«Sin escandalizar, dejaría de existir», decía el pintor francés Gustave Courbet. Y a 147 años de su muerte sigue obrando en consecuencia.
Me explico. Courbet es el autor de la pintura El origen del mundo, de 1866, que muestra a una mujer desnuda con las piernas abiertas casi en primer plano. Se trata de una obra maestra del realismo y una expresión inequívoca de su búsqueda de autenticidad.
Obviamente el cuadro generó un escándalo cuando lo mostró pero lo más interesante es siguió haciendo arder Troyas.
A mediados de la década de 1990, por ejemplo, una reproducción de El origen del mundo fue tapa de una novela en Francia y la policía fue enviada a librerías para que la retiraran de las vidrieras. Algunas la sacaron.
Gustave Courbet. El origen del mundo, de 1866, en el Museo de Orsay de París. Foto: Reuter
La obra de Gustave Courbet es tan explícita y poderosa que el asedio continuó. Ya en este siglo un usuario francés demandó a Facebook porque le canceló la cuenta por una foto de la pintura.Fue después de una campaña de otros usuarios para denunciar, con posteos de reproducciones de la pieza, otro «acto de censura» en Dinamarca. Más adelante, la red social cambiaría su política para permitir imágenes de desnudos en el arte.
Como sea, ahora Gustave Courbet vuelve a ser noticia por una serie de cartas hot, tanto o más que ese cuadro que desde 1995 es parte de la colección del Museo de Orsay de París y que antes perteneció a Lacan, figura del psicoanálisis.
Se trata de 25 cartas eróticas que Courbet le dedicó a Mathilde Carly de Svazzema, una mujer de alta sociedad de París a quien el marido había dejado.
Gustave Courbet. Un daguerrotipo de 1845. Archivo
Esos textos acaban de salir del archivo de una biblioteca municipal francesa con miras a una exposición en la ciudad de Besanzón. Quedaron arrumbados hasta que la bibliotecaria Agnès Barthelet los leyó.
«Querida P…, sabes que daría no sé qué en este momento por… morder tus pelos dorados…», le escribió Courbet a Mathilde. Ella le contestó con 91 notas del mismo voltaje.
Gustave y Mathilde se cartearon entre noviembre de 1872 y abril de 1873 pero nunca consumaron. No hubo ningún encuentro real. ¿Por qué? No está claro. Sí se sabe que Courbet fue un activo partidario de la revolucionaria Comuna de París, que en 1871 fue arrasada. Y que estaba deprimido (y era marginado) durante los meses en que se escribían con Mathilde.
Gustave Courbet. El taller del pintor, de 1855, en el Museo de Orsay. Foto: archivo
Se dice que escandalizar es cosa de otras épocas, que hoy cuesta incluso sorprender. Pero la pintura que creó Courbet para «enterrar al romanticismo» y a cualquier academicismo y estas cartas descubiertas invitan a pensarlo mejor.
Los cuadros realistas de Courbet, claramente, abrieron un camino en el arte occidental. ¿Las cartas escandalizarán? ¿Para qué? ¿Las volverán a archivar 150 años más?
Courbet tendría al menos una respuesta que es, por supuesto, abierta. El artista advirtió: «No pinto para agradar, pinto para provocar». Y esto, en el buen sentido de la palabra provocación, el de motivar a pensar y despabilar, sigue haciendo falta.
JS
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Judith Savloff
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