Este científico español tuvo una brillante carrera en su país natal y en Estados Unidos. Murió en 1993 dejando enormes enseñanzas para la humanidad. Quién fue Severo Ochoa y por qué su contribución científica resultó clave en la medicina moderna.
Los trabajos de Ochoa resultaron siendo claves para el desciframiento del código genético, la biosíntesis intracelular de las proteínas y otros aspectos de la biología de los virus. Por sus descubrimientos acerca del funcionamiento del ADN, en el año 1959 fue galardonado con el Premio Nobel de Medicina, junto a uno de sus discípulos, el estadounidense Arthur Kornberg.
Por qué la vida y el trabajo de Ochoa marcarían un antes y un después en el campo del conocimiento.
La contribución científica de Severo Ochoa a la medicina moderna
Nació en 1905 en la localidad asturiana de Luarca, España. Era el último de una larga lista de ocho hermanos que habían vivido en Puerto Rico por distintos negocios de la familia.
Sus primeros años transcurrieron entre Málaga y Asturias, su padre ya había fallecido y su madre tenía una bronquitis crónica que trataban en distintas clínicas de la época. Luego de terminar una educación jesuita, en 1921, comenzó a interesarse por el estudio de las ciencias naturales, inspirado por su profesor de química del colegio.
Si bien ha declarado y escrito en su biografía que la medicina no lo atraía particularmente, empezó en la Facultad de Medicina de Madrid en el año 1923, ya que veía en esa carrera lo más cercano a su real interés: la biología.
Severo Ochoa hizo un gran aporte a la investigación del ADN.
Sus primeras investigaciones y sus publicaciones científicas las realizó en un laboratorio de Glasgow, Escocia. En 1929, pasaría al laboratorio del profesor Otto Fritz Meyerhof, el Nobel de Fisiología o Medicina de 1922. Allí, con la tutela de este también muy renombrado profesional, tomaría los temas de la función enzimática y los catalizadores biológicos como vectores de su carrera.
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De vuelta en España, se casó con su compañera de toda la vida, Carmen García-Cobián, y volvió a viajar a Londres, donde amplió sus estudios en enzimología, sobre la glioxalasa y la influencia de las glándulas adrenales en la contracción muscular.
Cuando comenzó la Segunda Guerra Mundial, se exilió con su esposa en Estados Unidos. Allí fue donde terminó desarrollando los estudios que marcaron a la medicina moderna sobre la biología molecular y la genética.
Un hospital de Levante con el nombre de Severo Ochoa.
En el 1955, Severo Ochoa aisló una enzima de una célula bacteriana de “Escherichia coli” implicada en la síntesis del ARN mensajero o la transcripción del ADN. Muy poco tiempo después, su discípulo Arthur Kornberg, demostró que la síntesis de ADN también requiere de otra enzima polimerasa que es específica para esta cadena.
Estos hallazgos hicieron que a ambos les dieran el Premio Nobel de Fisiología y Medicina en 1959. Ochoa era el tercer español en recibirlo en la historia de estos galardones, el primero había sido para la literatura de José de Echegaray y el segundo también para un médico, Santiago Ramón y Cajal.
Severo Ochoa volvió a España, pero luego de que su esposa falleciera en 1986, se sumió en una depresión que lo alejó bastante de su trabajo de investigación. Falleció en 1993, a los 88 años.
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