Ni de Italia, ni de París, ni de Nueva York. Aunque ha vivido y viajado por diferentes países, siempre que le preguntan cuáles son los helados más ricos del mundo, él siempre responde: LO DE ELÍAS, en Arribeños. Queda a unos 295 km de Capital. En un pueblo típico de la Provincia: con una equilátera plaza central, de una sola cuadra larga por lado y alrededor de la cual los lugareños pasean de a pie, en autos o en bicicletas. Aunque los negocios de alrededor ya no son los mismos, la heladería sigue estando. Ya no están la Propaladora de Burgos ni el Videoclub de Panci. Ni la Cafetería Ser ni el Supermercado Bota; ni el Cine de la Sociedad Italiana ni el pub de Airon Music. Tampoco están las librerías de Boasso y Laguna. Una tienda de celulares reemplazó a la relojería de Armani y una regalería ocupa el lugar del viejo Banco Junín.Como si la magia del frío que conserva los helados hubiera trepado por los cimientos del edificio y congelado a la heladería misma. Con sus mobiliarios y sus vitrinas; y sus ventiladores de techo lentos y a las carameleras de vidrios inclinados también. Ya no están tampoco Elías ni su mujer Andrea. Ahora su hijo Jorge atiende en el lugar.
Elías tenía bigotes. Y una especie de pelo amarillo que no era tan inusual entre los hombres de antes. Algunos niños decían que tenía el pelo color limón. Andrea solía hacerle muchas preguntas a sus clientes. Jorge, en cambio, casi no dice nada. Sus padres atendieron el negocio durante décadas. Él, que se había criado en el mostrador, por mero transcurso del tiempo los reemplazó.
La casa fue construida en 1907. En sus orígenes, allí funcionó el Bar Los Bravo. Más tarde, Los Bertinatto continuaron con el bar añadiendo el servicio de helados. En 1958, Elías se estableció. Compró la casa y la llave del negocio. Y lo más importante: el cuaderno con las recetas del helado artesanal que le dieron su fama histórica. Al principio se hacían los gustos clásicos: chocolate, crema, frutilla, limón. Algunos años después, nació el dulce de leche, uno de los gustos de la casa. Si una niña de ciudad va y pide Crema Óreo o Chocolate Marroc, también los tendrá. Pero hace unas semanas, Jorge tuvo una arritmia. Por esa razón, permaneció algunos días en el hospital. El hecho de que la heladería estuviera cerrada, sembró de dudas a los visitantes de Navidad. Maika, por ejemplo, vive en Punta del Este. Tiene diez años y, cuando le preguntan cuál es el helado más rico del mundo, ella también responde: Lo de Elías. Por eso, cuando en su visita anual con sus padres esta vez vio la heladería cerrada, se sobresaltó. Fueron con la Tía Silvia y golpearon la puerta de atrás. Jorge, que todavía no había reabierto, los atendió. Pidieron 1 kilo de menta granizada.
En los pueblos chicos, a veces no hay Concejos Deliberantes que entreguen placas a Bares Notables y cosas así. Pero Maika, con ese ritual secreto, lo homenajeó.
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