A lo largo de la vida, muchas personas sienten la necesidad de mantener algún tipo de contacto con quienes ya han partido. Hablar con los muertos, ya sea de manera imaginaria, simbólica o a través de los sueños, puede ayudar a procesar emociones difíciles, expresar sentimientos no dichos y encontrar consuelo frente a la pérdida.
Estas prácticas también pueden vincularse a rituales personales o colectivos. Encender velas, dejar flores, recordar momentos compartidos o realizar ceremonias específicas son formas de mantener un vínculo afectivo y expresar dolor, nostalgia o gratitud.
Desde un enfoque biológico, la Clínica Mayo explica que estas experiencias podrían estar relacionadas con la manera en que el cerebro procesa la pérdida y la memoria durante el duelo.
Hablar con los fallecidos, aunque sea de forma simbólica o imaginaria, ayuda a integrar la ausencia en la vida diaria y fortalece la resiliencia emocional. Pero, ¿qué significa realmente hablar con las personas fallecidas según la psicología?
Qué significa hablar con las personas fallecidas, según la psicología
Según la especialista Michelle King, “los intentos de comunicarse con seres queridos fallecidos son frecuentes y forman parte del duelo”. Estas experiencias reflejan emociones no expresadas, el deseo de despedirse o el miedo a olvidar.
La psicología identifica que estas conversaciones simbólicas cumplen varias funciones fundamentales durante el proceso de duelo:
Hablar con los fallecidos, aunque sea de forma simbólica o imaginaria, ayuda a integrar la ausencia en la vida diaria. Foto: Pexels.
Despedida simbólica. Permite expresar palabras o emociones que quedaron pendientes, como disculpas, agradecimientos o declaraciones de amor. Esto se puede hacer mentalmente, en voz alta o mediante rituales como escribir cartas, encender velas o colocar objetos significativos en memoria del ser querido. Este acto ayuda a cerrar capítulos emocionales, a sentir que se ha dicho lo necesario y, al mismo tiempo, proporciona una sensación de paz y aceptación, que es crucial para avanzar en el duelo.
Procesamiento emocional. Facilita el manejo del dolor y la comprensión de emociones complejas como culpa, ira, frustración o tristeza profunda. Al externalizar estas emociones de manera simbólica, se reduce la intensidad del malestar y se promueve la resiliencia emocional. Además, hablar con los fallecidos permite identificar conflictos internos o situaciones no resueltas, favoreciendo la adaptación psicológica y evitando que el duelo se prolongue de manera disfuncional.
Conexión con recuerdos. Mantener conversaciones simbólicas favorece revivir momentos compartidos y fortalece la memoria afectiva del ser querido. Recordar anécdotas, escuchar música que ambos disfrutaban, ver fotografías o, incluso, realizar actividades que ambos solían hacer genera sensación de cercanía y continuidad. Esta práctica también puede reforzar valores, enseñanzas o tradiciones que la persona fallecida dejó, ayudando a que su legado emocional permanezca vivo.
Alivio del duelo. Brinda un espacio seguro para expresar tristeza, nostalgia, aceptación o, incluso, alivio, disminuyendo la ansiedad, la sensación de vacío y la presión emocional. Esta práctica ayuda a transformar el dolor en una experiencia emocional manejable, promoviendo bienestar psicológico y reduciendo la probabilidad de que surjan problemas como aislamiento, depresión o dificultades en las relaciones afectivas.
Estas experiencias podrían estar relacionadas con la manera en que el cerebro procesa la pérdida durante el duelo. Foto: Pexels.
Orientación y toma de decisiones. Algunas personas perciben “consejos” simbólicos durante estas conversaciones, ya que el cerebro utiliza recuerdos y experiencias compartidas para simular apoyo. Esto puede ayudar a enfrentar decisiones difíciles, resolver conflictos internos o replantear situaciones importantes, ofreciendo una sensación de acompañamiento incluso en la ausencia física del ser querido. Asimismo, puede favorecer la confianza personal al sentir que se cuenta con un soporte emocional simbólico.
Función ritual y cultural. Hablar con los fallecidos también se integra en tradiciones y ceremonias, como altares familiares, días de conmemoración o rituales religiosos. Estas prácticas refuerzan la continuidad familiar y social, permiten expresar emociones de manera estructurada y proporcionan un marco simbólico que ayuda a procesar la pérdida, fortalecer la identidad cultural y mantener los lazos afectivos de la comunidad. Además, participar en rituales compartidos brinda apoyo emocional adicional al sentirse acompañado por otros que viven la misma experiencia.
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