Los especialistas de la Facultad de Agronomía afirman que la iniciativa es una medida de prevención más sustentable y económica para reservorios de agua en instituciones, huertas, barrios cerrados o edificios
Un servicio a demanda, gratuito para la población, que funciona desde hace tres años elimina de manera sustentable en reservorios de agua las crías del mosquito que transmite el virus del dengue y otras enfermedades.
Es un proyecto de una cátedra de la Facultad de Agronomía de la Universidad de Buenos Aires (Fauba) con dos especies de peces nativos más conocidos como madrecitas del agua, panzuditos, junqueritos o tosqueritos. Se siembra en piletas sin uso o fuera de temporada, estanques domiciliarios, reservorios de agua de jardines verticales, tanques de recolección de agua de lluvia para riego en huertas o fuentes ornamentales en edificios habría beneficiado ya a unas 300.000 personas.
“Tenemos la certeza de que, en el reservorio de agua en el que colocamos estos peces, no sobrevive ninguna larva. Esto está confirmado”, señaló Alejandro López, docente de la facultad y coordinador del proyecto con María Boveri, jefa de la cátedra de Acuicultura.

La selección de ambas especies –Jenynsia lineata y Cnesterodon decemmaculatus– respondió a sus características: son nativas, por lo que están adaptadas a las condiciones ambientales, incluidos los cambios de temperaturas; su población sembrada aumentará solo si tiene más recursos para hacerlo y se alimentan de lo que tengan disponible en el agua.
“Se pensó para que sea, también, fácil su cuidado. Que sea un pez que coma muchos mosquitos y se encuentre cómodo en lugares chicos -amplió López-. Todo el trabajo está hecho según un protocolo de bienestar animal, con un manejo y un cuidado ético.”
En el caso de las crías de mosquitos, las elimina en todas sus etapas de desarrollo: huevo (cuando el agua las cubre en el lugar donde quedaron adheridos), larva y pupa. “Es un predador especializado. Identifica el alimento, reconoce estímulos y caza”, explicó el investigador.
Por su tamaño, desde unos pocos milímetros hasta entre 3 y 10 centímetros en la adultez, las madrecitas del agua las recomiendan utilizar en reservorios de 20 litros o más, si las condiciones son las adecuadas.
Eso, según Ana Paula Baldonedo, licenciada en Ciencias del Ambiente e integrante del proyecto, incluye que sea un lugar donde no se utilice agua corriente, por el cloro, ni productos químicos y que siempre quede con algún volumen de agua. Si el reservorio o espacio sembrado tiene un uso estacional, como puede ser una pileta, los peces se pueden retirar y conservar en una pecera o devolverlos a la facultad, como ya estuvieron recibiendo ejemplares de las últimas temporadas de invierno.
En diálogo con La Nación en el predio que tiene la cátedra en la facultad, los investigadores recordaron que las crías del Aedes aegypti eclosionan con los primeros calores del año, lo que ocurre a partir de septiembre, con la llegada de la primavera, y se prolonga hasta diciembre, por lo que insistieron en la importancia de ocuparse en estos momentos y a lo largo del año. Esto cobra aún más relevancia en un país donde el mosquito del dengue amplió sus fronteras más al sur, la mayoría de los casos son autóctonos en cada temporada y, en algunas provincias, se prolongan durante todo el año desde hace dos veranos.
“La prevención del dengue empieza en la fase acuática del desarrollo del mosquito. El uso de peces nativos para control biológico tiene que estar dentro de un plan integral de medidas, como descacharrar, usar repelente y mosquiteros, mantener cubiertos los brazos, entre las recomendaciones conocidas. Todas estas medidas de cuidado se deben utilizar juntas. Nuestro equipo trabaja en lo que es la parte acuática, que es donde la hembra del Aedes aegypti deposita sus huevos. Ahí es donde arranca la prevención”, remarcó López en el campo de trabajo, donde también se dictan clases.
Ahí, junto a los estanques donde crían los peces, Baldonedo con las estudiantes Micaela Sfara y María Paz Gamba preparaban un pedido del día que habían recibido desde Corrientes. La mayoría, por el momento, llegan de instituciones o particulares de la ciudad y la provincia de Buenos Aires. También tuvieron solicitudes de La Pampa y Río Negro. La primera demanda fue de escuelas con huertas para sus tanques de riesgo y otros potenciales reservorios.
