del estacionamiento en la calle. Se puede ver en todos los barrios, bajo cualquier circunstancia y en sitios que realmente generan impacto.
Ejemplos sobran. En Retiro, sobre Juncal, «suben» desde las estaciones de trenes hacia la 9 de Julio cuatro líneas de colectivo, la 70, 75, 100 y 101. Por la mañana los autos mal estacionados sobre el cordón izquierdo generan el caos. «Los carteles de prohibido estacionar se ven, están. Mayormente son vecinos de la zona. Es un barrio con pocos garages. Pero dejarlos acá es riesgoso, o te los lleva la grúa o te lo lleva puesto un colectivo. Suben a una velocidad temeraria», le dijo a Clarín el dueño de un puesto de diarios.
Lo concreto es que estacionar sobre la izquierda limita el uso de los carriles, es decir que las cuatro líneas de colectivos, más los autos que van hacia 9 de julio, quedan atrapados en un sólo carril, cuando podrían ser dos.
Algo similar ocurre con la calle José Hernández, entre Luis María Campos y Cabildo, en Belgrano. El estacionamiento sobre el cordón izquierdo se impuso, aunque en cada cuadra se puede ver el cartel de «prohibido estacionar». Es también una calle muy utilizada para transitar, casi sin «hora valle».
La comisaría de Avenida San Juan y Entre Rios, sumando caos al tránsito porteño. Estacionan en 45 grados y muchas veces arman una segunda fila de autos estacionados. Foto Guillermo Rodriguez Adami
Otra zona de caos permanente son las inmediaciones a la esquina de San Juan y Entre Ríos, en Constitución: no sólo porque a cien metros está el giro de ingreso a la Autopista 25 de Mayo por Solís (que usan también camiones, lo que genera ya de por si una complicación), sino porque además está la Comisaría Vecinal 1C.
Esta repartición pública genera un caos de dimensiones insólitas: los policías estacionan los patrulleros a 45° (algunos son camionetas), y además forman una segunda fila de autos parados. Es decir que la avenida de seis carriles queda reducida a tres o dos y medio; porque del lado derecho siempre hay autos estacionados (aunque también está prohibido).
Por supuesto, estos son sólo tres ejemplos observados por Clarín. Pero el listado puede ser interminable. Cada vecino conoce algún lugar en donde el caos lo generan autos mal estacionados. Otro ejemplo que se da en muchos centros gastronómicos, especialmente en Palermo: autos estacionados en doble fila, como servicio de valet parking. O simplemente estacionados junto a los decks de bares y restaurantes. Otro ejemplo: los ejes Carlos Pellegrini –Bernardo de Irigoyen y Cerrito– Lima. Ni si quiera la 9 de Julio se salva.
osta Rica al 5600. Un día cualquiera en Palermo. Foto Maxi Failla
¿Qué dice la Ciudad? Desde el Ministerio de Infraestructura informaron que el estacionamiento indebido está entre las primeras tres causas de infracciones; la número uno es el exceso de velocidad. La multa hoy es de $ 79.851 (100 unidades fijas). Pero sube su valor para quienes obstruyen una rampa para discapacitados: $ 239.553. Y para los conductores que estacionan donde hay carriles exclusivos o del Metrobus: $ 119.776.
Entre las multas por exceso de velocidad y las de mal estacionamiento están concentradas más del 80% de las infracciones de la Ciudad.
Como se dijo, otro conflicto son las obras. «El impacto de las obras ‘que no se ven’ genera mucho, mucho, malestar en la gente. Ahora mismo sobre Avenida Del Libertador hay una obra muy grande que se va a ir moviendo entre Libertad y Callao en función de los trabajos. Es más que importante porque tiene que ver con una mejora pluvial. El problema es que la gente sólo ve obradores y se queja», explica Jota Leonetti, periodista especialista en tránsito. Como nadie, tiene el pulso de la que pasa en la calle.
Caballito, obras en el paso bajo nivel de García Lorca. Foto Guillermo Rodriguez Adami
Otro punto que identifica como muy conflictivo es el eje Cantilo – Lugones y la ampliación del Puente Labruna. En este momento se trabaja en la colocación de los pilotes del nuevo puente y la obra aún no impacta tanto como se espera que impacte en los próximos meses, pero es una obra «que se ve».
Y la gran obra que genera el mayor de los conflictos es sin dudas la que se hace sobre la autopista Dellepiane. La realidad es que hoy viajar de Ezeiza a la Ciudad es una de las peores experiencias posibles. Sin embargo a futuro, esta traza sumará carriles exclusivos para el Metrobus con sus paradores incluidos; mejoramiento hidráulico (con dos nuevos conductos y 247 sumideros nuevos); y colectoras (que no había). El conjunto de obras se da entre la General Paz y Larrazábal.
