Hombre de barba, 30 años, melómano, empresario, manager, productor, ex disc jockey y ex cadete de la cartonería de su padre, siente que hay una carencia sonora, un nicho vacante en el aire. En su mente hay un concepto de FM que en la Argentina no se conoce pero se necesita. Fines de 1984 y la cabeza de Daniel Grinbank aloja ya una radio.
El soñador de Villa Devoto ya tuvo su propio programa radial, Arrorock -un espacio de media hora comprado a Radio del Pueblo-, ya pasó por las aulas de Sociología, ya fue manager de Sui Generis, ya tiene a esa altura línea directa con los dioses del rock y una empresa de management con una hermosa oficina en Leandro N. Alem y Córdoba. No le alcanza.
Le pica otro bichito, el del éter y se asocia con dos muchachos, Raúl Fernández y Marcelo Morano. Siente que tiene que lanzarse a la pileta casi con el mismo ímpetu con que 15 años después Charly García saltará a darse un chapuzón desde el balcón de un hotel mendocino.
Enterado de que el dueño de Radio Buenos Aires no muestra interés en la FM de esa emisora, Grinbank consigue una cita con Don Herrera, dueño del medio, diputado vinculado a la Ucedé y a Álvaro Alsogaray, y lo convence de un negocio: comprarle el lote de las 24 horas, los 365 días de aire. Estamos ante el nacimiento de un hito, la Rock & Pop, cueva y escuela de música.
El 23 de enero de 1985 Rock & Pop sonó por primera vez con una programación estrictamente musical desde Avenida Belgrano 270, y se convirtió en una cátedra del aire que educó algo más que el oído. Llegó con el slogan «a la extrema derecha», un chiste vinculado a la ubicación en el dial. Pocos saben la prehistoria, el «embarazo», la incubación de ese hijo buscado que hoy suena desde la 95.9.
Damas que colaboraron con los primeros ladrillos de esa «catedral» y cuyos apellidos no son ajusticiados por la historia. Leyendas de fantasmas, razias, chimeneas de cigarrillo en las que flotaban historias asombrosas y hasta terroríficas de una Argentina analógica. Este es un viaje por los recovecos fascinantes de los orígenes.
Diario de un parto
«Hay que entender que las FM eran un apéndice de las AM, tenían un código común, y yo buscaba hacer algo que no existía, una radio con un estilo musical bien marcado», arranca su relato Daniel Grinbank. «Con la caída de la dictadura, la música había desaparecido prácticamente de las radios por la necesidad de hablar, de decir. Yo buscaba independizar la FM, que tuviera otro ritmo, otro lenguaje, otra forma de pautar y vender publicidad».
Tina Turner de visita en la Argentina con Grinbank, en 1988, tres años después del lanzamiento de Rock & Pop.
No tiene registro exacto de qué día de 1984 los planetas se alinearon: le comentó el proyecto a un hombre de familia de radio, gran conocedor del rubro, Marcelo Morano, hijo del entonces director de radio Rivadavia y hermano de Daniel Morano, el del mítico programa El Tren Fantasma.
La inversión inicial que necesitaban era de 10 mil dólares. El monto, en principio, lo puso Vicente Amorena, de la distribuidora DBN. «En un momento Amorena siente que ese proyecto no lo seduce, que esa ocupación le va a traer problemas, y en un marco amistoso decide correrse y le devolvemos ese importe a las semanas», suma el dato Grinbank, que hace una comparación para dimensionar cuánto significaban 10 mil dólares en aquella instancia. «Para tener una idea, una entrada a un recital premium costaba 15 dólares. Yo pagué 10 mil dólares antes para traer a The Police en 1980».
El primer mes de prueba de la radio, las manos del operador Guillo García, uno de los primeros obreros de aquella casa del rock, un obsesivo del sonido y las perillas, no hacían más que manipular casetes. «Usábamos unas caseteras Teac High Speed y teníamos casetes que habíamos preparado en un estudio de grabación, con dos canciones y separadores. O sea: me tocaba poner aproximadamente siete casetes por hora. Ese experimento duró unas cuatro semanas y pasamos a los vinilos, bolsos de a kilos», pinta con emoción esa época.
Leyendas de terror
Ahora que el streaming trae a tantas figuritas convencidas de que están inventando los medios desde salones minimalistas, bien vale primero un paseo por el edificio desde donde se gestó tanta belleza radial, el de Radio Buenos Aires: «Ese estilo de racionalismo lavado argentino, hecho para oficinas, de dos plantas. Tubos fluorescentes embutidos en el techo, cielo raso flotantes, alfombras, ceniceros de lata altos, se fumaba adentro en los estudios, todo lúgubre«, describe con su voz de animal de radio Lalo Mir.
«Los estudios de la radio en esa época eran siempre interiores, no daban a ningún lado, no había ventanas. Estaban pegados el de AM y el de FM. O sea que había una pecera, una vidriera, entre los dos estudios, que tenía una cortina que no permitía que se viera de un lado para el otro. Para entrar a la FM había que pasar por el control de AM, era todo medio una cochambre. Una escalera nos llevaba a la terraza y la usábamos para descansar y fumata», agrega Mir, quien entre 1987 y 1989 estuvo al mando del innovador Aquí, Radio Bangkok, junto a Bobby Flores, Douglas Vinci y otros.