“Es una solución eficiente y más natural para la proliferación del mosquito porque se evita el uso de insecticidas y otras medidas más costosas. La efectividad de la siembra de estos peces es del 100% y el hecho de que sean especies autóctonas tampoco es menor porque eso ayuda a preservar el ecosistema. Dominan el entorno porque son nativos y no hay peligro de que se vuelva plaga”, explicó el coordinador.
Después de las escuelas y a medida que se difundía la entrega sin costo de las madrecitas del agua, empezaron a llegar consultas de clubes, asociaciones civiles y barriales, arquitectos, municipios, hospitales, escuelas, barrios cerrados y particulares con fuentes, recipientes ornamentales, tanques australianos o piletas, entre muchos más potenciales reservorios.
Todo el año
El proyecto arrancó de manera formal en 2022 y, desde entonces, entrega los peces nativos durante todo el año, excepto en enero. Esto funciona a demanda y es sin costo: hay que pedirlos por correo electrónico a [email protected] o por la cuenta de Instagram controlbiologico.fauba.
Recibida la solicitud, el equipo envía un formulario con unas pocas preguntas, imágenes y datos que necesitan para, por ejemplo, estimar la cantidad de peces que requerirá el espacio o si será posible sembrarlos en el lugar. Entonces, coordinan el día y el horario de entrega en la facultad. Suelen, según explicaron, agrupar entregas durante la semana. Cuando se trata de pedidos de distancias más allá del área metropolitana de Buenos Aires, se adapta el retiro a las posibilidades de viaje a la Capital.
“En el encuentro, aprovechamos ese momento para entregarles material y darles una breve charla informativa sobre cómo debe ser el transporte, la siembra, el cuidado y el bienestar de los peces que todos reciben muy bien porque surgen muchas preguntas en ese intercambio”, dijo Baldonedo.
Desde que arrancó el proyecto, más de 300 personas concurrieron a retirar sus pedidos. “Esto equivale a aproximadamente 15.000 peces entregados –estimó el coordinador–. Si consideramos el radio de contagio del mosquito Aedes aegypti desde cada criadero, que es de unos 200 metros, el total de beneficiados ronda las 300.000 personas.”
Solo el año pasado, recibieron 139 pedidos, incluidos 29 desde instituciones públicas, como escuelas, clubes o asociaciones vecinales. Entregaron 5560 peces, un 150% más que en 2023. Algunos usuarios devolvieron los peces al volver a utilizar el espacio en el que los habían sembrado, una posibilidad que ofrece el equipo de Acuicultura.
En lo que va de este año, superaron los 50 pedidos, incluido el de Nélida Ramírez, que vive en Riachuelo, a unos 20 kilómetros de la ciudad de Corrientes. La entrega fue este miércoles en el campo de trabajo de Agronomía. “Me enteré por Instagram de este proyecto y enseguida pensé : ‘Ahí está lo que estoy buscando’”, contó-
Es médica y tiene donde vive un proyecto con plantas nativas acuáticas, con la idea de, en algún momento, también armar un mariposario a cielo abierto. “Los peces los pedí para los estanques donde tengo las plantas –comentó mientras le terminaban de preparar el pedido–. Sabía que eran buenos controladores biológicos y, aunque no los buscaba por el dengue, muchos me señalan que un estanque es una fuente de cría de mosquitos, así que también serán útiles para evitarlo.”
En agosto pasado, la Legislatura porteña declaró de interés sanitario esta alternativa sustentable de control biológico de vectores transmisores de enfermedades que necesitan de reservorios de agua para crecer.
La entrega de los peces, según explicó López, está financiada por la universidad. “Inicialmente, se solventaba como un programa de transferencia de tecnología del ex-Ministerio de Ciencia y Tecnología. En estos momentos, el desarrollo del programa y la cría de los peces está a cargo de la cátedra de Acuicultura de la Facultad de Agronomía, con apoyo institucional de la UBA”, detalló el investigador.
Por Fabiola Czubaj
lanacion.com.ar