“Luces de la ciudad” (City Lights), una película de 1931 dirigida y actuada por Charles Chaplin, detenta esa extraña capacidad de conmover a la vez que inyecta energía en el espectador. Charlot, un vagabundo de buen corazón, se enamora de una florista ciega y evita el suicidio de un millonario con demasiado alcohol encima. Charlot quiere ayudar a la florista, que va a ser desalojada y, además, prestarle dinero para una operación que le devuelva la vista. Consigue el dinero pero la policía cree, erradamente, que no fue de manera honesta y pasa un tiempo encerrado hasta que se reencuentra con la mujer.
La pérdida gradual de visión es el pilar de “Bailarina en la oscuridad”, un drama danés de 2014 dirigido por Lars von Trier con un elenco estelar que incluye a la cantante islandesa Björk y a Catherine Deneuve. La protagonista, Selma, es una inmigrante checa en Estados Unidos que cada día ve menos y sabe que su hijo padece un problema similar. Ahorra el dinero para las operaciones, pero termina acusada de homicidio. El final es, a la vez, desgarrador y bello.
“A simple vista” (Daniel Ribeiro, Brasil, 2014) plantea dos temas que se enlazan: la ceguera de su protagonista, Leonardo, con su -en apariencia- afectividad gay, su atracción por los varones y el universo masculino. Él conoce a un compañero, Gabriel, y su cercanía le produce sensaciones muy profundas. Pero nunca vio a un hombre o a una mujer. ¿Cómo diferenciar, pues?
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