La voz de Eduardo van der Kooy
Javier Milei y sus huestes libertarias han pasado en un puñado de días de estar agazapados en un sótano a caminar con aires victoriosos sobre una alfombra de nubes. La transformación resultó posible gracias a dos cosas: el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el respaldo de Donald Trump ilustrado con la presencia en la Argentina del secretario del Tesoro, Scott Bessent.
La ebullición oficialista se explicaría por un motivo. El Gobierno pendía del trato con el FMI para que la crisis desatada durante marzo, con la sangría de reservas del Banco Central, no terminara escapando de control. Con derivaciones políticas impredecibles. La suficiencia de Luis Caputo para anunciar la Fase 3 inexistente del programa económico sirvió, en verdad, para revelar el agotamiento del ensayo precedente. Un sistema cambiario regulado para contener la inflación y fortalecer la confianza. El índice de precios del 3.7% en marzo y la pérdida de casi U$S5 mil millones de reservas desde enero demostraron que aquellos objetivos se habían extraviado.
El Gobierno aceptó las condiciones del FMI e ingresó en un nuevo régimen de flotación entre bandas que oscilan entre los $1000 y $1400. La pretensión de Milei, traicionando su prédica acerca de las bondades excluyentes del mercado, es inducir la cotización del dólar hacia la banda inferior. Para neutralizar la presión inflacionaria y afrontar sin cepo para los ciudadanos bancarizados el tiempo electoral que arranca con las elecciones desdobladas en la Ciudad. Siempre resulta prudente recordarlo: la Argentina tiene un 42% de trabajadores informales que con su dinero accederán sólo –y si pueden– a U$S100 dólares adquiridos por ventanilla en entidades bancarias.
Aquel paisaje se asemejaría ahora a una panacea para los libertarios. Milei regresó a la vida pública con su estilo procaz y desafiante, archivado en las semanas difíciles. Su ministro de Economía, Caputo senior, resultó el más transparente en el nuevo tiempo de éxtasis. Lanzó un tuit imperdible: “Hemos solucionado los problemas económicos de la Argentina que la política ignoró o usufructuó”, exaltó. Pavada de autoestima.
Al igual que su jefe, el presidente Milei, el ministro de Economía también pareciera estar renegando de las bondades del mercado. Levantó el teléfono, seguramente sin aquel matonismo del que supo hacer gala Guillermo Moreno, el ex secretario de Comercio K, y conminó a las cadenas de supermercados a no aceptar las listas con aumentos de dos gigantes de la industria alimenticia. A los cuales nombró en otro tuit. Reminiscencias del pasado fresco.
Esa embriaguez, a lo mejor, le ha impedido al Gobierno calibrar problemas que se avecinan con la nueva situación. De arranque, el desfase de los salarios cuya actualización, en este contexto, la administración pretende mantener en el 1%. Los gremios reclaman una reapertura de paritarias. UPCN (Unión del Personal Civil de la Nación) se colocó a la cabeza. La Confederación General del Trabajo (CGT) cavila una nueva movilización para fin de mes. Otra dificultad radica en la caída del consumo masivo. La consultora Scentia, en su último informe, reveló en marzo un descenso del 5.4% interanual respecto del mismo mes de 2024. Apunta además que se registran 16 meses consecutivos con esa tendencia. El especialista Guillermo Oliveto realiza una disección muy interesante acerca del comportamiento social. Mientras la compra de automóviles y los viajes al exterior crecen, la baja del consumo de alimentos ya rebasa el 10%. Sin contar el traspaso numeroso a las segundas marcas.
Será difícil que la euforia oficialista luego del acuerdo con el FMI se diluya rápidamente por dos cuestiones. Una es la personalidad exuberante de Milei. Acaba de ser reconocido como una de las cien figuras más influyentes del mundo por la revista estadounidense Time. El medio especializado The Economist, aunque con ciertos interrogantes, ensalzó su tarea desde la llegada al poder. La otra explicación puede tener relación con la política: el enorme vacío opositor; la ausencia de propuestas alternativas y concretas al camino libertario. Sobresalen apenas los mensajes de Cristina Fernández, siempre más inclinados hacia la chicana y la vulgaridad que a despertar nuevas expectativas.
En el plano político-partidario también el gobierno libertario viene siendo poco ducho. Habiendo llegado como llegó, desde la nada, con una gobernabilidad que supo macerar, se asoma a las elecciones de medio término de manera desmembrada. Nadie sabe si esa realidad responde a algún propósito oculto o simplemente a la incapacidad. Por ahora se adjudica al desentendimiento de Milei con esas tareas y a la puja que suele abrirse entre el otro par de integrantes del llamado Triángulo de Hierro: Karina y Santiago Caputo.
