El otro torneo del River de Gallardo

El desafío de Marcelo Gallardo para esta temporada que el miércoles tendrá su segunda parada es tan grande como la expectativa que generó el mercado de pases que logró en buena parte él desde su rol de CEO-deté. El estilo con el que brillaron los mejores equipos del Muñeco en su primer y glorioso ciclo, sumado a lo intimidante que puede resultar enfrentarse a apellidos célebres que en este caso incluyen a cuatro campeones del mundo implican, ya está visto, una postura y un plan de juego cada vez más extremo en los rivales con los que se cruce River, especialmente en el fútbol argentino: hoy, sabe el entrenador, serán muy pocos los adversarios que midan fuerzas de igual a igual, ataque por ataque, contra el CARP.

Y eso eleva la vara también para un MG que notó, incluso en un 2024 en el que el juego no fluía, que ni siquiera equipos grandes como Racing (la Acadé le ganó apostando al choque permanente y pelotas largas) o San Lorenzo (le sacó un empate haciendo tiempo) se plantaron como pares.

Ese escenario promete exagerarse cada vez más: aunque pueda sonar extraño, tal vez contraintuitivo, mientras la vara competitiva del fútbol argentino baje por un campeonato que sigue sumando equipos y la distancia de un club como River en términos de presupuesto y nombres siga estirándose respecto al resto, más difíciles pueden resultar los formatos de partido para el CARP. Ya lo sufrió el sábado en Vicente López: Platense se encontró con un gol casi sin querer y el equipo de Gallardo manejó la pelota -fútilmente- por detrás de un enjambre de defensores rivales hasta empatar por un espasmo sobre el final.

Un modelo de partido que promete replicarse este miércoles contra Instituto y también el resto del año. A medida que River crezca en plantel y expectativas, probablemente menos van a ser los espacios para jugar: el Muñeco tendrá que ingeniárselas para inventarlos y tal vez de eso se trate su tarea principal en 2025.