Un bronce inédito, firmado y dedicado por Auguste Rodin, de un valor estimado en 500.000 euros, se subastará en Francia hoy en la Casa de Subastas Chauviré–Courant.
Esta pieza única, de unos 60 centímetros de altura, había sido encargada por el Jockey Club de Buenos Aires en 1904 y ofrecida como regalo de bodas a un gran esgrimista francés y su esposa argentina.
La obra permaneció en dominio privado hasta que fue redescubierta por una antigua alumna del deportista, quien la adquirió para ofrecer en subasta pública. Su próximo destino se definirá este viernes en la ciudad francesa de Angers.
Una pieza única, con historia argentina
Los labios que apenas se aproximan, la torsión de los cuerpos, los músculos que brillan, aún más, gracias al bronce lustroso. El brazo de ella que rodea el cuello de él, un brazo que uno percibe, quizás más largo de lo que la realidad permitiría y, sin embargo, ¿será quizás la expresión de la extensión de esa pasión súbita que se despertó entre los cuñados y que acabaría en la más negra de las noches?
Un bronce inédito, firmado y dedicado por Auguste Rodin, de un valor estimado en 500.000 euros. Foto: gentileza Courant Chauviré/ Elodie Brossette.
Pocas obras han logrado encarnar el gesto amoroso con tanta fuerza como «El Beso» de Auguste Rodin. Inspirada en los condenados amantes Paolo y Francesca que Dante Alighieri inmortalizó en su Divina Comedia —destinados a una eternidad de deseo inconcluso, azotados por los vientos eternos de la pasión que no cesa—, la escultura fue originalmente concebida como parte de La Puerta del Infierno. Sin embargo, pronto adquirió vida propia y pasó a representar algo más: el instante suspendido de un amor tan apasionado como trágico.
Cuando el Jockey Club argentino encargó la fundición en bronce de esta pieza única, ya habían pasado unos cinco años desde que Rodin la había concebido y tallado en mármol. Aquella primera obra, que conoció un éxito rotundo, hoy se encuentra en el Museo Rodin, en París.
Irénée Brun, experto en pinturas y esculturas de los siglos XIX y XX del Gabinete de Autenticación de obras de arte Perazzone–Brun, es el encargado de autenticar y presentar la obra. Su ingreso al mundo del arte fue casi accidental: llegó a París para estudiar comercio, pero un trabajo universitario sobre subastas lo llevó a descubrir Drouot, la mítica sala de ventas de arte. Desde entonces, su trayectoria estuvo ligada al mercado de piezas únicas como esta.
En diálogo exclusivo con Clarín desde Francia, el experto dio detalles del hallazgo: “Esta versión inédita es rara porque fue fundida en vida del artista Auguste Rodin. Firmada bajo la nalga izquierda de la mujer, es aún más excepcional por ser una de las tres primeras fundiciones del Beso, modelo de 60 centímetros, conocida como la segunda reducción, producidas entre julio y septiembre de 1904. La calidad de su pátina matizada y su tamaño significativo hacen de esta pieza una obra de arte excepcional”, detalla el experto.
“»El Beso» de Rodin ha sido realizado en cuatro tamaños. Este ejemplar es el segundo más grande y tiene la particularidad de haber sido ofrecido como homenaje a una personalidad destacada: Lucien Mérignac, medalla de oro olímpica en esgrima”, señala Brun.
Fue un regalo de bodas y un homenaje de la elite porteña al campeón olímpico francés que, en aquel momento, dirigía la Sala de Armas del exclusivo club. La dedicatoria grabada en el bronce reza: “A los admiradores de la esgrima francesa / a Lucien Mérignac / Buenos Aires 1904”.
Un bronce inédito, firmado y dedicado por Auguste Rodin, de un valor estimado en 500.000 euros. Foto: gentileza Courant Chauviré/ Elodie Brossette.
“Él era un gran esgrimista, provenía de una familia de esgrimistas, había ganado la medalla de oro de los juegos olímpicos en París y, gracias a su renombre, dio cursos de esgrima en Italia, en España… Luego, fue a la Argentina, a comienzos del siglo XX y se casó con una mujer argentina en 1904”, explica Brun.
Esa mujer argentina se llamaba Christina Ruiz de Castillo y pertenecía a una de las familias de la alta sociedad porteña de la época. El Jockey Club de Buenos Aires, fundado en 1882 como sitio de reunión excelso de las familias más acomodadas del país, al igual que otros clubes privados del mundo, era un reducto exclusivo que marcaba el pulso de una sociedad pujante desde el punto de vista económico, artístico y deportivo.
