Las ballenas tienen un rol importante en el mantenimiento del ecosistema marino, y gracias a un estudio reciente, se confirmó aquella hipótesis que durante años mantuvo en vilo a los científicos que exploran e investigan las profundidades de los océanos. Según diferentes análisis, se comprobó que la orina de estos cetáceos tiene un efecto positivo en el desarrollo de la vida en zonas hostiles o con bajos niveles de nutrientes.
A pesar de que los científicos tienen herramientas en pleno desarrollo para explorar las profundidades de los océanos con el fin de revelar los secretos que allí se esconden, de momento, muchos de ellos pusieron el foco en cuestiones de la superficie que pueden ser relevantes para el planeta. En marzo de este año, un grupo de expertos de la Universidad de Vermont, en los Estados Unidos, investigó cómo el pis de ballena puede afectar directamente a la vida en los mares. Su resultado fue revelador.
A través de Nature Communications se publicó el artículo que resume semanas de investigación sobre los beneficios del orín de ballena. Al parecer, cuando estos cetáceos liberan sus desechos líquidos de tono amarillento, estos aportan nutrientes a los seres vivos que habitan en aguas poco profundas, e incluso a los suelos marinos.
De acuerdo con lo que comprobaron los científicos, las ballenas — cualquiera sea su tipo — descienden a zonas de los océanos que otros animales marinos no pueden soportar. Allí se alimentan y absorben minerales y proteínas que más tarde defecan en otras regiones de menor profundidad. Estos desechos son una fuente vital para que los corales que residen en zonas tropicales adquieran lo que escasea por tratarse de un tipo de suelo diferente.
Gracias a los beneficios nutritivos que incorporan las especies de plantas y corales a partir del orín de las ballenas, más tarde son ingeridos por peces y otros animales marinos que se alimentan de ellos. De esta manera, se genera una cadena de la que todos se benefician.
Las heces, conocidas como “bombas de ballena”, tienen una incidencia en el ecosistema marino que hasta ahora había sido poco valorada. El coautor del artículo, el biólogo Joe Roman, explicó que, por ejemplo, cuando las ballenas barbadas se alimentan en las aguas profundas y gélidas del Ártico, luego se mueven hacia regiones menos profundas y allí expulsan sus desechos, particularmente ricos en nitrógeno y fósforo.
En cuanto a números, se detectó que las especies de ballenas rorcuales azules, jorobadas, grises y de aleta pueden liberar hasta 3.784 toneladas de nitrógeno y 46.512 toneladas de materia orgánica en zonas con escasos nutrientes. Este proceso ocurre durante la migración e incluso, cuando mueren, sus cadáveres, huesos y hasta la placenta — luego de parir — también enriquecen el lecho marino. Un solo rorcual puede producir hasta 950 litros de orina por día.
“En el invierno, dependen de las reservas de energía almacenadas en su grasa y músculos; el proceso de descomposición para liberar energía genera agua y productos de desecho, que se convierten en orina”, explicaron. “En un lugar como Hawai, las ballenas aportan más nitrógeno que el que transportan el viento y las corrientes”, afirmó Roman.
Estos nutrientes estimulan el crecimiento del fitoplancton en la superficie del océano y enriquecen los ecosistemas de aguas poco profundas. De alguna manera, ayudan a mantener en forma y en equilibrio el mundo acuático.
Por último, los científicos coincidieron en que es vital generar campañas de concientización en todo el mundo, especialmente en aquellos países donde la pesca indiscriminada contribuye a la reducción significativa del número de cetáceos. Además, las colisiones con embarcaciones, la contaminación y el cambio climático también son factores que impiden que la población vuelva a los niveles anteriores. La salud de los océanos depende de cuidar a estos animales.