“Al componer una canción, siempre pienso que la van a escuchar en lugares y situaciones de lo más diversas y que tendría que ser significativa en todos los casos. Que tenga algo que decirle a un nene que vive cerca del río, a otro que queda cuidando a su hermano porque su mamá sale a cartonear o a una nena que pasa horas sola en un departamento con un teléfono porque su papá trabaja todo el día. No podemos cantarle a una sola infancia idealizada”.
Así habla Ruth Hillar, compositora, cantante e intérprete de flauta y acordeón y fundadora de Canticuénticos, la popular banda para chicos nacida hace 17 años.
Y explica a Clarín Cultura: “Creo que se trata de aprender a mirar desde la sensibilidad e intentar ponerse en el lugar del prójimo. Hay una multiplicidad de infancias formadas por nenas y nenes que viven vidas de lo más diversas y desmesuradamente desiguales en cuanto a recursos, contención y cariño. Acá juega la empatía y la responsabilidad ante la sociedad, para no dejar afuera de nuestra propuesta artística justamente a quienes más la necesitan”.
Canticuénticos está formado por Hillar (voz, flauta y acordeón), Laura Ibáñez (voz), Cintia Bertolino (voz), Gonzalo Carmelé (bajo y coros), Daniel Bianchi (guitarra, cuatro y coros), Nahuel Ramayo (batería, percusión y coros) y Sebastián Cúneo (producción, iluminación, fotografía y video). También lo integran Javier Escandell (sonido), Darío Zini (asistencia de escenario, aerófonos, charango y percusión) y Rocío Solís (voz invitada).
Canticuénticos. La agrupación ya cumplió 17 años. Foto: Canticuénticos
La agrupación tiene editados 6 álbumes con canciones que hablan de diversión y sufrimientos con ritmos de folclores argentinos y latinoamericanos: Canticuénticos embrujados (2009), Nada en su lugar (2013), Algo que decirte (2015),¿Por qué, por qué? (2018), A cocochito (2020 – ganador del Premio Gardel por Mejor Álbum Infantil) y Para saber que te quiero (2023, también ganador del Gardel). Ahora, tras una gira por España, el grupo cierra una serie de recitales en Buenos Aires con una presentación este domingo 9 de febrero en el patio del Centro Cultural Konex de la Ciudad.
Seguro escucharon La cumbia del monstruo de la laguna (con más de 150 millones de vistas en YouTube), Quiero para mí, El pulpo cocinero y El Mamboretá, entre otros clásicos. Y deben recordar Hay secretos, que Hillar escribió en 2017 con asesoría profesional, y queayudó a una chica a contar abusos de un vecino, lo cual ayudó a otros a poder hablar y, finalmente, a que el responsable fuera juzgado y quedara preso.
¿Qué dice Hay secretos? “¿Hay secretos chiquitos/Que te invitan a jugar/Y hay secretos tan enormes/Que te vienen a asustar/Hay secretos livianitos/Que te llevan a volar/Y hay secretos tan pesados/Que no dejan respirar…No se tienen que guardar los secretos que hacen mal”. Y no menos importante: “Acá estoy/Quiero ayudarte, sé que decis la verdad/Ya no habrá que andar con miedo/Porque te voy a cuidar”.
La canción fue incluida como recurso para trabajar contenidos de la ley de Educación Sexual Integral (ESI), de 2006. En YouTube, su video sumó más de cuatro millones y medio de vistas.
De la mano de planes de educación y de docentes, aparte de los chicos, la obra de Canticuénticos ya había entrado hacía rato a las aulas, asunto que Hillar vuelva a agradecer en esta nota.
Igual, a comienzos de este año, con la ESI en la mira de los gobiernos de Nación y la Ciudad, No hay secretos quedó en el centro de un escándalo: el Gobierno nacional la bajó del portal Educ.ar y, en medio de repudios, retrocedió. Hoy aparece junto a En una cajita de fósforos, de María Elena Walsh. Por su parte, la Ciudad anunció la revisión de los contenidos de la ESI y afirmó que no estarán disponibles en su página web hasta que la termine.
