Pese a la sangrienta guerra del narcotráfico, el desplome de la economía y una aguda crisis energética, los ecuatorianos se muestran optimistas sobre el futuro de su país tras las elecciones del domingo.
Los últimos años han sido brutales y caóticos para Ecuador, una pintoresca nación andina de unos 18 millones de habitantes que llegó a ser bastión de estabilidad en una región convulsa.
Los cortes de electricidad provocados por una histórica sequía han sumido al país en la oscuridad. La violencia alimentada por el narcotráfico ha provocado el asesinato de un candidato presidencial, el control de las cárceles por parte de bandas criminales y el asalto de un canal de televisión por hombres armados mientras sus periodistas transmitían en directo.
Pero una encuesta publicada en diciembre por la firma local Comunicaliza mostró que más del 50% de los votantes cree que su país estará mejor este año.
«¿Por qué?», se preguntan analistas, menos optimistas.
El futuro presidente enfrentará múltiples desafíos.
«Ecuador está en un momento muy difícil, creo que en la peor crisis desde que regresamos a la democracia» hace casi medio siglo, asegura Leonardo Laso, analista político.
Dolarizado, con estratégicos puertos en el Pacífico y encajonado entre los dos mayores productores de cocaína del mundo -Colombia y Perú-, Ecuador se ha convertido en un paraíso narco.
«En Ecuador operan las mafias albanesas y balcánicas, la Ndrangheta italiana y las mafias turcas», afirma Douglas Farah, consultor de seguridad y analista de América Latina.
«Y ahora tienes bandas locales como Los Lobos y los Choneros, que luchan por el territorio, para poder mover el producto a través de Ecuador hacia sus nuevos compradores en Europa y en Asia», agrega.
Violencia de todo tipo
Esta transformación ha dejado niveles récord de asesinatos, extorsiones y secuestros, que han sobrepasado las capacidades de la fuerza pública.
Miembros del Ejército patrullan las calles del barrio de Guamani, en el sur de Quito. Foto AFP
Los ecuatorianos «nunca habían sufrido este tipo de violencia», afirma Farah. «Se están viendo azotados por un fenómeno totalmente nuevo para el que no están preparados en absoluto».
La respuesta de Noboa ha sido desplegar las Fuerzas Armadas, detener a los líderes de las bandas e interceptar los envíos de cocaína, cuando ha sido posible.
El mandatario ha dado a la población la sensación de que se está haciendo algo, aunque pocos expertos creen que sea una estrategia de éxito a largo plazo.
Alternativas como fortalecer la fuerza pública y los servicios sociales, reformar las prisiones y generar empleos cuestan tiempo y dinero. Ecuador tiene poco de ambos.
En la nación sudamericana, las carreteras e infraestructuras que en su día fueron la envidia de la región, hoy empiezan a verse deterioradas.
«Es muy probable que la economía se contrajera el año pasado», dice el economista Alberto Acosta Burneo.
El analista culpa en parte a los apagones a lo largo de 2024, causados por una sequía que afectó a la generación hidroeléctrica, y que provocaron el cierre de negocios.
Pero los expertos también señalan a la falta de inversión.
Tras más de una década de gasto sin los ingresos de la bonanza de los precios del petróleo, que en su momento llenaron las arcas del Estado, la deuda pública se sitúa ahora en torno al 57% del PIB, según el FMI.
Recientemente, Noboa acudió al FMI para solicitar un salvavidas financiero. Pero es probable que haya más recortes, pues el país sigue teniendo dificultades para obtener préstamos baratos en los mercados de renta fija debido a la escasez de reservas y a más de una decena de impagos recientes.
La situación de seguridad ha agravado los problemas económicos del país, ahuyentando a visitantes e inversores. «No hay turistas, no hay clientes», dice María Delfina Toaquiza, una artesana indígena de 58 años con un puesto en una colina con vista al casco antiguo de Quito.
Para Laso la dura ofensiva militar de Noboa para abordar el problema de las drogas también ha dañado la imagen del país.
«Sale con chaleco antibalas y casco, declara el estado de excepción, cerró las fronteras con las elecciones por un potencial problema que pueda darse. Y él, cuando hace esas declaraciones tan duras (…) anula toda posibilidad de inversión», asegura.
Por si fuera poco, el nuevo presidente también deberá sortear a su homólogo estadounidense Donald Trump, sus deportaciones y amenazas de aranceles.
Noboa ha accedido a ayudar con las deportaciones de Estados Unidos, pese a que los migrantes envían unos 6.000 millones de dólares al año a Ecuador. Cualquier disminución de esas remesas se sentiría profundamente.
«La migración era como una válvula de presión para la economía, que ahora está bloqueada debido a las políticas de Trump», dice Acosta Burneo.
Fuente: AFP
PB
Mirá también
Mirá también
Elecciones en Ecuador: cerraron las urnas y se esperan los primeros resultados oficiales, pero un sondeo de boca de urna da un resultado que pondría a Noboa a un paso de la reelección
Mirá también
Mirá también
Maratón electoral latinoamericano:
el pragmatismo desplaza a la ideología
Newsletter Clarín
Recibí en tu email todas las noticias, coberturas, historias y análisis de la mano de nuestros periodistas especializados
QUIERO RECIBIRLO
Tags relacionados