Surge la era del estatismo carnal. La prescripción oficial sobre los cuerpos correctos y de los incorrectos según la mirada autoritaria del gobernante. Es el menos liberal y libertario de los intervencionismos posibles.
Es un moralismo neo victoriano invasivo y con un sesgo eugenésico.
Hay dos géneros y solo dos enuncia imperativo el Estado interventor sobre la intimidad.
El Estado, se convierte en Estado total y por lo tanto totalitario cuando establece una taxonomía marcial sobre la vida interior y sexual de los otros.
“Hay dos géneros y solo dos” proclama el medievalismo de orden teológico-político, afín a la Sharia que dice combatir y a las ortodoxias de las diversas religiones cuando se vuelven extremismos puritanos.
Es tan reaccionario como la burka o la condena a la mujer que no es virgen antes de casarse “frente a Dios”.
Es un wokismo al revés.
Es una inversión de la libertad en interdicciones externas a la voluntad de los individuos.
Es un supremacismo binario que condena toda diferencia elegida.
Es un terror a la libertad.
Es un disciplinamiento de las mentes.
Un intento de regimentación.
El estatismo carnal se embosca detrás del eficientismo económico, necesario, pero no por eso autorizado a colonizar oficialmente a violar la vida personal y personalísima de todos los demás.
Hay una policía de los cuerpos.
Vigilantes.
Imperativos.
Gendarmes de la expansión más feroz del Estado, camuflado campeón de las libertades, cuando interfiere con todo su poder para justificar opresiones que aplaudiría Torquemada.
Sobre la firma
Miguel Wiñazki
Secretario de Redacción. [email protected]
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