Canticuénticos. Portada de Hay secretos. Foto: Gerbera
-La ESI es hoy un campo de batalla donde se discute sobre ideología y ciencia. ¿Qué subrayás sobre el valor del arte?
-El arte interpela desde un lugar propio, con un decir que trasciende el lenguaje científico, pero que muchas veces deja ver claramente su posición en cuanto al campo de las ideas. Creo que tenemos que devolverle a la palabra “ideología” su verdadero significado: el conjunto de ideas que caracteriza el pensamiento de una persona. Últimamente escuchamos la palabra “ideología” con una connotación negativa y muchas veces asociada al concepto “ideología de género”, un concepto inventado por quienes critican y combaten la “perspectiva de género”. El discurso del arte puede tomar elementos tanto de las ciencias duras como de las ciencias sociales, pero siempre manda la poética. Y esto hace que las posibilidades de comunicar sean diferentes: una canción puede establecer una especie de línea directa con la emocionalidad de quien escucha y puede interpelar a esta persona de una manera mucho más intensa que otro tipo de mensajes.
-¿Cómo afecta a los chicos el enfrentamiento virulento de visiones en torno a la ESI? ¿Cómo se para Canticuénticos?
-Lo que veo en este momento, en nuestro país, es una gran violencia desde el Estado. Esta violencia toma diversas formas: desde el lenguaje completamente inadecuado e inaceptable que usa el presidente -Javier Milei-, deshumanizando, insultando a grupos solo por tener ideas diferentes a las suyas (y que habilita y promueve la violencia discursiva de toda la sociedad) hasta los decretos que desfinancian y dan de baja las estructuras de sostén para poblaciones en riesgo. Como sociedad, tenemos todo el derecho a protestar, no agrediéndonos desde las redes, no subiéndonos a ese ring que no lleva a ninguna parte. Pero sí, sentando nuestras posiciones cuando tenemos la palabra… Nuestras canciones dialogan con los discursos de odio desde otro lugar, compasivo y amoroso.
«El lorito Teté», libro, por Gerbera Editorial. Valor: 13 mil pesos
–¿Cómo definirías las herramientas que ofrece el arte para los chicos ante estas situaciones de violencia?
-El arte puede ofrecer múltiples recursos para ampliar la mirada sobre todas las cosas. Podemos aprender a mirar a través de las ventanas de la sensibilidad, la empatía y la compasión. Podemos encontrar muchas más coincidencias con nuestro prójimo, de las que creíamos que íbamos a encontrar. Y esto, de por sí, puede ayudar a hacer bajar los niveles de violencia dentro de un grupo, una familia o una sociedad. Comprender y respetar al prójimo es el comienzo. Las canciones de Canticuénticos también les cantan a los adultos, buscando sensibilizarlos, ya que son los responsables del bienestar de nenas y nenes, y, terriblemente, también sus agresores.
-Siempre decís que el arte ayuda y está más que demostrado con Hay secretos. ¿Pero el mensaje condiciona las canciones? ¿Cómo buscás que no pase?
-Tengo muy presente, al componer, que estamos generando contenido artístico y que si un supuesto “mensaje” se impone a la “poesía”, ya estamos andando otro camino. La poesía es la gran guía. Soy partidaria de que haya un cierto “misterio” en las canciones, eso que solo se sugiere para que quien escucha la complete según sus ideas, vivencias y sentires. Si hiciéramos un paralelismo con una fábula, pienso que lo lindo es dejar que cada quién elabore su propia “moraleja” y no bajar líneas rígidas. Me gusta cuando las letras de las canciones dejan puntas flotando, puertas abiertas, preguntas sin responder. Cada vez que escribo una canción, pruebo a ver qué me pasa a mí cantándola, escuchándola… y si me conmueve, si me llega de manera profunda, sé que ahí puede haber algo de verdad y recién empiezo a preguntarme cómo la escucharán otras personas.
