Los microplásticos, pequeñas partículas derivadas de la degradación de materiales plásticos, están cada vez más presentes en los alimentos y el agua que consumimos. Diversos estudios científicos han alertado sobre los riesgos que representan para la salud humana, ya que su acumulación en el cuerpo podría generar inflamación, daño celular y problemas hormonales.
¿Qué son los microplásticos?
Los microplásticos son pequeñas partículas de plástico de menos de 5 milímetros, provenientes de la degradación de plásticos más grandes o de productos diseñados para contener estas partículas, como cosméticos o detergentes.
Según National Geographic, estas diminutas partículas están presentes en el aire, el agua y, preocupantemente, en los alimentos que consumimos a diario.
Qué son los microplásticos. Foto: Freepik
¿Cómo ingresan los microplásticos al cuerpo humano?
Los microplásticos ingresan al organismo principalmente a través del agua potable, los alimentos y el aire que respiramos. Un estudio de la Universidad de Newcastle estima que una persona promedio puede ingerir hasta 5 gramos de plástico por semana, equivalente al peso de una tarjeta de crédito.
¿Qué alimentos contienen microplásticos?
Diversos alimentos han sido identificados como fuentes de microplásticos. Entre los más destacados están:
- Pescados y mariscos: Según La Gaceta, peces y moluscos suelen ingerir microplásticos presentes en el agua, que luego pasan a nuestros platos.
- Sal de mesa: Un estudio publicado en ScienceDirect encontró que las sales marinas contienen altas concentraciones de microplásticos debido a la contaminación de los océanos.
- Frutas y verduras: Los microplásticos pueden infiltrarse en cultivos agrícolas a través de fertilizantes contaminados o el agua de riego.
- Alimentos procesados y empaquetados: Según Traza, el contacto con envases plásticos contribuye a la transferencia de partículas al alimento.
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¿Qué ocurre en el cuerpo al ingerir microplásticos?
El impacto de los microplásticos en la salud humana aún está en estudio, pero ya se han identificado riesgos potenciales:
- Inflamación: Según la Organización de Salud Ambiental (OSDoP), los microplásticos pueden causar inflamación en los tejidos debido a su interacción con células del sistema inmunológico.
- Toxicidad química: Estas partículas actúan como vehículos para sustancias químicas tóxicas, como pesticidas y metales pesados, que pueden acumularse en el cuerpo.
- Daño celular: Estudios citados por CSA Consultores indican que los microplásticos pueden penetrar en tejidos y órganos, causando daño celular y estrés oxidativo.
Microplásticos en la alimentación. Foto: Freepik
¿Hay evidencia de microplásticos en el cuerpo humano?
Un estudio reciente publicado por National Geographic confirmó la presencia de microplásticos en la sangre humana. Los investigadores encontraron partículas de polietileno y polipropileno, materiales comúnmente usados en envases, lo que demuestra que estas partículas no solo ingresan al cuerpo, sino que también circulan por el torrente sanguíneo.
¿Qué implicaciones tiene para la salud a largo plazo?
Aunque aún no se comprenden completamente los efectos a largo plazo. Sin embargo, los expertos advierten sobre:
- Alteraciones hormonales: Los microplásticos pueden liberar disruptores endocrinos que afectan el equilibrio hormonal.
- Problemas gastrointestinales: Su presencia en el sistema digestivo podría alterar el microbioma intestinal, afectando la salud general.
- Riesgo de enfermedades crónicas: La acumulación de partículas y químicos podría estar relacionada con enfermedades cardiovasculares y cáncer.
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¿Qué se puede hacer para reducir la exposición a microplásticos?
Reducir la exposición a microplásticos implica tomar medidas prácticas:
- Optar por envases de vidrio o metal en lugar de plástico.
- Filtrar el agua potable para eliminar partículas contaminantes.
- Consumir alimentos frescos y evitar los procesados o empaquetados.
- Participar en iniciativas de reducción de plástico en la comunidad.
La creciente evidencia sobre los efectos de los microplásticos en la salud subraya la necesidad de abordar este problema a nivel individual y global. Si bien no podemos evitar completamente la exposición, pequeñas acciones pueden marcar la diferencia en la protección de nuestra salud y el medio ambiente.
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