«El padre» de la criatura, Daniel Grinbank. (Foto: Andres D’Elia, archivo Clarín).
En aquel refugio de la Avenida Belgrano al 200 reinaban los cuentos oscuros ligados a la dictadura recién finalizada, y algo de ese tufillo sentían los primeros trabajadores de Rock & Pop. «Era un lugar sospechado de haber sido centro de torturas, tengo el recuerdo de un subsuelo que daba miedo, donde se veían extraños elementos», admite Guillo García, operador histórico de la casa (1985 a 1997 y 2010 a 2016).
A la distancia, la gesta de esos locos ya no de la azotea sino del sótano cobra mayor magnitud. El propósito de «viralidad» se cumplió artesanalmente mucho antes de los algoritmos, las redes y la IA magnificando cada pequeño discurso. Para tener una idea: en febrero de 1986, al año de lanzado el sueño, la radio ya era la primera de las FM, con un 64% de la audiencia, y tercera en el total de todas las radios.
El Ruso Verea, Mario Pergolini y Marcelo Gantman tres décadas atrás.
«Sonar en Rock & Pop era aspiracional. Los artistas que no sonaban volvían locos a las grabadoras. No pensamos que el medio iba a tener tanto impacto. Las primeras mediciones en un universo mucho más chico nos dio un Share del 84%, una locura», recuerda Grinbank, que un día recibió un llamado de «El Flaco» Spinetta: quería obsequiarle un jingle, una versión de Camafeo que los oyentes grabaron a fuego. «Escucho Rock & Pop/ sólo Rock & Pop en el aire. Y no hay otra FM en la canción de los días/ Sólo Rock & Pop por los parlantes…».
En un primer momento, la emisión se cortaba a las 00 y se reanudaba a las 7 hasta que se decidió el funcionamiento en continuado. La discoteca, la gran estrella de esos inicios, fue creciendo con intensidad, en parte, gracias a los viajes a Inglaterra y a los Estados Unidos que solía hacer Grinbank, quien se abastecía de tantos vinilos que siempre pagaba sobrecargo. «Los musicalizadores venían a casa a saquear», se ríe el protagonista.
La misteriosa pionera
En un templo radial dominado por los hombres, pocos saben que una mujer plantó bandera como primera musicalizadora de la emisora, Elizabeth Leontief.
Su identidad hoy es un enigma. Ni el propio Grinbank, quien la convocó a fines de 1984 para arrancar «la máquina» sabe qué fue de esa señora que hizo escuela y formó a varios colegas en el arte del oído afilado y el ritmo de las perillas.
«Les fui enseñando a chicos que ahora son grandes, como Bobby Flores o Quique Prosen, a crear ambiente, porque no es cuestión de poner un disco detrás de otro. Había que crear ambiente para que la música se filtrara adentro tuyo. Todo era artesanal y había hambre de rock & roll, de buena música», se la escucha en una vieja grabación de YouTube, el único rastro que parece quedar mediáticamente de ella.
«Elizabeth habrá estado entre seis y ocho meses en la radio si los registros de memoria no me fallan, con Prosen como coordinador. Un día ella se fue, creería que se retiró de la actividad», aporta Grinbank, que resalta también la labor de otra mujer, Alicia Dayan, la primera administradora. En los iniciales equipos de musicalizadores quedaron entonces los nombres de Bobby Flores, Quique Prosen, Pablo Kohlhuber y Miguel Martínez Rial.
Lalo Mir en tiempos de «Radio Bangkok».
«Leontief fue musicalizadora de muchos programas en Del Plata, inclusive del programa 9PM que teníamos con La Negra Vernaci», se suma al misterio Lalo Mir. «Ella formaba parte del equipo de Juanjo González Padrón, DJ de fines de los ’70 y de los ’80 que tenía una disquería famosa, ShowCo, en Avenida Cabildo 2040. No tengo idea de qué fue de la vida de Elizabeth».
«Ella era la musicalizadora Senior, ‘la Teacher’, nosotros éramos todos chiquitos», recuerda Guillo García, que aporta un jugoso dato sobre el rito musical cada mañana. «Por orden de Daniel, el primer tiempo había tres opciones de canciones de apertura de programación cada día, Imagine, de John Lennon, Satisfaction, de los Rolling Stones, y Stairway to Heaven, de Led Zeppelin».
«El Negro» Eduardo Minué, emblema de la operación y parte de ese team de pioneros de Rock & Pop, se emociona cuando evoca lo que escuchó con 21 años en su casa de Villa Mitre: «Esta es la emisión de prueba de Rock & Pop, 106.3», recrea y recuerda que sonaba Pink Floyd.
