Los períodos de sede vacante siempre se han vivido con mucha expectativa, acompañada de intriga, euforia y muchos rumores. Pero no siempre existió la fumata blanca, seguida del histórico anuncio «Habemus Papam», ni El Cónclave, el proceso mediante el cual se elige al Sumo Pontífice. Y allá por el siglo XI el contexto sociopolítico era un verdadero campo minado.
Tras la muerte del papa Francisco, resurgieron muchos relatos de distintos momentos de la historia de la religión católica. Uno de los sucesos que resuena en las redes sociales es el del papa Benedicto IX, que se cree tenía 19 años cuando asumió el papado en el año 1032.
Así lo retratan distintos teólogos, expertos y religiosos en el documental Habemus Papam, una historia de poder, en su segundo episodio, disponible en YouTube.
¿Quién fue Benedicto IX, el «papa más corrupto» de la historia?
Benedicto era sobrino nieto de varios papas anteriores, en tiempos donde el método de sucesión era la corrupción, el asesinato, o se traspasaba de familiar en familiar.
El joven pertenecía a una de las familias más influyentes y adineradas, que gobernaba Roma en ese entonces, y estaban interesados en el pontificado por motivos económicos, para incorporar nuevos territorios.
Un retrato de Benedicto IX, el papa más joven que alcanzó el torno de San Pedro tres veces.
El muchacho no tenía ninguna formación espiritual previa, ni mucho menos una vocación pastoral de servicio. Aceptó que sus padres «le compraran» el cargo para disfrutar de los privilegios del poder, pero sus valores estaban muy lejos de la moral cristiana.
Robos, asesinatos, relaciones románticas, y sobornos, entre otros, horrorizaban a los cardenales de la época. Sin embargo, pasó más de una década hasta que pudieron tomar cartas en el asunto.
Finalmente en 1044 hubo unanimidad para emprender la búsqueda de un líder espiritual y político de verdad. El Arcipreste de Roma tuvo una reunión con Benedicto IX y le pidió que dejara el cargo por el bien de la iglesia.
Pero como lo conocían muy bien, sabían que había que ofrecerle algo a cambio. Los historiadores creen que le propusieron la generosa cifra de 1.500 libras de oro, que el joven, de ya casi 30 años, aceptó.
Benedicto IX renunció y volvió a ser papa seis meses después
El sucesor de Benedicto IX fue Silvestre III, pero no pudo gobernar más de medio año. El pontífice que anteriormente había vendido su propio papado, regresó acompañado de un poderoso ejército y sacó por la fuerza a Silvestre, para recuperar el papado.
A modo de paréntesis, la historia de Benedicto IX y su renuncia a favor de Silvestre III, se considera el antecedente de la decisión histórica que ocurriría en el nuevo milenio, más precisamente en febrero de 2013, cuando Benedicto XVI anunció su retiro voluntario y dio lugar a la votación donde fue elegido el primer y único pontífice argentino, el papa Francisco.
De vuelta en la increíble historia del jovencísimo pontífice, en 1045, Benedicto IX volvió a ser papa. Fue
Las decisiones de Benedicto no eran claras, y además dejaba boquiabiertos a todos con sus anuncios. Al mes de su estruendoso retorno, dijo que ya no quería ser pontífice, porque quería casarse con una joven. Renunció y nombró a su padrino, Gregorio VI, como el nuevo papa.
El desenlace es aún más inesperado, porque la muchacha que era su prometida rechazó el casamiento, y así fue como por tercera y última vez, Benedicto IX reclama su antiguo puesto.
Fueron años turbulentos, con tres hombres que decían ser el papa: por un lado el desterrado Silvestre III, que desde el exilio recordaba su autoridad, por otro Benedicto, y también su padrino Gregorio, que no quería devolverle el trono de San Pedro.
En 1047, la adinerada familia de Benedicto volvió a ganar, e inició su tercer mandato. lo expulsaron y excomulgaron definitivamente ocho meses después, en julio de 1048.
Era hora de que el papado deje de ser potestad de quien tuviese mayor poder militar o económico para conseguirlo. Había que regular un sistema más ordenado y transparente.
Benedicto XVI y Jorge Bergoglio en mayo de 2008, cinco años antes de la histórica renuncia del pontífice alemán.
En el siglo XII el clero de Roma creó un colegio de cardenales, y definieron que elegirían al papa en público, pero podían tardar meses en llegar a un acuerdo, y siguieron existiendo los sobornos por mucho tiempo.
Recién 200 años después se creó El Cónclave, que significa «bajo llave» en latín, y refiere a que se encierra a los cardenales para evitar que estén influenciados por el exterior. Desde 1274, votan una y otra vez hasta que aparece la famosa humareda blanca.