El fin de semana del 5 de mayo, día en que los mexicanos conmemoran la victoria de su Ejército ante los invasores franceses en la Batalla de Puebla en 1862, es una fecha tradicional en el calendario de Saúl Álvarez. Por primera vez, la fiesta de Canelo no se celebrará este año ni en México ni en Estados Unidos, sino en Riad, donde el mundillo del boxeo lo imagina convirtiéndose por segunda vez en campeón indiscutible de los supermedianos. Quien tendrá en sus guantes la posibilidad de impedirlo y de concretar un batacazo mayúsculo será el cubano William Scull, un hombre que residió casi un lustro en Argentina y que este sábado tendrá la oportunidad de su vida. El combate comenzará a la medianoche y será transmitido por la plataforma DAZN.
La 67ª pelea de una carrera profesional que en octubre cumplirá 20 años será la primera que el multicampeón no realizará en territorio norteamericano (hizo 35 en México y 31 en Estados Unidos). Su presentación en el ANB Arena de Riad es una consecuencia del trabajo que, desde hace años, Canelo realiza como administrador de la muy rentable empresa en que se han convertido su cuerpo y su nombre. En esa función, discutió públicamente y pujó tenazmente con Turki Alalshikh, presidente de la Autoridad General de Entretenimiento de Arabia Saudita, e incluso amagó con pactar una pelea con el youtuber boxeador Jake Paul hasta que en febrero consiguió lo que pretendía: un contrato sideral respaldado por los billetes de la monarquía.
El acuerdo contempla cuatro peleas. La primera será la de este fin de semana, que, para ajustarse al horario central televisivo en Estados Unidos, obligará a los peleadores a una incomodísima programación: el combate principal será en Riad el domingo a las 6, poco después del amanecer, mientras que las contiendas preliminares arrancarán a las 2, algo similar a lo que sucedió cuando Muhammad Ali y George Foreman se midieron en 1974 (ese pleito comenzó a las 4 en Kinshasa). Para acomodarse a esta situación, Álvarez, quien arribó a la capital saudí el 15 de abril, realizó en estas semanas sesiones de entrenamiento a la madrugada.
Si bien no ha sido oficializado, el segundo compromiso del acuerdo entre Canelo y Alalshikh ya tiene fecha, sede y rival escritos en tinta limón: el 13 de septiembre en el Allegiant Stadium de Las Vegas contra el invicto estadounidense Terence Crawford, excampeón indiscutible de las categorías superligero y wélter, y hoy monarca superwélter de la Asociación Mundial de Boxeo, quien subiría dos divisiones para retar al mexicano.
En su última presentación, en septiembre en Las Vegas, Canelo Álvarez derrotó al puertorriqueño Edgar Berlanga. Foto: John Locher / AP.
Para que eso suceda de acuerdo con lo pactado, es necesario que el peleador nacido en San Agustín, en las afueras de Guadalajara, recupere este fin de semana su condición de rey indiscutible de los supermedianos, que ostentó entre noviembre de 2021, tras su triunfo ante Caleb Plant, hasta julio de 2024, cuando la Federación Internacional de Boxeo lo despojó de su título por negarse a enfrentar a quien era entonces, y desde hacía dos años, el número uno de su ranking. Ese hombre es hoy el campeón reconocido por ese organismo y el escollo con el que chocará Álvarez: William Scull.
Recién cuando la FIB emplazó a Canelo a enfrentarlo, el nombre del cubano comenzó a rebotar fuera del círculo más pequeño de conocedores de este deporte. Muchas dudas y objeciones se han planteado sobre sus antecedentes y sus cualidades para afrontar este compromiso. Más allá de ello, el cinturón que pretende el pelirrojo para completar nuevamente el póquer de las 168 libras pertenece en estos días al púgil que nació hace 32 años en Zorrilla, un pequeño poblado de poco más de 1.000 habitantes en la provincia de Matanzas, en el centro de Cuba, pero que tiene un DNI argentino.
William Scull es el propietario del único cinturón de la división supermediano que no pertenece a Canelo Álvarez: el de la FIB. Foto: Instagram @scullwilliam.
Scull, que comenzó a practicar boxeo a los 10 años, integró el seleccionado de su país y realizó más de 350 combates como aficionado. En 2016 viajó a Argentina junto a quien todavía es su entrenador, Franquis Aldama, como parte de un proyecto de intercambio deportivo. Ambos tenían pasaje de regreso, pero jamás lo utilizaron y se afincaron en Mendoza, donde vivieron un año y medio. En esos primeros meses, Scull tuvo dificultades para conseguir una licencia habilitante y una chance para pelear profesionalmente. Su debut se produjo el 11 de noviembre de 2016, cuando noqueó en el primer round al mendocino Gastón Ávalos en San Carlos.
El destino del Indomable comenzó a cambiar en 2017, cuando el promotor Mario Arano lo contrató para que oficiara de sparring de Lucas Matthysse (se estaba preparando para enfrentar al estadounidense Emanuel Taylor) en Trelew. Allí terminó encontrando su lugar: se radicó en la ciudad, tuvo un hijo (William Junior, que hoy tiene cinco años) y edificó una carrera. Sus primeros nueve combates rentados y 11 de los primeros 13 los hizo en el país: se presentó en Trelew, Puerto Madryn, Playa Unión, Bragado, Junín, Bel Ville, Justiniano Posse y Villa Mercedes. En ese camino, se consagró campeón sudamericano de los supermedianos en julio de 2019 noqueando al lujanense Sebastián Papeschi.
En 2020 y luego de dos pruebas satisfactorias en Alemania, se mudó a ese país tras ser contratado por la promotora AGON Sports. En suelo teutón hizo casi toda su carrera en el último lustro, con la excepción de una pelea en Estados Unidos: en mayo de 2024, cuando ya era el número uno del ranking supermediano de la FIB, venció por puntos a Sean Hemphill en el T-Mobile Arena de Las Vegas en uno de los choques complementarios de la cartelera que tuvo como atracción estelar el duelo entre Saúl Álvarez y su compatriota Jaime Munguía.
En ese tiempo, la FIB ya presionaba para concretar el duelo con Canelo, que entonces parecía sumamente improbable. Cuando el organismo despojó al mexicano, ordenó que Scull enfrentara por el título vacante al número dos de su escalafón, el ruso Vladimir Shishkin. El 19 de octubre pasado en Falkensee (Alemania), el cubano se impuso por puntos y en una muy discutida decisión unánime. Así consiguió su 23ª victoria en la misma cantidad de peleas profesionales (nueve fueron por nocaut). La 24ª, la más importante y la que (casi) todo el mundo cree que perderá, será este sábado frente al hombre de la cabellera rojiza y la chequera dorada.