“Si diez años después, te vuelvo a encontrar en algún lugar, no te olvides que soy distinto de aquel, pero casi igual…”. La reconocida letra que algún día patentaron Los Rodríguez encaja perfecto en las vidas de Martín Palermo y Guillermo Barros Schelotto, uno entrenador de Olimpia, de Paraguay, y el otro recién arribado a Vélez. La Copa Libertadores y la segunda fecha de la zona H volvió a juntarlos (y enfrentarlos) en una cancha, en este caso el Defensores del Chaco. El visitante pisó fuerte y en la noche del miércoles goleó por 4-0: el ansiado reencuentro también puede significar una despedida.
La última vez había sido a través de los cruces que el Arsenal del “Titán” y el Lanús del “Mellizo” tuvieron en el fútbol argentino, una década atrás. Ahora resultaba otro escenario más complejo, cada uno jugándose lo suyo, por más que el cariño no fuera trastocado por ello. El ex goleador es el que más comprometido llegaba: perdió en el debut ante San Antonio Bulo Bulo, de Bolivia, el triunfo de Peñarol del martes lo dejó como único equipo del grupo sin puntos y, encima, acumulaba cuatro encuentros sin victorias en la liga paraguaya.
Barros Schelotto cayó en los dos encuentros con los que el Torneo Apertura le dio la bienvenida al fútbol argentino (0-1 ante Deportivo Riestra y 1-2 con Rosario Central), pero el éxito sobre la hora ante los uruguayos en el primer partido copero hizo que el comienzo de esta historia tuviera cierta serenidad.
?? Unos que ganaron poco…
?✨ Martín Palermo y los mellizos Barros Schelotto, amigos del fútbol, hoy rivales en la CONMEBOL #Libertadores.#GloriaEterna pic.twitter.com/nxL3O6MoDU
— CONMEBOL Libertadores (@Libertadores) April 9, 2025
La tarde-noche en Asunsión tuvo el primer desencuentro entre los amigos, pero siempre con sonrisas esbozadas en sus rostros. “No hablamos, próximos al partido no nos hemos saludado. Seguramente el saludo estará cuando salgamos a la cancha los dos. Sé que es especial enfrentarlos a ellos (involucró en la amistad a Gustavo), pero obviamente que hoy el deseo es que ganemos nosotros”, hizo referencias Palermo al encuentro esperado por todos, en especial por el Mundo Boca, donde son ídolos indiscutidos, entre otras cosas, por la dupla letal que armaron.
Sin embargo, desde el otro micrófono desmintieron los dichos: uno no supo lo que contestaría el otro. “Más que hablar, chateamos. Será un reencuentro previo al partido y, a la hora de jugar, Martín tratará de ganar y nosotros lo mismo. Más allá del partido y de la amistad con el técnico de Olimpia, esperemos que salga un buen espectáculo”, le costó esconder los dientes al entrenador velezano.
Lo prometido se cumplió. Fue el entrenador local el que buscó a sus dos grandes amistades. Primero, el abrazo fraternal se lo dio con Gustavo y, luego, llegó el turno de Guillermo, siempre con palmadas cariñosas en sendas espaldas. En el medio, se infiltró otro protagonista con pasado en el “Xeneize”: Federico “Pocho” Insúa es el ayudante de los hermanos (antes, era el compañero de Fernando Gago). A partir de ahí, se generó un pequeño cónclave entre los tres principales, con sonrisas anchas y la mano sobre la boca para que nadie pudiera detectar qué estuvieron intercambiando en esos segundos compartidos.
Incluso, recibieron el cariño también de Darío Benedetto, atacante titular en el “Decano”, que tuvo palabras muy elogiosas hacia la dupla que lo dirigió por última vez en aquella noche de dolor en Madrid, donde cayeron ante River en la final superclásica de la Libertadores 2018. Una noche paraguaya en la que se juntaron varios de la Ribera.
El árbitro pitó y cada uno se metió en lo suyo. A los 30 segundos, el “Loco” ya estaba debatiendo con su asistente algunas cuestiones tácticas sobre el parado de Vélez. Al rato, Guillermo empezó con su clásico show de insultos al aire que puede ser dedicado a cualquiera. “La con… de tu madre”, se oyó. Hasta que a los 24 minutos no todo habrá sido euforia por respeto, pero sí el festejo habrá sido interno: el golazo de cabeza de Braian Romero tranquilizó a su conjunto y desesperó al de enfrente.
