En una ciudad conocida por haber sido sede de las misiones jesuíticas, por albergar la cultura guaraní y por contener una variedad de humedales, con distintas especies y aves que viven en armonía con el medio ambiente, nació hace siete años una “ocurrencia turística”, de la mano de dos emprendedores, en un espacio que los turistas cuando llegan aseguran que “es como estar en Brasil o en Costa Rica”.
César y Horacio Curet son primos y socios en otros proyectos. Miguel, el padre de César, siempre guardó un vínculo con la provincia de Corrientes, ya que en los años 70 trabajaba ahí con plantaciones de arroz y más adelante, decidió invertir en un terreno en la zona de Itatí, con la intención de generar un proyecto hotelero. Se trataba de un campo grande, dentro de la reserva del Iberá, junto con un área que tenía acceso al río.
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Sin embargo, el proyecto se paralizó, ya que, al tiempo falleció el padre de César, y los campos quedaron desiertos. Hace siete años, los dos primos decidieron hacer una expedición al lugar y se encontraron con unas tierras con un potencial que no habían imaginado.
El proyecto no se hizo esperar. Los Curet, aunque no tenían mucho conocimiento del lugar, se lanzaron con un emprendimiento emplazado en las costas del Río Paraná, rodeado de montes nativos. Sí, aunque se trata de un lugar que puede sonar extraño para levantar una experiencia turística, estos primos aventureros se pusieron en marcha. Aprovecharon las costas del río y construyeron 19 cabañas en el medio del bosque (además de dos más en construcción), donde circulan los curiosos monos carayá que suelen rondar por las casas y otras especies como tucanes que van de un lado a otro. Además, armaron una playa exclusiva para los visitantes, desde donde se pueden ver atardeceres que parecen de otro país.
“Por distintos motivos, los emprendimientos que realizó mi papá en la provincia no resultaron. Esto era como una reivindicación, una deuda pendiente que teníamos con Corrientes y con el legado de mi padre, tanto mía como de Horacio”, asegura Curet y añade: “Me parece que cuando hacés un emprendimiento, los números no son sólo lo que cuentan, sino también las decisiones emocionales”.
Un comienzo desafiante
Dado que no tenían mucho conocimiento del terreno, César y Horacio viajaron a Corrientes y se asesoraron con expertos de la zona, que les hablaron del potencial turístico de la provincia. Aunque construir en medio del bosque puede sonar muy poético, las dificultades no fueron escasas, sobre todo las vinculadas al acceso al lugar.
Cuando empezaron el proyecto, Corrientes se inundó y se declaró emergencia hídrica. El camino quedó bloqueado y sólo podían acceder al lugar por agua: “Me acuerdo que tuvimos que viajar por el río para llevar los primeros postes de luz y hacer el tendido eléctrico”, recuerda Curet. Dado que en ese momento en Itatí no existía un sistema de transporte de mercadería, alquilaron una barcaza e hicieron el traslado de los primeros materiales para la construcción.
Además de no contar con electricidad, hubo que recurrir a una perforación que les permitiera acceder a agua. También, “jugar con el tiempo y el clima” para ver cuándo podían ingresar los camiones con mercadería.
Otra anécdota de los comienzos ocurrió cuando viajaron a la zona para contratar un agente para construir y tuvieron un simpático inconveniente a la vuelta. “Nos quedamos sin combustible en la ruta, a la altura de Ituzaingó. Yo me bajé del auto y pasó por encima de mis pies un yacaré chiquito. Coincidía que el lugar donde íbamos a emplazar las cabañas se llamaba ‘Puertos Yacareí’, que en guaraní significa ‘cría del yacaré’. Vimos este hecho como una señal, que, además, nos definió para ponerle el nombre al complejo”, cuenta emocionado César.
Un proyecto en medio de la naturaleza
Aunque nació siendo un emprendimiento específico para gente interesada en la pesca, hoy por hoy, el lugar es visitado tanto por familias que buscan descanso en el verano, como por turistas interesados en este deporte. El servicio del lugar incluye ropa de cama, desayuno, almuerzo y cena. Es “del estilo all inclusive”, ya que incluye los platos y otras atenciones, pero con posibilidad de acceder a la comida sólo en los horarios previstos para cada momento.
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Las cabañas hechas en madera están emplazadas dentro de un bosque natural, con senderos que las conectan para desplazarse de un lugar a otro. Además de contar con los mencionados monos carayá, que se acercan a las cabañas (aunque se alejan cuando ven aproximarse a la gente) el lugar está rodeado de un bosque envolvente, con ciervos, carpinchos, yacarés, ñandúes, y una diversidad de aves, entre ellas, los tucanes. “El concepto que buscamos es generar algo amigable con el entorno y sacar la menor cantidad de árboles posible para la construcción”, señala Curet.
Reciben visitas de gente de todo el país y también de Uruguay, Brasil y Paraguay. El pueblo más cercano es Itatí, ubicado a 27,5 km y conocido por su basílica y la peregrinación que se hace todos los años en julio. El precio por día en una de las cabañas parte de los $47.000 por persona, con el desayuno incluido, aunque puede subir a $99.000 para quienes contraten la pensión completa.
La playa privada está acompañada de una pileta de borde infinito y de la posibilidad de navegar en kayak por el río. Curet explica que, al ser un complejo chico, hay mucha familiaridad entre los visitantes y “llamamos a todos por su nombre”.
Qué significa que nos falle la memoria y nos olvidemos de los nombres de las personas?
Corrientes, un destino con ofertas variadas
Corrientes cuenta con una propuesta turística, que abarca desde los Esteros del Iberá a los carnavales y la pesca deportiva, y algunos rincones históricos para visitar.
La Reserva Natural del Iberá, o agua brillante en guaraní, alberga al yacaré, al ciervo de los pantanos, al lobito de río y al aguará guazú. Contiene más de 60 lagunas y espejos de aguas menores que abarcan cientos de miles de hectáreas, con dorados, sábalos, mojaras y pirañas en sus aguas, y con 350 especies de aves que inundan sus cielos.
Es justamente su vida acuática y la presencia del dorado en las costas de los Ríos Corrientes y Paraná que vuelven esta provincia un lugar atractivo para los fanáticos de la pesca. Este pez alcanza los 25 kilos y junto a él se pueden encontrar el pacú, surubí, patí, manguruyú y la boga. En primavera, los Esteros del Iberá, Bella Vista, Esquina, Empedrado, Itá Ibaté y Goya son lugares de temporada alta para practicar este deporte.
El carnaval de Corrientes es algo que se celebra cada verano, con calles que se inundan de los famosos corsos. La provincia también ofrece estancias con propuestas de turismo rural, con posibilidad de degustar comidas caseras, pasear y refrescarse en piletas.