Luciana Teresita Bustos, la exinvestigadora del Conicet acusada de matar a su amigo Marcelo José Amarfil en medio de un presunto juego sexual dentro de un auto en las afueras de la ciudad de San Juan, en enero del año pasado, se negó a declarar en la primera audiencia del juicio en su contra, al cabo del cual podría ser condenada a prisión perpetua.
Bustos, de 34 años, licenciada en Historia, está acusada de homicidio doloso doblemente agravado por el vínculo y por alevosía. Se espera que 63 testigos se presenten a declarar ante el tribunal integrado por los jueces Gerardo Javier Fernández Caussi, Matías Parrón y Guillermo Adárvez.
El fiscal Francisco Pizarro, de la Unidad Funcional de Instrucción (UFI) de Delitos Especiales del Ministerio Público de San Juan, y los querellantes Carlos Fleury y Hugo Trigo, pedirán la pena máxima para Bustos. Los abogados defensores Néstor Olivera y Fabiana Salinas, en tanto, postularán que la exinvestigadora del Conicet actuó en su defensa propia y, en consecuencia, solicitarán su absolución.
Según consta en el expediente, la noche del 16 de enero de 2024, Bustos pasó a buscar a Amarfil por su casa y fueron a un bar de la zona de Santa Lucía. El encuentro se extendió hasta la madrugada del 17, cuando estacionaron el auto en la calle Pellegrini, en Las Chacritas, cerca del aeropuerto Domingo Faustino Sarmiento y mantuvieron relaciones dentro del vehículo, un Ford Fiesta gris propiedad de la acusada.
Según la investigación, Bustos ató las manos de su amigo al volante con unas muñequeras de cuero, con un gancho y una cadena, le colocó un antifaz de tela negra que le tapaba completamente los ojos y luego, desde el asiento del acompañante, lo apuñaló con un cuchillo que había hecho afilar días antes. De las seis heridas que le provocó, la última fue en el cuello y, según consta en la causa, “terminó seccionando completamente la arteria carótida primitiva derecha, además de vasos y arterias”.
Aún malherido, y mientras se desangraba, Amarfil, que era docente de Educación Física, mordió el antebrazo derecho de Bustos y logró desatarse y salir del vehículo, pero murió al lado del auto por un shok hipovolémico.
Un policía que pasó en moto por el lugar encontró a Bustos semidesnuda –sin remera, con un short y ropa interior puesto, y las manos con sangre– y dijo que Amarfil se había autoinfligido las heridas cortantes que causaron su muerte en medio de un supuesto juego sexual. “¡Mi amigo se mató con un cuchillo!”, intentó explicarle al policía, que le tomó el pulso a Amarfil (que estaba totalmente desnudo) solo para verificar que ya no tenía signos vitales.
Pero la autopsia mostró que las heridas no eran autoinfligidas, sino que eran “compatibles con un homicidio”, lo que complicó la situación de la acusada.
Bustos –según publicó el Diario de Cuyo– también aludió que había sufrido un presunto brote psicótico. Y, dado que había mantenido relaciones sexuales con la víctima, solicitó que le realizaran un test de embarazo y que le suministraran preventivamente una píldora de anticoncepción hormonal (la llamada “pastilla del día después”).
La defensa, en el juicio, persistirá en su teoría de que la exinvestigadora del Conicet fue víctima de abuso. Sostuvo que las relaciones sexuales mantenidas en el auto la noche de la muerte “no fueron consentidas”, ya que Bustos es lesbiana y mantiene una relación con otra mujer desde hace cuatro años. Ese elemento, además, le permite discutir una de las agravantes de la calificación de homicidio en este caso, que es el vínculo.
La psicóloga aportada por la defensa describió que Bustos fue, presuntamente, víctima de un ataque sexual de una persona que no toleraba su homosexualidad de ella y que tenía ideas suicidas, según indicaron fuentes judiciales citadas por el Diario de Cuyo.
Pero la fiscalía también apeló a la ciencia de la mente para percutir contra la teoría de la defensa; Pizarro citó el peritaje psicológico oficial que afirma que Bustos “presenta rasgos predominantes de tipo perverso y psicopático; perverso por su conflicto con la sexualidad y figuras parentales , donde a un nivel inconsciente tiene una escasa comprensión de la diferencia de sexos (ambivalencia) […] Actuaciones perversas en su sexualidad, montos de agresividad altos y mecanismos psicopáticos (posibilidad de manipulación, necesidad de poder y control. Y en su deseo de satisfacer sus propias metas e impulsos puede aprovecharse de los demás, incluso de quienes le son más cercanos)“.