El Pilates fue creado a principios del siglo XX por Joseph Hubertus Pilates, un alemán nacido en 1883. Desde pequeño, Joseph sufrió diversas enfermedades como asma, raquitismo y fiebre reumática, lo que lo motivó a desarrollar un sistema de ejercicios para fortalecer su cuerpo y mejorar su salud.
Actualmente se trata de un método de ejercicio que combina fuerza, flexibilidad y control del cuerpo, aportando numerosos beneficios tanto físicos como mentales.
Y son muchísimas las personas que practican pilates. Según la Fundación Pilates, en 2023 hubo 12 millones de personas en todo el mundo que eligieron pilates para hacer ejercicios.
Todo lo anterior no es novedad, es algo que sabe todo el mundo. Lo nuevo es lo que sucede en Francia por estos días. Donde se ha generado un insólito debate que podría terminar afectando a una parte de la población que hace pilates en el país galo: se trata de los hombres.
Sí, los hombres en el país de la Torre Eiffel podrían verse impedidos de realizar pilates. Sí, al parecer, los deseos de prohibición de género ahora recae sobre ellos.
El pedido de prohibir que los hombres realicen pilates proviene de las mujeres. Las francesas están reclamando que se conserven espacios seguros y consideran que los hombres los ponen en peligro. De esta manera afirman que pueden vestir como quieren, sin preocuparse de que nadie las mire.
Pilates
¿Qué son los espacios seguros?
Los espacios seguros son entornos físicos o virtuales diseñados para que las personas puedan expresarse, interactuar y desarrollarse sin temor a discriminación, violencia o juicios negativos.
Suelen estar asociados a comunidades vulnerables, al ámbito educativo, a la salud mental y a entornos laborales inclusivos.
Sin presión. Los hombres que quieren practicar pilates afirman que al practicarlo logran alejarse de estereotipos de género, de rendimiento y de competitividad. De esta manera pueden hacer ejercicio sin la presión de mostrar ser masculino en todo momento.
“Las mujeres tienen una historia en el deporte marcada por dificultades y traumas», le dijo a La Vanguardia, Marine Romezin, quien es experta en cuestiones de igualdad en el deporte.
«Como adultas, finalmente han encontrado una práctica que les conviene, así que lo que puede suceder es que hoy quieran quedarse entre ellas para mantener este espacio donde se sienten bien sin ser juzgadas, miradas y sexualizadas”, opinó la especialista.
Sea como fuera, lo cierto es que los hombres franceses podrían quedarse sin pilates. O, si así se decide, retornar a los viejos estereotipos y volver a instalar espacios para hombres y otro separado para mujeres. Porque siempre se puede volver.
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