Hoy Minué está dedicado a la abogacía, pero por entonces trabajaba en Radio América, en AM, y de manera impensada se produjo la magia: desde Radio Buenos Aires llamaron para pedir operadores para la FM. No imaginaba que se convertiría en uno de esos «fundadores», y que más tarde operaría, por ejemplo, Feedback, el ciclo de la dupla Ari Paluch y Mario Pergolini o el disparatado Aquí, radio Bangkok.
«Bangkok fue una cosa de locos. Un fenómeno. Sabíamos la música que íbamos a pasar, pero no lo que podía ocurrir al aire. De repente, Lalo podía decir que estaba lloviendo y afuera en verdad había un sol terrible», se ríe Minué, que presenció cientos de locuras, pero elige una en particular, el día que Mir anunció al aire que las entradas para un recital se las llevarían aquellos que se acercaran a la puerta con un sandwich de huevo frito. «Aparecieron como mil personas con su pan y su huevo. No viví nunca más en una radio algo así»
«Por ese tiempo, la FM que mejor sonaba era Láser, que después fue Aspen», juzga Minué. «Gracias a Rock & Pop llegué a trabajar en Láser simultáneamente, porque un coordinador de aire escuchó y averiguó quién operaba y me invitó a trabajar allí. No se consideraba que fueran emisoras competidoras, si hasta organizamos un partido de fútbol Láser versus Rock & Pop en el que también jugó Grinbank. Ese día yo jugué un tiempo para una radio y otro para la otra».
Vernaci y Fernando Peña en «Tarde negra».
La transición de la música permanente a los programas comenzó el 1° de abril de 1987, a las 15. A esa hora sonó el tema This is the day, de The The, y las voces de Paluch y Pergolini empezaron a escribir otra historia. La dupla había hecho el programa Feedback, ad honorem, por FM Okey en 1986, Grinbank los sintonizó y los invitó a mudarse a Rock & Pop.
Para 1989 una decisión abrupta enojó a miles de oyentes. El staff de conductores fue «limpiado» ante la amenaza de la Z95 de música tecno, y se regresó al formato inicial de pura música. El «vacío» duró poco: los programas con conductores volvieron en 1990.
En 1993, tanto Radio Buenos Aires como Rock & Pop se mudan a la Avenida Entre Ríos 1931. Otro centro operativo de la Rock & Pop eran las oficinas de Grinbank, en Alem y Córdoba. «Allí tenía el estudio de producción de los comerciales y jingles, e hicimos luego la redacción de la revista Rock & Pop en 1994», aclara.
El Ruso Verea, yendo a la radio como vendedor de discos importados hasta quedar en el staff permanente; gente durmiendo en el estudio de madrugada, la policía ingresando a inspeccionar lo que pasaba en «la madriguera» tras llamados anónimos de denuncia, Charly García irrumpiendo en los estudios en 1997 para despacharse con un minishow… Los mitos y las anécdotas erosionadas por el tiempo son infinitas, como infinitas las llamadas de atención del COMFER que llegaron a hacer peligrar la licencia.
Bobby Flores, Lalo Mir y Douglas Vinci.
Jorge Lanata con su Hora 25, Elizabeth Vernaci con Tarde negra, Mario Pergolini con ¿Cuál es?, Lalo con Buenos Aires, una divina comedia, Fernando Peña con Cucuruchos en la frente... El capítulo programas merecería más que una nota, un libro tamaño Biblia, así como la mudanza de dial (del 106.3 al 95.9), las compras y ventas de distintos grupos empresarios y las denuncias.
Parejas que se formaron dentro de esa caverna del rock o que se separaron por culpa de esos muros, hijos que llegaron de esas uniones, personas que encontraron su vocación comunicacional después de ser oyentes fieles. Rock & Pop cambió vidas, armó una tribu inolvidable y animó a unos cuantos a aventuras impensadas, como Lalo Mir, Bobby Flores y Douglas Vinci jugando a tener una banda «hija» de la radio, A mamá le dieron dos años.
«Pablo Grinbank, hermano de Daniel, tenía a su cargo lo relacionado a contrataciones y nos contrataban para ir a hacer unos shows en discotecas. Armábamos unas mesas con micrófonos y hacíamos unos simulacros de radio frente a la gente en la época en que podían putearte y escupirte», cuenta Lalo. «En un momento aparece la idea de emular una banda de ritmo y blues, algo así como los The Blues Brothers, nuestros ídolos al aire. Y con una parte de la banda Magnum 44 y algunos amigos colaboradores se armó la banda musical. Estaban Yaria de los Magnum y Cristina Dall, de Las Blacanblus. Empezamos a practicar unos temas, como Malena en versión punk, o El blues de los hermanos Schoklender. Tocamos en lugares como Haley y en el Fenix de Flores. Nos divertía mucho y la gente iba a vernos payasear».
El nombre de la banda salió la misma noche en que el grupo se disponía a debutar. Alguien estaba leyendo Crónica y un titular les llamó la atención: ‘A mamá le dieron dos años’. «Lo contaba el hijo de la animadora argentina de televisión Colomba, a quien habían agarrado con drogas entrando a Europa y así bautizamos el experimento que al tiempo murió».