El Museo Van Gogh de Ámsterdam volvió a desestimar la autoría del artista neerlandés en el caso del cuadro Elimar, adquirido en 2016 por menos de 50 dólares en una venta de garaje en Minnesota, Estados Unidos, y atribuído la semana pasada al pintor de los girasoles por un equipo de peritos y especialistas.
Un portavoz del museo ratificó hoy a LA NACION vía correo electrónico la desestimación que había trascendido en el medio especializado ArtDependence: “Basándonos en nuestra opinión, ya expresada en 2019 respecto a esta pintura, mantenemos nuestra postura de que no se trata de una obra auténtica de Vincent van Gogh”.
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El cuadro, inicialmente adquirido por un coleccionista de antigüedades, fue vendido posteriormente a LMI Group International, empresa neoyorquina especializada en análisis de datos aplicados al patrimonio cultural. La compañía, que se dedica a autenticar y valorar obras de arte mediante métodos científicos y tecnología patentada, publicó un extenso informe de 458 páginas en el que concluyó que Elimar había sido pintado por Vincent van Gogh en 1889, durante su internación en el hospital psiquiátrico Saint-Paul-de-Mausole, en Saint-Rémy-de-Provence, Francia.
La controversia en torno a la autenticidad de la obra no es nueva. En 2019, cuando el anterior propietario intentó validar el cuadro, el Museo Van Gogh ya había rechazado la atribución. En un mail fechado el 1° de febrero de ese año, la institución explicó que, tras examinar detalladamente las imágenes enviadas y basándose en las características estilísticas de la pintura, no podía reconocerla como parte del legado de Van Gogh.
El proceso de autenticación de LMI Group International contó con la participación de aproximadamente veinte especialistas, entre ellos historiadores del arte, conservadores, científicos y químicos. Según la firma, Van Gogh se habría inspirado en Retrato de Niels Gaihede, de Michael Ancher. La pintura representa a un conocido pescador de Skagen, en el norte de Dinamarca, con un gorro, una pipa en la boca y una aguja de coser redes en una mano, con un paisaje marino de fondo.
Van Gogh no habría copiado la obra de Ancher, sino que la “tradujo”. En su informe, LMI cita una carta que el pintor envió a su hermano Theo en 1890, en la que explicaba que no se dedicaba a “copiar pura y simplemente” obras de otros artistas, sino a “traducirlas a otro lenguaje, el de los colores, las impresiones del claroscuro y el blanco y negro”.
“Al integrar la ciencia y la tecnología con las herramientas tradicionales de la experiencia, el contexto histórico, el análisis formal y la investigación de la procedencia, nuestro objetivo es ampliar y adaptar los recursos disponibles para la autenticación de obras de arte basándonos en las propiedades únicas de las obras que están bajo nuestro cuidado”, había expresado en un comunicado de prensa Lawrence M. Shindell, presidente y CEO de LMI.
Según detalla el sitio estadounidense Artnews, LMI emitió un comunicado luego de que se hiciera pública la negativa del Museo Van Gogh, afirmando que estaban perplejos “ante el hecho de que el Museo Van Gogh haya invertido menos de un día laboral para rechazar de manera sumaria los hechos presentados (…) sin ofrecer ninguna explicación, y mucho menos sin estudiar directamente la pintura, limitándose a observar una reproducción en formato JPEG.”
“Esperábamos que el Museo detallara los hechos específicos de nuestro extenso informe con los que sus expertos no están de acuerdo y las razones de ello, así como los datos que el Museo pueda tener y que, en su opinión, cambiarían la atribución, explicando por qué con particularidad. Hemos ofrecido conectar al Museo con los académicos y científicos que contribuyeron al informe para discutir sus hallazgos, y también hemos propuesto llevar la pintura a Ámsterdam para su estudio en persona”, señaló LMI Group.