El comercio exterior es un caos en este momento. La guerra de aranceles que inició el presidente de Estados Unidos escala con las represalias chinas y la respuesta estadounidense y reina la incertidumbre a nivel global.
La directora general de la Organización Mundial del Comercio (OMC), Ngozi Okonjo-Iweala, dijo hoy que la escalada en la tensión entre Estados Unidos y China puede llevar a una disminución del 80% de su comercio bilateral. Esto podría dañar seriamente a la economía global, en especial a las naciones menos desarrolladas, manifestó, e instó al diálogo.
En este contexto, hay que entender dos cuestiones fundamentales: por un lado, existe una asimetría entre varios aranceles que Estados Unidos cobra a otros países, y aquellos que imponen esos mismos países a la entrada de los mismos productos estadounidenses. No hay que olvidarse también de las barreras no arancelarias. La queja con respecto a China es que hay otros mecanismos (como impedimentos por razones fitosanitarias o ambientales) que hacen más difícil la entrada de productos estadounidenses a China que viceversa.
Por otro, Trump eligió un camino rápido como herramienta de negociación, subiendo los aranceles con una fórmula basada en su déficit comercial con cada nación y con ello quebró principios fundamentales del comercio internacional. Como resultado, no hay reglas y esto es peligroso para la economía global. Las tres normas que no respetó son:
1- Nación más favorecida: se trata de un acuerdo en el marco de la Organización Mundial del Comercio por el cual cada país debe darle a otro el mismo trato en materia de aranceles que a la nación que más favorece. Esto significa, por ejemplo, que si se impone un arancel del 6% a un país, a otros debe cobrarle el mismo (o menos), a menos que se tenga con ellos un Tratado de Libre Comercio, en los cuales hay diferenciales.
“Esto evita que haya discriminación entre países”, sostiene el analista internacional Marcelo Elizondo. De otra manera, como sucede en este momento, el mundo se convierte en un caos arancelario por motivos relacionados con represalias, cuestiones personales entre mandatarios, o simplemente porque sí.
2- Un arancel máximo del 35%: es el segundo principio “sagrado” que quebró la política de Trump. También en el marco de acuerdos con la OMC, “hasta ahora se venía respetando”, explica Elizondo.
3- El respeto por los Tratados de Libre Comercio (TLC): en algunos casos el presidente de EE. UU. mantuvo los convenios, pero en otros, no. Elizondo hace referencia como ejemplo a los vinos chilenos. A pesar de que ambos países firmaron acuerdos, subió este arancel de manera unilateral. En cambio, con México y Canadá se respetó el T-MEC, que es el tratado vigente. Hoy existen, según Elizondo, 374 TLC que en su mayoría no fueron trastocados, pero en este contexto, todo puede suceder.
Como conclusión, “hoy el mundo muestra que los organismos multilaterales no tienen capital político para imponer sus reglas. Vemos una caída del orden institucional del siglo XX sustituido por el unilateralismo, donde cada país negocia sus intereses”, asegura el especialista en comercio global.
La realidad es que la OMC no tiene capacidad de reacción, de negociación y tampoco tiene las herramientas para exigir que se cumplan sus normas. De todas maneras, es posible que haya denuncias ante este organismo. China ya presentó una nueva queja ante la OMC, por aranceles impuestos por Estados Unidos “temerarios” que amenazan con desestabilizar aún más el comercio mundial.
También, existe la posibilidad de que “algún juez objete la imposición de aranceles por parte del Poder Ejecutivo norteamericano. El Congreso ha delegado en Trump la posibilidad de imponer aranceles a otros países en el marco de una emergencia, pero puede considerar que se ha cometido un abuso”, sostiene Elizondo.
Mientras tanto, lo que podría venir es una sobreoferta de productos chinos que distorsionen los precios internos de los distintos países, los que a su vez pueden reaccionar con medidas de protección.
“En este momento hay más de 75 países que están negociando con Trump, que tiene razón en que Estados Unidos estaba sufriendo un trato desigual, pero si arrancó una política pura y dura para encerrar su economía, se va a afectar la globalización. Hasta hora el panorama no está claro”, cierra Elizondo.