La imagen del final habla de respeto: segundos después de que Facundo Tello marcara el final de la final, Thiago Almada corrió hasta donde estaba Gabriel Milito para saludarlo. Lo mismo hizo Alexander Barboza. En definitiva, caras alegres y caras tristes, lo habitual en el fútbol. Del lado perdedor, Fausto Vera, Rodrigo Battaglia y Renzo Saravia quedaron rendidos en el piso tratando de encontrale una explicación al 3-1 de Botafogo.
Alexander Barboza fue el mejor argentino de la final. El zaguero surgido en River estuvo impasable de arriba y se aguantó cada uno de los choques con el potente Hulk, ese que revolcó a Germán Pezzella en la semifinal contra River. Recién sobre el final el marcador central zurdo se cansó y permitió dos escapadas de Eduardo Vargas que no fueron el empate de milagro.
«Creíamos que ellos iban a salir a esperar, pero la expulsión cambió todo. Tuvimos actitud y aprovechamos las dos oportunidades del primer tiempo. Después aguantamos y nos quedó el broche de oro del final. Fuimos los mejores de la copa», contó Barboza. Y agregó: «Lloré ayer a la noche, hoy al mediodía y durante el partido. Tengo cara de malo, pero soy de lágrima fácil. Pensé en todos los que me ayudaron cuando Tello marcó el final».
Thiago Almada jugó en el Monumental y en una final de Libertadores como si estuviese en Fuerte Apache, su barrio. Para muestra alcanza con analizar el primer gol de Botafogo: la puso abajo de la suela, retó a los rivales y diagramó la jugada del gol. Terminó con todos sus familiares bailando y tomando cerveza. ¿Se irá a Lyon de Francia en enero o se quedará a jugar la Recopa contra Racing?
Gabriel Barboza, de ser descartado por River a dar la vuelta con el Botafogo en el Monumental. Foto: EFE / Antonio Lacerda.
«No me imaginé esto. Sabía que iba a ser un trabajo duro, pero cuando me llamaron me dijeron que era para pelear la liga local y la Libertadores. Me ayudó mi familia a tomar la decisión de venir a Brasil», explicó Almada.
Del lado perdedor, el primero en dar la cara fue Rodrigo Battaglia. «No supimos neutralizar al rival que jugó con uno menos todo el partido. Estábamos muy ilusionados. Hay que volver a Belo Horizonte y seguir, pero es muy difícil. El fútbol tiene estas cosas: perder finales es muy duro. Luchamos y morimos de pie. Estoy orgulloso del grupo. Solo queda pedir disculpas a los hinchas», dijo Battaglia.
Thiago Almada festejó con su gente, que llegó a Núñez para verlo. Foto: REUTERS / Agustin Marcarian.
Pasados unos cuantos minutos de la caída de Atlético Mineiro, Gabriel Milito se presentó sereno en la conferencia de prensa. «Es difícil encontrar algo positivo después de semejante derrota. Rescato la intención con la que jugamos hasta el final. Tuvimos situaciones claras para empatar. Pero deberíamos haber aprovechado el jugador de más que tuvimos y evitar los primeros dos goles. Cerramos una final viendo la cara de la derrota, que era la que no queríamos. Siento dolor y tristeza. Y debemos agradecer el esfuerzo de la gente que vino de Belo Horizonte», se lamentó Milito.
Y cerró: «Va a ser difícil encontrar una oportunidad tan favorable como esta. No pudimos aprovechar esa gran ventaja para poder ganar la Libertadores».
Hay una estadística que es elocuente para analizar el presente del conjunto dirigido por el Mariscal. Ganó solamente un partido de los últimos 14 que disputó: la ida frente a River que terminó 3-0 y fue clave para eliminar al Millonario en este mismo estadio donde festejó Botafogo.
Lleva una racha sin triunfos de 11 partidos en todas las competiciones, con cuatro empates y siete derrotas, y a falta de tres fechas para el final del Brasileirao está a seis puntos de la zona de clasificación a la próxima Libertadores pero a la misma distancia de las posiciones de descenso.