Según el estudio de las tendencias elaborado por el Latinbarómetro durante el 2024, Argentina es el país de América Latina donde el sistema democrático obtiene un apoyo más importante por parte de la población. El estudio muestra un país en búsqueda de transformaciones profundas, que enfrenta desafíos importantes en el campo económico, en el diseño del Estado, y también en la seguridad en las calles.
Pero se equivocan, quienes crean que los argentinos adhieren a un sistema autoritario de ideas para resolverlos. Claramente los argentinos prefieren la democracia a cualquier otro tipo de sistema y masivamente no quieren bajo ninguna circunstancia un gobierno autoritario a uno democrático. según el estudio, Argentina es el país de América Latina con mayor acuerdo en la afirmación de que “la democracia puede tener problemas, pero es el mejor sistema de gobierno”.
En otro momento se le pregunta a los entrevistados si está bien que el presidente pase por encima de las leyes, el parlamento y/o las instituciones con el objetivo de resolver los problemas, y una muy amplia mayoría de los argentinos manifiesta su desacuerdo.
En la historia de los últimos 40 años de democracia hemos pasado por diversos momentos y búsquedas para resolver nuestros problemas, pero desde la recuperación de la democracia en 1983, nunca los espíritus colectivos han adherido a posiciones autoritarias. Los embates autoritarios respondieron en general a algunas minorías intensas, pero no representaron las intenciones ampliamente democráticas y tolerantes de los ciudadanos.
La democracia y la resolución pacífica de las diferencias está inscripta como huella afectiva, en cada uno de los argentinos. Esto es así desde el fin de la terrible dictadura militar y el comienzo de un largo periodo de gobiernos democráticos iniciado por el presidente Raúl Alfonsín. La alternancia pacífica, de diferentes proyectos políticos, y de distintos liderazgos, es una muestra importante de la vitalidad de una democracia, que, con sus idas y vueltas, sus crisis y sus soluciones temporarias, mantiene en Argentina una identidad basada en el respeto hacia el que piensa distinto.
Suele suceder, sin embargo que entre los gobernantes y los gobernados, entre los votantes y los votados, se produzca un profundo malentendido. Muchas veces, las razones por las cuales un gobernante es votado no son exactamente las mismas por las cuales este cree que fue elegido.
La naturaleza de ese vínculo entre los ciudadanos y sus representantes es definida por la gente, más que por el emisor del discurso. Cómo va a decir el gran semiólogo argentino Eliseo Verón, “lo que se dice en un discurso y lo que se recibe nunca coinciden”, y esto no es un error o una falla, sino que es constitutivo de la comunicación humana.
Hay muchas formas de interpretar o apoyar a un gobernante. También hay más de un modo de resolver los problemas, de buscar el equilibrio fiscal, de reformar el Estado, o de solucionar el problema de la inseguridad. Quizás es un buen momento para pensarlos de otras maneras.
Daniel Lutzky es sociólogo y politólogo. Director de Estrategias de comunicación.
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Daniel Lutzky
Sociólogo y politólogo Director Estrategias de Comunicación.
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