En un mundo marcado por la explotación desmedida de los recursos naturales y las tensiones sociales, la escritora mapuche Moira Millán levanta una voz poderosa con su libro Terricidio, sabiduría ancestral para un mundo alternativo (Sudamericana).
En esta obra, Millán denuncia las múltiples formas de violencia estructural que azotan a los pueblos indígenas, desde el genocidio hasta el ecocidio, pasando por el epistemicidio que borra las cosmovisiones ancestrales. Su concepto de «Terricidio» no solo abarca la destrucción de la naturaleza, sino también la violencia simbólica que se ejerce sobre las culturas originarias, los saberes y las identidades que estas representan.
Con una mirada crítica al sistema capitalista y colonial que ha dominado los territorios indígenas, Millán propone una revolución telúrica, una utopía que aspira a reconfigurar nuestra relación con la Tierra y los pueblos originarios. Esta revolución se basa en la necesidad de rescatar un modelo civilizatorio que valore la vida, el cuidado de la naturaleza y la diversidad cultural. Terricidio invita a repensar nuestras estructuras sociales, a cuestionar la narrativa colonial y a caminar hacia un futuro más justo, equitativo y en armonía con la Madre Tierra.
Desde su tierra natal en el Sur del país, la escritora mapuche habló con Clarín sobre el origen de su libro y de la necesidad de que se conozca la lucha de su pueblo a favor de la vida.
–¿Podrías definir el concepto de terricidio?
–Es un concepto que fui creando a partir de diagnosticar la realidad que nos atraviesa a los pueblos indígenas, tiene que ver con todas las formas de agredir la vida que ha creado el sistema capitalista. El terricidio engloba el genocidio, el epistemicidio, el ecocidio, los feminicidios, es decir, las maneras de eliminar la vida.
–¿También los lazos sociales?
–Claro, el epistemicidio es la eliminación de los modos de entender la vida y en esos modos de entender la vida, los pueblos indígenas son un elemento constitutivo en la filosofía, en la construcción de las relaciones sociales basadas en la solidaridad, la reciprocidad, la amorosidad, la ayuda mutua y la gratitud con la madre tierra.
–Además decís que hay que pensar o volver a pensar en retomar una nueva ontología.
–La necesitamos para poder nutrir un nuevo modelo civilizatorio. La sociedad surgida del coloniaje sobre nuestros territorios tiene que desaprender lo que se le ha enseñado como sistema civilizatorio y enraizarse en las fuerzas telúricas y en los territorios. Tenemos que abandonar los modelos necróticos de civilización y crear modelos civilizatorios que abracen a la vida y entender que somos pluriversales. Debemos recuperar esa diversidad cultural que ha vivido ancestralmente en los territorios y tejer en esta pluralidad de saberes, de principios y de culturas que somos, la necesidad de descolonizar. Sobre todo en estos tiempos en los que estamos viendo que ha sido exitoso el vaciamiento de las palabras, de la memoria y de la verdad. Lamentablemente esa fuerza colonial (cuando hablo de fuerza colonial, me refiero a ese modo de entender la supremacía racista patriarcal, la estratificación de clases, la opresión hacia aquello que no responde a la hegemonía cultural social o a la hegemonía de género) fue la que creó nuestras repúblicas. Y no ha sido revisada, ni cuestionada, ni interpelada, sino muy por el contrario, a partir de ella, se crean herramientas como la educación para ir configurando esa hegemonía ficticia de homogeneización de los pueblos en una estructura de pensamiento y de normativas que violentan nuestra esencia. Siempre digo yo que en nombre de la institucionalidad se desintegra el orden cósmico y ahí aparece la verdadera grieta. En este país racista, la grieta no es entra la izquierda y la derecha, la grieta es el racismo completamente materialista, antropocéntrico y machista de los pueblos colonizados que van urdiendo y cerrándose en una especie de mortaja, con la que vamos a asistir a nuestro propio funeral como humanidad.
