Hay malhumor en el vestuario de Boca. Por la derrota con Alianza. Por el reto frente a las cámaras de Gago a Zeballos. Por la presencia de Riquelme en el vestuario tras la caída ante los peruanos. Si el tiempo todo lo cura, desde la fatídica noche de Lima al reencuentro de este jueves puso paños fríos en el plantel aunque la situación sigue tensa. Y seguirá si no aparecen los resultados. El problema es que los resultados aparecerán cuando el equipo juegue bien. Y de eso es responsable el técnico con sus volantazos constantes y la producción de esos jugadores que se sienten “tocados”. Tal vez ese clima caldeado sirva de revulsivo.
Técnico y plantel volvieron a verse en BocaPredio. El técnico tenía previsto hablar con los capitanes y referentes (Cavani, Rojo, Advíncula y ahora se sumó Marchesín) pero prefirió no hacer diferencias y armó una reunión grupal en la mantuvo el tono fuerte que había mostrado con Zeballos. “Jugamos un desastre”, les dijo y luego fue marcando los errores individuales de quienes jugaron con Alianza. Ratificó el principio de autoridad: “No hay crédito para nadie, va a jugar el que esté bien. Pero va a a jugar el que corra”, les dijo a los players que se mantuvieron en silencio. No hubo respuesta, no hubo discusión. Pero a los futbolistas no les gustó que los pusieran “en capilla”. Sabían que la reunión y el tirón de orejas iba a trascender. También saben que no están rindiendo y que no pueden tapar el sol con un dedo. Pero no debatieron con Gago sobre el juego, el punto clave.
Había molestado mucho el reto a Zeballos. No pocos consideraron que como el Changuito es un joven, pagó por todos. Otros, más amplios en el intento por comprender al técnico creyeron que el chirlo a Zeballos se lo llevó el pibe porque era el más cercano al técnico en ese momento del partido. Pudo haber sido otro. Si el reclamo de Gago, ratificado en el predio («el que no corre no juega”) pudo haber sido adjudicado a cualquiera de los once que estaban en cancha.
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Hubo malhumor. Ahora calma. Pero queda la desconfianza. tras el chirlo. Es que el problema, entienden algunos en el plantel, no es la entrega sino el juego. Es patético ver que quien tiene la pelota no tiene modo de continuar la jugada o no sabe cómo progresar. Menos, cómo replegarse y defender.
No habrá rebelión porque todos están en el mismo barco y el técnico tiene el apoyo de Román, que es otro capítulo. Gago sabe bien qué pasa cuando los ágiles se enfrentan al técnico. Habría que recordar su paso por la Selección de Basile para comprobarlo.
También hay mal humor en Román y sus acompañantes pero lejos están de quemar las naves. No tirarán por la ventana a Gago ni a ningún jugador. Dan crédito: por ahora sólo ocurrió la irrupción de Román en los camarines, como hizo con todos los técnicos. Ahora, el presidente y el Consejo están más pendiente de cómo ayudar a Gago para que encuentre un equipo competitivo que en pasarle facturas. ¿Significa esto que le armarán el equipo? No. Gago tampoco las toleraría. Pero habrá sugerencias.
Aldosivi parece un rival accesible. También es un riesgo. Si Boca no le gana con claridad irá todavía más presionado a la revancha con Alianza. Por ahora se vive la “tensa calma”. Si Boca no se clasifica hay olor a tragedia griega.