Canticuénticos. Ilustración para El Mamboretá. Archivo
El libro y tu tiempo
Además de las canciones, Canticuénticos lleva editadas tres colecciones de libros, con 18 títulos en total. Se trata de Canticuénticos en papel (Gerbera Ediciones), con ilustraciones de Estrellita Caracol, Canticuénticos en cartón (de Gerbera también) es una colección de libros pequeños en cartoné (hojas duras) pensada para la primera infancia, ilustrados por Martina Cúneo y Canticuénticos en Canciones (misma editorial), reemplaza al formato del CD.
Empezaron con personajes emblemáticos del grupo, como el Monstruo, el Mamboretá o el lorito Teté. Hillar suele explicar que cada tema “puede dar la bienvenida a un nuevo título” pero arrancaron con aquellos que tienen “letras más significativas o las que refieren a algún personaje muy querido”.
¿Pero por qué los libros? ¿Qué suman a la banda? ¿Y a sus seguidores?
-El proyecto de incorporar el formato “libro” y generar otra propuesta de comunicación a partir de las letras de las canciones tiene que ver con un intento de acercar a nuestro público chiquito a los libros. Sabemos que estamos en una época en la cual no es fácil salir de las pantallas, concentrase un rato largo en algo, romper la dinámica del scrolling… Los libros pueden ser grandes aliados en ese sentido y, cuanto antes nos amiguemos con ellos, más probable será que podamos sostener ese vínculo durante toda la vida.
Canticuénticos. Portada del libro en cartoné. Valor 13.500 pesos.
-¿Tus textos nacen con música? ¿Cómo definirías la relación entre poema/canción y poema/libro?
-Es una linda pregunta. Creo que sí, los textos que escribo siempre nacen con música. A veces, porque compongo letra, melodía y ritmo en simultáneo, pero hay casos en que escribo primero la letra sola y ese texto ya es, de alguna manera, “musical”. Nunca compongo en silencio, necesito cantar o “decir” las frases que voy armando y sentir que tienen música por sí mismas. Hay un doble trabajo ahí, combinando el uso de recursos poéticos y estructurales con un abordaje más intuitivo y libre. Tanto en la relación del texto con la música como con las ilustraciones, se da una especie de conversación, mediante la cual, lo que propone la letra puede ampliarse, resignificarse, enriquecerse… Y pensando en la relación del poema con el libro, es darle materialidad, tangibilidad, a algo que no la tendría, es permitir el contacto físico con ese objeto que invita a encontrarse con el texto y las ilustraciones y en el que la experiencia no tiene un tiempo acotado como el de una canción. El libro se dispone a que lo recorramos a nuestro tiempo, que nos quedemos pensando después de un párrafo, que volvamos atrás, que saltemos una página…
Canticuénticos. El Monstruo…Valor del libro 7.200 pesos.
En red sin redes
-Canticuénticos tiene booms en Spotify y en YouTube, por ejemplo. ¿Cómo ves la relación de los chicos con las tecnologías?
-Creo que las tecnologías cumplen sus miles de propósitos pero tienden a que vayamos siendo cada vez más dependientes de ellas y a separarnos socialmente. Especialmente, las pantallas, que son las grandes interferencias a la hora de comunicarnos de humanos a humanos. Y cada vez nos exigen que les dediquemos más y más tiempo. Lo ideal sería que las nenas y nenes menores de 6 años ni siquiera se asomen a las pantallas, para cuidar su desarrollo neuronal. El problema es que, para cualquiera que quiera dar a conocer su trabajo, y los músicos estamos incluidos, es muy difícil prescindir de las plataformas digitales, pero nos da una enorme satisfacción cuando las canciones se liberan de los dispositivos tecnológicos y empiezan a sonar en las voces o instrumentos de chicos y grandes, en las escuelas, en los jardines, en las plazas, en los hogares.
Luego de La Plata, Mar del Plata y Necochea, Canticuénticos se presenta el domingo 9 de febrero a las 19 en el Konex (Sarmiento 3131, Caba).
JS