La flexibilización de los controles cambiarios -la apertura del cepo al dólar– dejó una amplia banda de flotación, en la que el Gobierno se anotó un triunfo luego de que la divisa estuviera más cerca del límite inferior, de $ 1.000, que del superior, de $ 1.400, aunque el tipo de cambio cerró la semana cerca de los $ 1.200.
La apuesta oficial es que la mayor demanda de pesos lleve al dólar en torno a los $ 1.000, en un escenario de recuperación de la economía, mayor acceso al crédito y escasez monetaria, lo que le dará la posibilidad al Banco Central (BCRA) de comprar reservas sin que esa emisión tenga efectos sobre la inflación.
No obstante, el esquema de dólar bajo puede tener un impacto significativo en múltiples frentes, tanto en la producción de la industria, el campo y el petróleo y gas en Vaca Muerta, como en los incentivos a las importaciones y el turismo argentino al exterior, lo que genera una sangría de divisas.
Sin devaluación, la agenda es de impuestos
Para Dante Sica, exministro de Producción y socio fundador de la consultora Abeceb, «la Argentina está ante un salto exportador y el tipo de cambio que viene va a ser más bajo que el promedio histórico, donde ya no serán determinantes los precios, sino las cantidades que van a dar sectores como la energía y la minería«.
«Ya no estamos caros o baratos en dólares, estamos caros en impuestos y regulaciones, que son incompatibles con el esquema que viene. La necesidad de avanzar en desregulaciones va a ser cada vez más importante. Las devaluaciones, en el pasado, funcionaron como válvulas de escape a la poca escala de la economía local y los impuestos altos y regresivos», plantea Sica.
Un experto en la industria, que prefiere mantener el anonimato, describe a Clarín un escenario de tasas de interés altas, apertura comercial y falta de una agenda concreta de baja de impuestos y competitividad para los sectores industriales que provoca que cada vez más empresas vean que «es más negocio importar que producir localmente». «Así, va a continuar el achicamiento gradual y persistente del sector productivo, con unos 800 a 1000 despidos por mes«, anticipa.
En cambio, el exsubsecretario de Mercados Agropecuarios Javier Preciado Patiño considera que este dólar es beneficioso para los productores del campo, que hasta el viernes 11 de abril recibían $ 1.130 por dólar. «El productor rural se siente cómodo cuando el dólar está lo menos manipulado posible. Ahora desaparecen los incentivos a cubrirse en cosas hechas de dólares, como maquinarias, insumos. Y el aviso del presidente Javier Milei de que en julio vuelven las retenciones al 33% para la soja hace que sea riesgoso no vender los granos ahora«, apunta.
«Una Argentina cara en dólares afecta a los sectores transables como el agro, la pesca, la industria, la energía, la minería, los servicios del conocimiento y el turismo, que pierden rentabilidad y puede hacer que primero dejen de exportar y luego se ponga en riesgo la supervivencia de empresas», explica Daniel Schteingart, del think tank Fundar. Sin embargo, puntualiza que en un contexto de crecimiento de la actividad, hay espacio para que a las compañías locales les vaya bien.
El economista marca también que la balanza de turismo en el primer trimestre de 2025 fue la de mayor gasto en viajes al exterior en la historia, con unos 2.256 millones de dólares. Y concluye: «Por más de que esté superado el problema fiscal, si hay un alto déficit de cuenta corriente puede sobrevenir otra crisis por falta de dólares para sostener las importaciones y los viajes».
NE