Entre los amantes del asado y los asadores con experiencia hay un secreto bien guardado en la gastronomía que se comparte más por observación que por receta: ponerles sal a las brasas. Esto ayuda a mejorar la cocción y hacer la diferencia en el sabor de la comida.
Esto, que se acostumbra a ver en diversas partes de Argentina, cambia el comportamiento de las brasas. Quienes lo hacen dicen que controla el humo, evita chispas y mantiene la intensidad del fuego sin sobresaltos.
¿Por qué algunos asadores usan sal sobre las brasas?
El gesto de tirar sal sobre el fuego no busca provocar un efecto visual, sino influir directamente sobre el manejo de las brasas. Quienes ponen en práctica este tip gastronómico afirman que el resultado se nota desde el primer contacto de la grasa con el calor.
- Menos humo molesto: al caer la grasa, la sal actúa como barrera y evita que se forme una nube densa.
- Menos chispas: especialmente útil si se usa leña o carbón de baja calidad, ayuda a prevenir saltos de brasas.
La práctica busca mejorar la experiencia tanto del cocinero como de los comensales. Foto: Unsplash.
- Más control térmico: al regular el avance del fuego, permite cocinar más parejo.
- Aroma adicional: aunque no hay estudios que lo validen, algunos aseguran que el vapor salado deja una nota especial en la carne.
Cómo usar sal en las brasas sin fallar en el intento
La clave está en el momento. Hay que esperar a que las brasas estén bien formadas, sin llamas altas ni restos verdes. Luego, espolvorear sal gruesa de forma uniforme, sin excesos. La sal fina no sirve: se disuelve enseguida y pierde impacto.
Con pequeños trucos como este, cualquier persona puede mejorar su técnica en la parrilla y lograr un asado más sabroso. Foto: Freepik.
Si usás carbón, notarás enseguida una reducción en la cantidad de humo cuando cae grasa. Si usás leña, el efecto dependerá de qué madera uses, aunque el principio general se mantiene. Tampoco hace falta repetir el proceso varias veces: un puñado bien puesto en las brasas alcanza.
Este truco no reemplaza la técnica, pero suma. No transforma el asado en algo nuevo, pero lo mejora. Sobre todo, permite al asador concentrarse más en los tiempos y menos en controlar humo, fuego y calor al mismo tiempo.
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