Moira Millán nació en El Maitén, agosto de 1970, es una weychafe (guerrera) mapuche y activista. Foto: gentileza.
–En ese sentido, vos hablás de la revolución telúrica.
–Sí, la revolución telúrica es un sueño, una aspiración, una utopía que es necesaria porque nos permite caminar. Esta revolución telúrica lo que plantea es la creación de un modelo que escuche a la tierra, que la proteja de la contaminación, del cambio climático, de la especulación de las grandes corporaciones contaminantes. Tiene que ver con cómo empezamos realmente a desandar este sistema de muerte, sembrando vida. Pero justamente, somos los pueblos que estamos sembrando vida, quienes estamos siendo atacados hoy en día con los desalojos y las violencias. Estamos viviendo una noche muy oscura, pero vamos a atravesarla y esa luminosidad, esa utopía que percibo detrás de esta noche oscura es lo que llamo la revolución telúrica. Hoy el despojo es global, estamos viendo guerras que pasan completamente invisibles ante la humanidad, el aullido doloroso de los pueblos que lo están sufriendo como Sudán, el Congo Palestina y todas esas situaciones de genocidio que se están viviendo en diferentes latitudes del planeta tienen que ver con el despojo, con el saqueo y con la esclavitud. De querer avanzar hacia la amplificación de derechos, lo único que se ha ampliado son las rejas de las cárceles, seguimos encarcelados, seguimos metidos en grandes jaulas, algunos con más espacios para caminar que otros, pero estamos todos siendo víctimas de este sistema global despiadado.
–Otro de los grandes temas es la especulación inmobiliaria.
–Sí, en la Patagonia está sucediendo y en ese nuevo ordenamiento demográfico de élite, la Patagonia se está convirtiendo en una de las zonas más caras del mundo. En ese sentido, la demonización que se hace de nuestro pueblo mapuche es tremenda, están diciendo que somos terroristas, que atentamos contra la seguridad. Y si eso lo dicen desde los Medios, las personas que viven lejos no tienen posibilidades de verificar esa información, entonces yo creo que ahí se plantea un desafío enorme, que es cómo logramos apropiarnos de un derecho que todo la humanidad tiene que es de la transhumancia, a caminar el planeta, a mirar los territorios, porque la transhumancia es parte de la conducta de la humanidad. Y cómo puede ser que nuestro pueblo, que durante miles y miles de años cuidó estos territorios, hoy sea vistos como una amenaza.
–¿Qué esperás que pase con el libro?
–Ojalá que pueda abrir un espacio de diálogo con los lectores y lectoras de Argentina para que puedan tener más herramientas para poder entender y caracterizar el momento que nos atraviesa y que podamos incluso trascenderlo, aspirando a crear un consenso entre los pueblos indígenas y los pueblos criollos que vaya más allá de una agenda electoral y que nos permita soñar un modelo de país distinto, con modelos civilizatorios distintos, que puedan conocernos de manera directa y ver cómo vivimos, qué hacemos, por qué defendemos con nuestra vida a la naturaleza. Que podamos seguir construyendo una nueva humanidad porque es nuestra responsabilidad con las generaciones que vienen y con las que nos precedieron.
Moira Millán básico
- Nació en El Maitén, agosto de 1970, es una weychafe (guerrera) mapuche y activista.
- Es una de las líderes del movimiento de recuperación de las tierras ancestrales indígenas, derecho reconocido por la reforma constitucional argentina de 1994.
- No se identifica como feminista sino como antipatriarcal, denunciando el feminicidio de mujeres indígenas, e impulsa en los Encuentros de Mujeres la mayor visibilización de la problemática de las mujeres indígenas.
- Es integrante del Movimiento de Mujeres Indígenas por el Buen Vivir. También es escritora.
Terricidio, sabiduría ancestral para un mundo alternativo, de Moira Millán (Sudamericana).
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