Conservo, con la emoción con la que llegaron a mí, los dos tomos del diccionario, editado por Gredos, y la carta que lo acompaña. Yo acababa de terminar la carrera y un grupo de amigos entendió que no había mejor ofrenda para celebrar esfuerzo y futuro que engalanarme el escritorio con un María Moliner: el diccionario de autor más completo, más útil y divertido de la lengua (los piropos son de García Márquez). Con los años, el regalo no ha dejado de crecer.
En Hasta que empieza a brillar (Alfaguara), que desembarca hoy en las librerías españolas, Andrés Neuman novela la historia de esa mujer que, en pleno franquismo, a los 50 y con los hijos criados, se sienta a escribir un diccionario del uso del español en el salón de su casa y en las horas libres que le deja su trabajo como bibliotecaria, en busca de “algún proyecto lo bastante excesivo como para despertarla”. La ciclópea empresa insume quince años y cristaliza su devoción por el lenguaje vivo.
Hija de un médico de a bordo que enfiló hacia la Argentina, espaciando los contactos hasta esfumarse, y de una de las pocas mujeres de su época que sabía leer y escribir, María Moliner fue una self made woman que Neuman recrea con elocuencia, desde una infancia en la que se conjugan “una madre enferma, un padre fantasma y ningún capital”, con la ambición de soñar un diccionario y la hazaña solitaria de concretarlo como puntos culminantes.
Durante su investigación, el autor de Bariloche se sentó a leer ambos tomos de cabo a rabo y afirma que sus páginas cifran una autobiografía secreta de la filóloga y una contestación tan documentada como elegante al diccionario de la Real Academia Española de 1956 con el cual debatía.
En el verbo “bloquear”, por caso, María agregó a las acepciones oficiales una ausente: “detener o interceptar algo para que no llegue al sitio donde va dirigido; por ejemplo, una pelota o una emisión de radio”. Junto al modelo deportivo contrabandeó el otro, especialmente significativo en dictadura.
A medida que el diccionario fue invadiendo cada rincón del departamento (las entradas abordan definiciones, sinónimos, expresiones, frases hechas y familias de palabras; dos fichas por hoja, un vocablo por ficha, que ocupaban incluso el baño), María temió no terminarlo jamás. No lo apuró, sin embargo; lo cocinó a su modo, incluyendo “una gramática de andar por casa”.
Cuando los volúmenes se publicaron en 1966-67, el poeta Dámaso Alonso, amigo de Moliner, la propuso como la primera mujer para ingresar a la academia, pero la RAE se inclinó por otro candidato. Ella desdeñó cualquier premio consuelo, sin ahorrarle a la institución ironías ni lecturas de género: “Mi obra es limpiamente el diccionario (…), pero si ese diccionario lo hubiera escrito un hombre, diría: ‘¡Pero y ese hombre cómo no está en la Academia!’”.
En la biblioteca, junto al diccionario, se alza ahora la novela de esa vida apasionada que, en homenaje a su protagonista, Andrés Neuman hace brillar palabra por palabra.
Sobre la firma
Raquel Garzón
Periodista y poeta, construyó una carrera a ambos lados del Atlántico. Es autora de cinco libros de poemas, entre ellos, «Riesgos de la noche» y «Monstruos privados», ambos publicados por Alción. [email protected]
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