
Ozzy Osbourne no solo fue el carismático líder de Black Sabbath, sino también una figura icónica que marcó generaciones con su estilo único, su voz inconfundible y una vida tan intensa como su música. Su fallecimiento este martes a los 76 años sacudió al mundo del rock, pero su legado ya estaba asegurado desde hace décadas. Apenas unas semanas antes, Ozzy había protagonizado lo que él mismo definió como “su último show”, en su ciudad natal, Birmingham.
La presentación, realizada en Villa Park junto a los miembros originales de Sabbath —Geezer Butler, Tony Iommi y Bill Ward—, fue promocionada como “el mejor concierto de heavy metal de la historia” y no defraudó. Frente a miles de fanáticos que corearon cada canción, “el Príncipe de las Tinieblas” ofreció un set breve pero cargado de emoción, como un acto de despedida consciente y sentido.
Durante el espectáculo, Osbourne agradeció al público y explicó que, debido al deterioro de su salud, esa sería su última vez sobre un escenario. Diagnosticado con párkinson en 2020, el cantante había enfrentado complicaciones que lo alejaron cada vez más de las giras. Sin embargo, su deseo de despedirse con música lo mantuvo en pie hasta el final.
Un ícono que nació desde abajo
Nacido en 1948 como John Michael Osbourne, Ozzy tuvo una infancia dura y una juventud agitada. Trabajó de obrero, plomero e incluso en un matadero antes de dar con la música. Su vida cambió al escuchar “She Loves You” de los Beatles, lo que lo impulsó a formar una banda. Así nació Black Sabbath, el grupo que fundó las bases del heavy metal con un estilo oscuro, letras provocadoras y la voz de Ozzy al frente.
Con éxitos como “Paranoid”, “Iron Man” y “War Pigs”, Sabbath conquistó al público y sembró una revolución sonora que aún hoy influye a nuevas generaciones. A pesar de los conflictos internos que llevaron a la disolución de la formación original, Ozzy mantuvo su carrera en solitario con éxito, además de protagonizar uno de los realities familiares más famosos de los años 2000.
Un adiós a la altura de una leyenda
La última imagen de Ozzy sobre un escenario fue junto a sus hermanos de banda, en la ciudad que lo vio nacer, frente a miles de fans agradecidos. Fue un cierre circular, íntimo y poderoso. Un acto final que él mismo eligió para despedirse.
Con su partida, se va un pedazo fundamental de la historia del rock. Pero también queda viva su obra: discos, canciones, presentaciones inolvidables y un espíritu rebelde que inspiró a millones. Ozzy Osbourne no solo fue una estrella: fue, y será siempre, una leyenda del heavy metal.