Al dedicarle y ofrecerle esta obra de arte de uno de los escultores franceses vivos más admirados de la época, Auguste Rodin, los miembros del club quisieron testimoniar todo su reconocimiento al célebre campeón de esgrima.
“Lo que es interesante es que, en esa época –a fines del siglo XIX, principios del XX– Rodin no sólo tenía una reputación internacional, sino que hacía exposiciones en los Estados Unidos, en Japón, en Europa del Este… En 1900 él tenía su propio pabellón en la Exposición Universal en París, gozaba de cierto renombre”, valora Brun.
Y explica: “Él hizo un contrato de edición con la casa Barbedienne, esa gran casa que fue fundada en París y que tenía representación en Argentina, yo imagino que la gente del Jockey Club fue a ver a esta casa Barbedienne y preguntaron si era posible tener un Rodin dedicado, un bronce personalizado, eso ha sido encargado en septiembre de 1904 y, después, ha sido necesario hacerlo llegar hasta la Argentina. Es un bronce muy pesado que fue trasladado en barco porque en la época no había aviones”, remarca el experto.
Tras una estancia en México, la pareja regresó a Francia en 1916, donde él enseñó esgrima en el Liceo Militar de La Flèche. Allí, la escultura ocupaba un lugar preponderante.
“Es una muy bella historia porque Merignac la tenía exhibida en su sala de armas, entonces todos sus alumnos han visto ese bronce, que es bastante importante por su tamaño y, además, está puesto sobre un zócalo en el suelo, es bastante visible”, dice el experto, con entusiasmo.
Christina murió en 1923, y en 1937 Lucien Merignac se casó con su alumna más brillante, Agathe Turgis. Se instalaron en la región de Angers y, cuando el esgrimista murió en 1941, Agathe enseñó durante algunos años esgrima en Le Lion d’Angers, donde el magnífico bronce ocupaba un lugar destacado. Vendido a un anticuario de la región, fue una antigua alumna, la actual vendedora, quien volvió a adquirir «El Beso» de Lucien Merignac y acudió a la Casa Perazzone–Brun para ofrecerlo en subasta pública.
Un bronce inédito, firmado y dedicado por Auguste Rodin, de un valor estimado en 500.000 euros. Foto: gentileza Courant Chauviré/ Elodie Brossette.
“Esta mujer confió en nosotros, hemos valorado la pieza con una estimación cercana a los 500 mil euros. Para nosotros es una muy bella pieza, una gran pieza de arte, vamos a hacer lo máximo para ponerla en valor y presentarla a todos los eventuales compradores que sean susceptibles de estar interesados”, asegura Brun.
Auguste Rodin en Buenos Aires
«El arte es el placer de un espíritu que penetra en la naturaleza y descubre que también ésta tiene alma». Esta frase de Rodin muestra a las claras su concepción casi mística del arte, entendido no como mera reproducción de la realidad, sino como una forma de revelación espiritual, donde el escultor no sólo moldea la materia, sino que desentraña la vida latente en ella.
Considerado el padre de la escultura moderna, Auguste Rodin (1840–1917) rompió con los cánones académicos de su época al privilegiar la expresión emocional y el movimiento del cuerpo humano. Su obra desafió la perfección clásica al introducir superficies inacabadas, gestos truncos y una potencia dramática inédita hasta entonces.
Buenos Aires no fue ajena a la fascinación por Rodin. En el Museo Nacional de Bellas Artes se conservan actualmente 23 obras del escultor, muchas de ellas adquiridas por Eduardo Schiaffino, su director fundador, a comienzos del siglo XX. Entre ellas se destaca otra versión de «El Beso», en mármol. También hay otras dos piezas monumentales del artista en el espacio público: El Pensador, ubicado frente al Congreso de la Nación, y el Monumento a Sarmiento, emplazado en la Plaza Sicilia del Parque Tres de Febrero, una donación del gobierno francés realizada en 1900.
Todas estas obras no sólo atestiguan la dimensión internacional de Rodin, sino también el diálogo cultural entre Francia y Argentina a inicios del siglo pasado. En un tiempo en que los viajes eran largos y el bronce pesado, Buenos Aires fue una de las pocas ciudades no europeas que accedió a estas piezas de manera directa.
Brun concluye: “Esta fundición en bronce de «El Beso» de Rodin de 1904 tiene una pátina hermosa, una fuerza expresiva notable. No es un objeto decorativo. Es una obra con historia, que evoca a Rodin, a Mérignac y también a Buenos Aires. Es formidable poder, a través de un bronce, reconstruir un relato tan completo”.
La obra será subastada este viernes a las 15 en Francia en el departamento francés de Maine–et–Loire, por la Casa de Subastas Chauviré–Courant.
Sobre la firma
Adriana MuscilloBio completa
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