El sector agrícola asiste a las negociaciones de la cumbre del clima de Bakú (COP29) con la esperanza de que los países comprometan la financiación necesaria para su adaptación y mitigación frente al riesgo de inseguridad alimentaria e inestabilidad económica.
La capital de Azerbaiyán acoge hasta el 22 de noviembre las negociaciones en las que se espera que cerca de 200 países fijen un nuevo objetivo colectivo de financiación de la acción climática.
En la anterior COP28 de Dubái, la agricultura entró en la agenda con la declaración de más de 160 gobiernos dispuestos a transformar los sistemas alimentarios.
En declaraciones a Efeagro, la directora del Foro Mundial Rural, Belén Citoler, considera que se necesitan compromisos concretos que prioricen la agricultura familiar en los planes climáticos nacionales y en el nuevo objetivo de financiación.
Según sus cálculos, la protección de los sistemas alimentarios requiere de hasta 500.000 millones de dólares anuales (más de 472.000 millones de euros), si bien solo un 0,3 % de los fondos climáticos internacionales (2.000 millones de dólares o 1.890 millones de euros en 2021) se dirigen a los pequeños agricultores.
Más inversión para pequeños productores
Un estudio del Fondo para el Medio Ambiente Mundial y del Fondo Verde para el Clima, publicado por la alianza mundial que forman unos 50 millones de pequeños productores bajo el nombre de Agricultura Familiar por la Acción Climática, apunta que solo un tercio del gasto en el sector primario se destina a los pequeños agricultores, pese a que producen el 70 % de los alimentos en África y el 80 % en Asia.
Los agricultores están en primera línea del cambio climático, pues su producción sufre el impacto directo de olas de calor, sequías e inundaciones, y -sin embargo- “no reciben la atención adecuada de gobiernos e inversores”, sostiene Citoler.
A su juicio, la promoción de prácticas agroecológicas, la diversificación de cultivos y la defensa de la biodiversidad son formas de aumentar la resiliencia de la agricultura frente al cambio climático y reducir sus emisiones a la atmósfera.
La directora ejecutiva del Instituto de Política Agrícola y Comercial (IATP), Sophia Murphy, tiene “bajas expectativas” en la COP29, después de que las últimas cumbres hayan evitado abordar la urgencia de reducir las emisiones del sector primario -algo que “muy pocos países se toman en serio”- y hayan desviado el debate sobre el uso de la tierra.
Murphy lamenta que la mayor parte de inversión agrícola va destinada a la producción intensiva, regadíos, semillas patentadas y fertilizantes fósiles, lo que “socava la ambición ambiental”.
La experta asegura que el secuestro de carbono en el suelo es importante, pero “muy difícil de medir y proteger”, por lo que insta a pensar más en la resiliencia y la diversidad que aportan la protección de los bosques, la restauración de los humedales y la variedad de sistemas agropecuarios.
El riesgo de no actuar
La presidencia de la COP29 pretende coordinar más las alrededor de 90 iniciativas que existen para asegurar que los agricultores reciben el apoyo que necesitan, dentro del programa de una cumbre que también prevé evaluar el grado de cumplimiento de los compromisos adquiridos.
La directora de la plataforma de acción climática del Grupo Consultivo para la Investigación Agrícola Internacional (Cgiar), Aditi Mukherji, advierte de que “no invertir lo suficiente en la agricultura para la adaptación y la mitigación del cambio climático plantea riesgos importantes para la seguridad alimentaria y la estabilidad económica mundiales”.
Sin financiación suficiente, resalta que los pequeños productores son incapaces de adoptar las innovaciones necesarias frente a la crisis, lo que puede llevar a la pérdida de productividad y al aumento del hambre en 189 millones de personas en un mundo con 2 grados Celsius más de temperatura y en 1.800 millones en un escenario de 4 grados más.
“En la COP29, nuestra principal prioridad es abordar la urgente intersección del cambio climático y la seguridad alimentaria”, añade Mukherji, que reclama fondos para que los agricultores familiares accedan a servicios de información y alerta temprana, variedades más resistentes, tecnologías de bajas emisiones y prácticas de agricultura de conservación.
EFE