Sobre la hermanísima existen varias constataciones. Su bautismo en las elecciones constituyentes de Santa Fe resultó paupérrimo. Producto de la decisión de romper con la diputada provincial Amalia Granata que obtuvo casi tantos votos como el libertario Nicolás Mayoraz. El fracaso se agrandó porque el peronismo en crisis, que terminó segundo, fue dividido en tres. La salvedad a esa fragmentación generalizada de la política corrió por cuenta del gobernador Maximliano Pullaro y su frente amplio partidario. Ganó por paliza, sin obviar que la asistencia a la votación fue una de las más bajas de las últimas décadas.
En aquella escena nunca apareció Milei. Se dio una vuelta la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich. Se viene ahora un examen crucial: la elección en la Ciudad. Se reiteran los mismos vicios. Karina expulsó de las filas oficiales a uno de los precursores de La Libertad Avanza, Ramiro Marra. Desde que ocupó la Secretaría General se encargó de boicotear la posibilidad de algún acuerdo entre el Presidente y Mauricio Macri. También obstaculizó en la Legislatura la gestión del jefe porteño, Jorge. La derivación fue un adelantamiento electoral inoportuno e innecesario. El mileísmo se comportó con la misma lógica de la denostada “casta”.
A diferencia de lo ocurrido en Santa Fe la votación en Capital, por su significado, encontrará en campaña a Milei junto a su candidato, el portavoz Manuel Adorni. Definido por el Presidente, en el primer spot conjunto, como “mi voz en la Ciudad”. El cuadro que se observa es similar al del resto del país. Una gran segmentación representada en 17 listas de candidatos para luchar por 30 bancas en la Legislatura.
La movida libertaria en la Ciudad se encadena con aquello que pueda suceder en Buenos Aires. Karina ostenta en fotografías su acuerdo con dirigentes del PRO. La última la juntó con Cristian Ritondo, Diego Santilli y Guillermo Montenegro, el alcalde de Mar del Plata. La dama siempre publicita esos acuerdos subrayando que se limitan a dirigentes del PRO. Nunca con el PRO como partido. Eso significaría incluir a su titular, Macri, Mauricio. Al único que quiere bien afuera.
El anticipo electoral en Buenos Aires dispuesto por Axel Kicillof no sólo incomodó a Cristina. Complica además los planes libertarios. Juntar dirigentes para octubre resulta más o menos viable. Otra dimensión adquiere la perentoriedad de pelear en la Legislatura por 46 diputados, 23 senadores y 1097 concejales en todo el territorio provincial.
El ingeniero ha comprendido el mensaje. Se enfrenta a una seria dificultad: apoya el rumbo económico del Gobierno –celebró la salida del cepo—pero debe hacer campaña en su contra para apuntalar la postulación de la diputada Silvia Lospennato. No tuvo más remedio que frotar la llaga dolorosa del Gobierno: el repunte de la inflación.
Milei conoce que aquel constituye su blanco vulnerable para la competencia en la Ciudad. También para octubre. De allí la presión bajista sobre el dólar y un virtual control en posibles aumentos de precios que puso en marcha desde el Gobierno.
El Presidente llegará a la instancia porteña con un recorrido previo que parece plagado de incertidumbre. Una semana antes, el 11 de mayo, se realizarán comicios en cuatro provincias: Salta, Jujuy, San Luis y Chaco. El único armado compacto se verifica en esta provincia: existió un pacto con el gobernador radical Leandro Zdero. Se monetizó con una transferencia de $120 mil millones para intentar ayudar a una gestión que recibió, como tantas, una pésima herencia kirchnerista. En los distritos restantes estaría fallando la coordinación de la cual se ocupan Karina y Caputo juniors. San Luis presenta, por caso, dos listas de La Libertad Avanza.
Los ingenieros libertarios suponen que, como sucedió en el balotaje, la figura de Milei terminará arrastrando votos. Confían en la misteriosa popularidad que el León libertario sostiene en varias provincias del NOA y NEA que las encuestas ubican entre el 45% y 50%. Habrá que verlo: no fue lo que ocurrió en el primer examen de Santa Fe.
Milei, superado el pánico tras firmar el acuerdo con el FMI, ha recuperado la centralidad política con la cual ordena a su gobierno y marca también el ritmo de la oposición. Regresó a aquel lugar con la hinchazón de una soberbia que lo indujo a redoblar, en especial, sus críticas contra el periodismo. Insultó con violencia a tres periodistas del diario La Nación.
Ese método se va instalando con peligrosa naturalidad. Nadie parece sobresaltarse. El intelectual libertario Agustín Laje hizo una firme defensa de la conducta presidencial. Escribió que solicitar que el mandatario no responda a quienes lo critican no sería un resguardo de la libertad de expresión sino “una defensa del monopolio discursivo de la prensa”. Obvió las formas que hacen al fondo del problema. Milei calificó de “repugnantes” e “imbéciles” a aquellos periodistas. Jamás desde un medio de comunicación se lanzó una injuria semejante al Presidente.
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Eduardo van der Kooy
Secretario de redacción [email protected]
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