Ni que hablar en el complemento, que empezó con el viento a favor del visitante. Como le gusta a Barros Schelotto, Vélez fue a fondo y marcó distancias en tan sólo ocho minutos. A los dos, hubo un penal claro sobre Maher Carrizo que convirtió el propio Romero. Hasta ahí, Palermo intentó despertar a los suyos con una postura activa, a puras señas que imploraban despertar las piernas. Su cabeza se inclinó hacia abajo y sus ojos se vencieron, totalmente abatido, cuando llegó el golpe de gracia: a los diez, Carrizo se fue solito mano a mano y puso el tercero.
Diferente fue lo de Guillermo, que aun con semejante ventaja en el marcador exhibió su forma más auténtica. El juez Piero Maza vio la mano de un futbolista del “Fortín” y otorgó un peligroso tiro libre para los paraguayos. El ex director técnico de Boca reclamó que, primero, la mano había sido del rival. Miró seriamente al cuarto árbitro y le abrió los brazos, en total desacuerdo con el fallo.
Nada ocurriría en el arco de Vélez. Y, como si fuera poco, en el segundo minuto adicional, Palermo y su Olimpia recibirían un tanto más: Francisco Pizzini entró solo al área y la empujó para anotar el cuarto.
Tímidos, los mellizos apenas felicitaron a los propios jugadores, sin moverse del banco. En tanto, a Palermo sí se lo vio golpeado: manos en jarra y la mirada triste, con el ambiente del Defensores del Chaco cansado de este andar. Lo habían descrito ellos mismos: la amistad no confundiría las respectivas labores. Y, tan literal fue, que uno de los amigos puede quedarse sin trabajo en estas horas.
Martín Palermo no renunció, pero…
Así como se lo vio en el campo, se lo vio al sentarse en la conferencia de prensa al “Titán”. El cimbronazo lo sintió y parece saber muy bien qué había detrás de este encuentro por más que sentenciara que no debía hablar con nadie.
“Antes que nada quiero pedir disculpas. Es un dolor muy grande sufrir esta derrota. Lo mejor que se puede hacer es reflexionar. En caliente, al menos hablo por mí, no voy a tomar ninguna decisión. Hay que hablar en la proximidad con los dirigentes y ver qué es lo mejor”, comenzó Palermo, que no renunció pero sí parece tener en claro los pasos que siguen en su estadía. La comisión directiva de Olimpia se reunía a continuación para definir el futuro del DT argentino.
“A tres meses de haber sido campeón (Torneo Clausura 2024), hemos recibido muchos golpes en poco tiempo. ¿Qué es tener fuerzas para un entrenador? Es una cuestión que tendremos que analizar para ver qué es lo mejor para Olimpia. No quiero hacerle mal, hay una historia atrás y el club tiene que seguir en crecimiento. Me brindé y di todo. Este momento no lo esperaba, no lo deseaba, no lo creía. Terminar de la manera que se terminó hoy, me duele», se sinceró el entrenador, con palabras que coquetearon con hacer saber que el “Decano” ya es pasado.
“Estás en estas rachas en las que te llegan una vez, como llegó Vélez, y fue preciso, y te hacen el gol. Uno vio la demostración de los jugadores. Esto de ir para atrás, no lo creo: no existe jugador de fútbol que piense en eso. Sí hay rendimientos que están bajos y el equipo no funciona. No sirve de nada preguntarse si los jugadores me respondieron: yo creo que sí, no de la manera que hubiese sido mejor, que era ganar. Soy el primer responsable y me hago cargo”.
Todas las preguntas rodearon a su continuidad, por lo que armó sus frases en pasado, pero de vez en cuando recordó que a esta hora sigue al frente del conjunto paraguayo. “La institución y los hinchas son una prioridad en un club, el resto pasa. Hasta el día de hoy se dio todo la exigencia y el compromiso está en mí. No hay nada en la vida que no me haga desafiar a mis objetivos. Mi motor es mi cabeza, mi vida es mi cabeza. El fútbol me hace sentir esta pasión de cómo vivirlo. Estoy agradecido con la oportunidad que me dio este club y, mientras haya posibilidades, voy a estar”, cerró el tema el máximo goleador de la historia boquense.