Obviamente el mayor impacto se siente sobre la traza de las autopistas Riccheri – Dellepiane, pero derrama hacia los barrios de Villa Lugano y Villa Riachuelo en la Ciudad; y en Villa Celina y Villa Madero en Provincia.
Nodo autopista Dellepiane. El infierno de moverse desde Ezeiza a la Ciudad. A futuro, la autopista tendrá un metrobus. Foto Guillermo Rodriguez Adami
Entre las buenas noticias: desde el sábado el peaje Parque Avellaneda -en el enlace de las autopistas 25 de Mayo con Perito Moreno- deja de tener barreras y será por completo free flow, como el de la Autopista Illia. Ya está funcionando un arco para los vehículos con Telepase, pero desde el 1 de noviembre, será obligatorio para todos los que circulen por la autopista. Durante los próximos meses se harán los trabajos de remoción de las viejas cabinas (junto con Dellepiane, todo obra de AUSA, la empresa porteña que opera las autopistas).
¿Más obras que generan impacto? Las que se están llevando a cabo en las estaciones del subte. Sucede que no todos los trabajos ocurren en los subsuelos; es el caso de la Estación Carlos Gardel de la línea B. Sbase trabaja en el recambio total de pisos, la impermeabilización, nuevas luces led, mobiliario, señalética, señalización braille y restauración de murales. Se espera que para noviembre pueda reabrir; mientras tanto el obrador reduce dos carriles de la avenida Corrientes.
Leonetti tiene en su cabeza decenas de cortes que impactan en el tránsito. Muchos de ellos los publica en sus redes sociales, @jotaleonetti (Instagram y X). Mencionará uno más: el paso bajo nivel de García Lorca que la Ciudad construye en Caballito, debajo de las vías del Sarmiento. El desvío se hace por calle Martín de Gainza.
Mal estacionamiento sobre ochavas. Barrio de Belgrano. Foto Maxi Failla
¿Hay soluciones posibles para este caos en el tránsito? Sí, las hay. Clarín entrevistó a la socióloga Florencia Rodríguez Tourón, especialista en movilidad sustentable. Quien aportó su punto de vista y explicó que «más allá de las obras o los cortes puntuales, hay un aumento en el uso del auto particular, que se viene profundizando en el tiempo, sobre todo en la post pandemia. Cuando la movilidad se vuelca hacia el auto y la moto, básicamente se complica todo porque el espacio es finito. Y los autos son ineficientes desde el punto de vista de la ocupación del espacio».
Rodríguez Tourón además identifica algo que sucede en la Ciudad, como en el resto de las ciudades del mundo: «El crecimiento en el parque automotor de lo que se conoce como SUV (Vehículo Utilitario Deportivo, por sus siglas en inglés). Es decir, ocupan más espacio, pesan mucho y demandan mas energía para trasladar una o dos personas». La tasa de ocupación es de 1,6 personas por vehículo. Entonces si en un espacio finito circulan vehículos ineficientes, entonces esto también suma a la congestión.
La obra hidráulica que lleva adelante la Ciudad en Libertador. Impacto negativo en el tránsito, pero positivo para los barrios de esa zona. Foto Guillermo Rodriguez Adami
¿Por qué se usan cada vez más autos? «Veo dos cosas: hay un cambio muy fuerte en los patrones de ocupación del suelo. Dónde vive la gente y dónde trabaja. La infraestructura del transporte público -sobre todo subtes y trenes- está volcada al centro. Hoy este centro no existe y se movió, por ejemplo, hacia Núñez, Saavedra y el nodo DOT, además de Vicente López. Es decir, la infraestructura del subte y los trenes no sirve y la gente usa el auto. Pero lo que llega a estos «nuevos» lugares de trabajo es el colectivo, que compite bastante mal con el vehículo privado. En general comparten espacio y el colapso hace que el tiempo de traslado sea mayor para todos; es necesario darle infraestructura segregada al colectivo para equilibrar esa desventaja».
La segunda situación que observa Rodríguez Tourón es un cambio ya documentado, que tiene que ver con la ampliación de la hora pico. En trazas como la Autopista Illia y General Paz, sólo para dar un ejemplo, el flujo de autos es permanente, casi sin «hora valle».
Es decir, que más allá de las obras, o de los conductores mal estacionados, lo que observa Rodríguez Tourón es un combo de situaciones que complican la forma en que nos movemos por la Ciudad: «No hay un correlato de obra pública en el transporte que acompañe la relocalización de las personas y las empresas. Y entiendo que una de las soluciones para salir del caos del tránsito es con transporte público y lo que llamamos modos activos, que no tengas que atravesarte todo la ciudad para hacer las cosas (estudiar, trabajar, médico, salidas, un café, etc.), sino que las puedas hacer en inmediaciones a tu hogar».
MG
Sobre la firma
Silvia Gómez
Redactora de la sección Ciudad [email protected]
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