Le ganó la final del Mundial a Argentina y le hizo un gol estando dopado

A cinco meses y medio de la final de la Copa del Mundo que Brasil le ganó a Argentina por 2 a 1 en Uzbekistán, se conoció una noticia que desató un escándalo con uno de los jugadores que marcó en aquel partido a favor de la verdeamarela: Carlos Vagner Gularte Filho más conocido como Ferrao, dio positivo en el control antidoping previo a la definición del Mundial.

El jugador, elegido tres veces seguidas como mejor del mundo (2019, 20 y 21), estaba en el hotel de la concentración en Tahskent, y fue seleccionado de manera aleatoria. Allí tuvo que entregar dos muestras de orina, las que luego arrojarían los resultados del jugador del Semey.

El pivot brasileño dio positivo en testosterona en un control de doping que se le realizó en el viernes 4 de octubre, 48 horas antes del duelo con la Selección Argentina para definir al campeón del mundo. En ese duelo que Brasil ganó su sexto Mundial, Ferrao hizo el primer gol del partido a los cinco minutos y luego se tuvo que retirar de la cancha por un golpe.

Como la primera muestra dio positiva en esta sustancia, se le puso una sanción provisional. A partir de que es informado por la FIFA, el jugador tiene derecho a pedir los resultados de la segunda muestra, y ambas confirmaron finalmente, el 20 de enero, que tenía una cantidad de testosterona prohibida para la actividad, que mejora la capacidad física.

Ya en diciembre el ex jugador del Barcelona dejó de jugar con su equipo en la liga de Kazajistán por la suspensión provisional que se le aplicó al momento que fue informado de las alteraciones en los resultados de la primera muestra.

A partir de que se confirmó el hecho empezó un caso que tendrá varios capítulos con intervención jurídica, de médicos y bioquímicos que analizarán e investigarán cómo fue que ocurrió lo que pasó. El jugador podrá explicar los hechos ante los jueces junto a su defensa. Si bien el título de Brasil no estaría en juego, su jugador estrella se enfrenta a una posible sanción de entre dos a cuatro años sin poder jugar.