Quisiera que un día los jubilados gobiernen.
Que la experiencia, la sensibilidad y el desinterés, de quienes han padecido la carencia, el
sufrimiento y abuso, sirvan para cambiar la República.
Que aquellos que abandonaron el caprichoso deseo de subirse al caballo de la codicia, con rumbo al poder, sigan de a pie, caminando junto al pueblo con destino a sus necesidades.
Necesidades que forman parte de esas sobradas heridas, en recuperación, que unos y otros poseen por doquier.
Quisiera que la humanidad que distingue al ser humano, en su esplendor espiritual, nos ayude con
miras a comprender y proteger la vulnerabilidad del niño, del joven, de las madres y padres que invierten el tiempo en sus hogares, o ayudando a otros.
Madres, padres, jóvenes e incluso niños, que habrían de acompañar a esos jubilados, en su afán de amparar la justicia social de los que renuncian a todo, a cambio de sus principios y valores.
Quisiera que ese núcleo humano desamparado, que solo anhela justicia, educación, seguridad y salud.
Que entiende y defiende la verdadera Patria y el concepto de honor, marchando al unísono con quienes cumplieron su misión en esta vida, gobierne hoy… y para siempre.
Aldo Cristian Alí / [email protected]
Voces, reclamos y esperas de jubilados
Estamos alarmados porque este mes pagaremos dos boletas de AySA de casi 20.000 pesos.
No entendemos esto. La pregunta esta por quebrar esta empresa de servicios, digo los avatares de la empresas no tenemos porque pagar los usuarios, ¿a qué se debe esta situación? Los jubilados no cobramos dos veces por mes. Aumento el precio internacional del agua. ¿Qué está pasando? ¿Hay que intervenirla?
Luis Carmelo letizia / [email protected]
Aciertos, errores… así se lo elogie o critique, no se le quita el crédito a un inexperto gobierno a tan solo año y medio de asumido, en un país con tamañas contradicciones ideológicas, políticas, sociales e históricas. Y menos aún en un contexto mundialmente exasperado, en el que simultáneamente vuelve a obtener el favor del orbe, en una magnitud económica internacionalmente excepcional a nivel público y privado.
Pero tampoco es cuestión de hacer la vista gorda, ser indulgentes ni obsecuentes con todo lo que el Ejecutivo diga. Y menos aun cuando ciertos errores, muestran una forma y contenido poco o nada republicana.
Tiempo atrás, Milei cayó en un cuasi sincericidio, al llamar “jefe/a” a su hermana. Siendo él la máxima autoridad ejecutiva, la suya es intolerable, espontánea confesión pública de renuncia al juramento. Fuese o no en broma, afortunadamente no lo sigue repitiendo. Pero eso no es todo.
Mientras un sinnúmero de otras expresiones serán evaluadas por cada votante, hay una recurrente y de trasfondo semántico consciente o inconsciente, imposible de obviar. A tal punto que, entre ambas, podrían dar lugar a juicio político.
Me refiero a expresar que el levantamiento del cepo cambiario –así como tantas otras medidas- “es para siempre”. Pues ya no se trata de la cuestión en sí misma, sino que la ley, la Constitución Nacional, limita el mandato presidencial a dos períodos sucesivos; cuando de esta forma el gobierno da por sentada una perpetuidad políticamente incierta y personalmente imposible… Cierto es que a Milei le asiste el derecho a confiar en su administración, a punto tal que lo impulse a una proyección trascendente. Pero tratándose del más indómito de los países grandes, más inteligente sería guardar su fantasía en la intimidad del poder, sin seguir voceando conquistas que, al menos en lo inmediato, tienen como primordial beneficiario al mercado financiero… antes que al mercadito barrial, donde el pueblo, las familias y los jubilados, no alcanzan a comprar un kilo de milanesas “made in Argentina”.
Adrián Armando Klas / [email protected]
Lo sucedido en la movilización del miércoles pasado no puede naturalizarse. Más de cien heridos, gases lacrimógenos, balas de goma y escenas que creíamos parte de un pasado al que no queríamos volver. El “método Bullrich” no es nuevo, pero sí es profundamente preocupante. La represión como respuesta ante una manifestación no habla de orden, habla de incapacidad política. No se reprime cuando se tiene autoridad moral, se reprime cuando se ha perdido la escucha, el diálogo, el rumbo.
Bullrich podrá llamar a eso “garantizar la paz”. Pero una paz basada en el miedo es apenas una tregua con olor a violencia. Y en democracia, el miedo nunca puede ser política de Estado. Hoy fueron trabajadores, jubilados, estudiantes. Mañana puede ser cualquiera que piense distinto. El Estado debe proteger, no castigar. Escuchar, no reprimir. Gobernar, no disciplinar. Y sobre todo, respetar. Aun a quienes piensan distinto.
Liliana Canaves / [email protected]
Con sinceridad respecto a lo ocurrido en el Congreso y alrededores me preocupan dos cosas. En primer lugar, usar a los jubilados como bandera para manifestarse contra una gestión en las afueras del recinto, y que dentro del mismo se refieran a la clase pasiva en sus alocuciones, cuando ambas cámaras han vejado y humillado a los jubilados por años, no tienen vergüenza.
Que en el Congreso sólo los diputados hayan votado a favor de un DNU para pedir un préstamo al FMI, cuando las cláusulas de su solicitud no son explícitas y menos cuando no se conocía el monto de la deuda a adquirir.
Incumplen la Carta Magna quienes lo solicitaron y lo aprobaron. Siguen endeudando al pueblo. Cuando ellos se vayan, incluso legisladores, lo harán cobrando remuneraciones vergonzosas, mientras sus acciones siguen fabricando pobres. Sólo inmorales lo hacen. Incluso dar al Ejecutivo facultades especiales violando el Art. 29 de la CN. No dejo de resaltar el bochorno que es escuchar y ver, incapaces, toscos, ignorantes y soberbios diputados, pelearse y agredirse por doquier. Da repugnancia saber que nos representan. Son una horda humana sin tino, ni clase, ni educación que enlutan a la República y la Constitución.
Así no representan a nadie, incluso los senadores, que en nada se diferencian de la Cámara Baja.
Rodolfo C. Castello / [email protected]
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