En 1838, el brillante pensador francés Alexis de Tocqueville escribió: “Estados Unidos no es el futuro del mundo, pero es el país del mundo donde el futuro llega primero”. El autor hacía esta reflexión medio siglo después de la independencia del país que se convertiría en la mayor potencia mundial.
Desde el punto de vista económico, Estados Unidos mantiene su fortaleza a pesar de todos los pronósticos. El país representa un cuarto de toda la economía mundial y relega así a su nuevo rival, China, al segundo lugar.
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Con alrededor de un millón de efectivos, el país también es el más poderoso desde el punto de vista militar y supera a Rusia y China, que le siguen en el ranking.
Por supuesto, Estados Unidos tiene una enorme influencia política. Las razones de este liderazgo tienen mucho que ver con la frase del comienzo, pero hay más.
¿Por qué Estados Unidos en una potencia mundial?
La pujanza industrial de Estados Unidos es increíble. Los últimos 70 años de la NASA lo demuestran. (AP Photo/John Raoux)
Un artículo de la revista Forbes asegura que “la expansión de EE. UU. como primera potencia del mundo se inicia más o menos en 1898, tras la guerra contra España, en la que adquiere el control de Cuba y Filipinas.
Sendas intervenciones militares en Venezuela y Colombia, más la ocupación del Canal de Panamá, convirtió al país en nación hegemónica dentro su propio continente”.
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A principios del siglo XX, “el estado federal inicia un enorme proceso de transformación política, una profunda reforma burocrática que fortalece los tentáculos del poder central y redefine al liberalismo como la inequívoca doctrina económica y social.
El capitalismo, la democracia directa y la participación popular se imponen como principales señas de identidad de su ideario”.
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Autores ya clásicos de la derecha republicana, como Ben Wattenberg o Joshua Muravchic, aseguran que el resto del mundo ha necesitado casi 50 años para alcanzar los niveles de producción de Estados Unidos.
“La ventaja es tan grande respecto a sus perseguidores que estos, tras una carrera larga y extenuante, empezarán a flaquear y desfondarse. Podrán acercarse, pero nunca llegarán a sobrepasar al gigante americano, cuya mentalidad hegemónica está ya impregnada en sus huesos”, dice la revista.
La impresionante Apple Park, sede central de la empresa en Cupertino, California.
Agrega que “autores menos utópicos, como Richard Rosecrance, aseguran que las dimensiones continentales de EE. UU., con sus enormes recursos naturales, junto a una base industrial asentada, una población técnica y universitaria bien preparada y una inversión en I+D (investigación más desarrollo) sobresaliente garantizan una estrategia lo suficientemente ambiciosa como para proteger su posición privilegiada”.
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Claro que muchos de estos expertos erraron al pronosticar que la Unión Europea y Japón iban a convertirse en los rivales de EE.UU., lugar que ahora ocupa China.
“Por supuesto, EE. UU. sigue y seguirá siendo durante mucho tiempo una gran potencia militar y económica, pero no la única. Ha perdido su posición omnímoda o plenipotenciaria, lo que la está sumiendo en un estado psicológico inestable, a caballo entre la confusión, la negación y la ira”, analiza Forbes.
Potencialidades de China
El poderío bélico, convencional y nuclear, de Estados Unidos también confirman su estatus de super potencia.
En cuanto a China, los especialistas creen que su modelo reúne una serie de características únicas respecto a sus competidores: capacidad demográfica poderosísima (1.400 millones de habitantes), crecimiento económico sostenido, inversión científico-técnica muy bien planificada y una estrategia global de comercio e influencia perfectamente definida.
Como ha escrito el columnista Jorge Castro, experto en el mundo y las relaciones internacionales, “la historia norteamericana es un manual de texto del dinamismo capitalista, y como tal, un ejercicio sistemático de rechazo a las visiones malthusianas.
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Esto se revela en una cuestión central: en medio de todas las dificultades de orden político y económico la fuerza de trabajo estadounidense no deja de crecer, y en vez de disminuir por envejecimiento o defunciones, como sucede en Alemania, y en forma mayúscula en Japón, se amplía cada vez más”.
Agrega Castro que “la ética del trabajo, que es la causa primordial según Max Weber de la expansión capitalista, está esencialmente vigente en la sociedad norteamericana; y esto hace que los operarios estadounidenses trabajen 200 horas más por año que los europeos, incluso que los alemanes”. Sin embargo, sus colegas de China trabajan aún más.
Hollywood es otra industria mundial en la que Estados Unidos sobresale.
Un dato fundamental es que EE.UU. permanece como un imán para profesionales y técnicos muy calificados de todo el mundo, incluso de China. “La búsqueda constante de lo nuevo, unida siempre a un afán de superior ganancia, está en el núcleo del ethos norteamericano”, afirma Castro.
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