San Javier – Cada paso, cada metro cuesta arriba, lo da de rodillas. No es por espectáculo, no es por tradición: es por fe. Desde hace más de una década, Javier Ferreira, peregrino del Cerro Monje, recorre los 500 metros que separan la Santa Cruz de la capilla central con una promesa en el corazón, un testimonio de vida que conmueve y moviliza a todos los que lo ven llegar.
En una entrevista con lamisiondigital.com, Javier compartió su historia con humildad y emoción. “Fue por un accidente”, cuenta. En 2013, un grave choque en moto lo dejó 32 días en coma. “Choqué contra un cartel. Después de salir, no podía respirar. Me fallaba el pulmón. Ahí sentí que, si salía de esa situación, iba a ir al Cerro Monje por cinco años, y de rodillas”, recuerda.
Pero la promesa no terminó ahí.
Aunque el compromiso inicial era por cinco años, Javier no dejó de cumplirla ni una sola vez desde entonces. «Ya van 12 años. Sigo yendo cada Semana Santa, de rodillas, porque para mí es algo sagrado», afirma con una fe inquebrantable.
Una promesa que se convirtió en camino de vida
La subida es exigente. Son más de 30 metros de altura, con terreno empinado y piedras. Aun así, Javier lo hace cada año, desde la cruz ubicada en la pendiente hasta la capilla, sin pedir ayuda, solo con su fe. “Me ayudaron a bajar el primer año, estaba muy débil. Pero desde entonces, siempre vuelvo. Es algo que me sale del alma”, dice.
Su historia no solo refleja devoción, sino también superación. Contra todo pronóstico médico, volvió a trabajar a los seis meses del accidente, recuperó su movilidad y, aunque perdió un poco de visión y voz, asegura estar bien. “Salí del pozo. Tengo muchas cirugías, pero estoy vivo. Y eso lo agradezco cada año, subiendo al Cerro Monje”, comparte.
«Para mí, el Cerro es sagrado»
Cuando se le pide un mensaje para otros peregrinos, Javier es claro: “Es algo sagrado. La gente puede confiar. Yo confío ciegamente. El Cerro tiene algo especial. No es solo un lugar, es una experiencia, un vínculo con Dios”.
El testimonio de Javier Ferreira resume la esencia de la peregrinación: fe, entrega y agradecimiento. Su promesa, que nació del dolor, hoy es símbolo de esperanza para muchos que lo ven subir en silencio, con la mirada firme y el corazón lleno.
“Felicitaciones, Javier”, le dijo el entrevistador al despedirse. “Hombre de fe que demuestra que el Cerro Monje tiene esa mística que tanto se siente. Las promesas se cumplen, y las rodillas hablan”.