Serpientes venenosas de Argentina: lo que debés saber

Argentina es hogar de una gran diversidad de serpientes, entre las cuales se encuentran varias especies venenosas de importancia médica. Estas serpientes habitan principalmente en regiones cálidas y selváticas, aunque algunas también pueden encontrarse en zonas áridas o de transición. Conocer sus características, hábitats y comportamiento es clave para prevenir accidentes y promover una convivencia segura entre humanos y fauna.

Entre las serpientes venenosas más conocidas del país se destacan las yararás, los coralillos y las cascabeles. Estas especies poseen venenos que varían en toxicidad y efectos sobre el organismo humano, desde daño en tejidos hasta alteraciones neurológicas severas. Los encuentros con estas serpientes suelen ser accidentales, ya que generalmente evitan el contacto con personas y solo atacan en defensa propia.

Las yararás, como la yarará grande y la yarará chica, son las serpientes venenosas más comunes en Argentina. Habitan en zonas húmedas y cercanas a cuerpos de agua, distribuidas en gran parte del norte y centro del país. Su veneno es hemotóxico, lo que significa que afecta la sangre y los tejidos. Su camuflaje las hace difíciles de detectar, aumentando el riesgo de accidentes.

Yarará grande, una serpiente venenosa que que habita en zonas húmedas y cercanas a cuerpos de agua del norte del país.

Por otro lado, las serpientes de coral, aunque menos frecuentes, poseen un veneno neurotóxico extremadamente peligroso. Estas suelen habitar en regiones selváticas como Misiones y Corrientes. Sus colores llamativos –anillos rojos, negros y amarillos– las diferencian de otras especies, pero también pueden ser confundidas con serpientes no venenosas de patrones similares.

Dónde se encuentran y cómo prevenir accidentes

La distribución de estas serpientes venenosas varía según la especie, pero se concentran principalmente en las regiones norte y noreste de Argentina, donde las condiciones climáticas y el hábitat favorecen su presencia. Provincias como Chaco, Formosa, Misiones, Corrientes y Salta son algunas de las áreas donde se registra mayor incidencia de encuentros.

La prevención es esencial para evitar accidentes ofídicos. Al transitar por áreas rurales o selváticas, se recomienda usar calzado adecuado, evitar introducir las manos en cuevas o zonas de vegetación densa y prestar atención al entorno. En caso de encontrar una serpiente, es fundamental no intentar capturarla ni provocarla, ya que esto aumenta el riesgo de mordedura.

La famosa serpiente coral es de las más peligrosas. Foto Shutterstock.

Ante una mordedura, es crucial buscar atención médica inmediata. El tratamiento suele incluir la aplicación de suero antiofídico específico, que neutraliza el veneno. Es importante no realizar prácticas peligrosas como cortes, succión del veneno o el uso de torniquetes, ya que estas acciones pueden agravar la lesión.

Conservación y convivencia con las serpientes

Aunque las serpientes venenosas generan temor en muchas personas, cumplen un rol ecológico indispensable. Controlan poblaciones de roedores e insectos, contribuyendo al equilibrio natural de los ecosistemas. Su conservación es esencial para mantener la biodiversidad de los entornos que habitan.

En Argentina, algunas especies están protegidas por leyes que prohíben su caza y comercio ilegal. Además, diversas iniciativas de educación ambiental buscan desmitificar a las serpientes, promoviendo su respeto y cuidado. Comprender su importancia y aprender a convivir con ellas son pasos fundamentales para reducir los conflictos entre humanos y fauna.

Más allá de su peligrosidad, las serpientes cumplen un rol ecológico indispensable. Foto: Shutterstock

La coexistencia responsable no solo protege a las serpientes, sino también a las comunidades humanas. Reducir el impacto de actividades como la deforestación y fomentar la preservación de hábitats naturales son medidas clave para disminuir los encuentros riesgosos y garantizar la supervivencia de estas especies vitales para el ecosistema.