Hasta hace unos años se decía que programación era la carrera estrella y que “todos” debíamos aprender código. Pero, en poco tiempo, los equipos de programadores se reducen, y programa ChatGPT con supervisión humana. En este contexto, los rankings de “las carreras del futuro” están a la orden del día, buscando develar cuáles serán las áreas más demandadas en el futuro. La ansiedad e incertidumbre aparece alrededor de los jóvenes y su desarrollo laboral (¿qué estudiar?) y, también, en los adultos trabajadores y el temor a la obsolescencia anticipada, “quedar viejo” (¿mi rol será reconvertido, o reemplazado?).
Melina Masnatta es una reconocida emprendedora y especialista en educación y tecnología, con experiencia en organizaciones en el sector público y privado, y en organismos regionales e internacionales.
¿Qué carreras o formaciones sugerir hoy a los adolescentes en un mundo cambiante, a velocidades nunca antes experimentadas? “Es posible que el futuro esté cada vez más impactado por tecnologías, escenarios de cambio, crisis o acción climática, movilidad humana (migraciones) e inestabilidad económica global, entre otras condiciones que ponen en jaque a los modelos tradicionales. Y es por esto que se generan enfoques centrados más en las habilidades que están conectadas con la perseverancia, la adaptabilidad, y la empatía”, dice Melina en su último libro, Educar en tiempos sintéticos. Pasión por enseñar. Deseo de aprender (Galerna).
Melina Masnatta cree que “vamos a un futuro en el que el diferencial estará dado por el concepto de polímata”, como eran Leonardo Da Vinci o Steve Jobs.
¿Cuáles son las “carreras del futuro”?
En muchos escenarios apocalípticos que vemos en películas ubicadas en futuros distópicos, aparece una revalorización de los trabajos manuales y oficios: por ejemplo, en Interstellar (2014), Matthew McConaughey es un piloto reconvertido en agricultor en un mundo contaminado, en Mad Max (2016) son claves los mecánicos y artesanos para arreglar transportes para sobrevivir, y en Pasajeros (2015) el personaje de Chris Pratt -en viaje hacia otro planeta- señala: “En la Tierra, cuando algo se rompe, no lo arreglás, lo reemplazás. Las colonias tienen problemas por resolver. Son mi tipo de problemas. Y un mecánico es alguien”.
“Hace unos años, cuando el tema era la globalización, lo que uno escuchaba era: ‘Aprendé inglés porque vas a viajar o podés trabajar en una compañía de otro país’. En estos tiempos, donde nunca se sabe si habrá una tercera guerra mundial, todo tiende más hacia adentro”, dice Melina, quien cree que en ese contexto podrían ganar terreno las carreras ligadas a los oficios.
“En esos escenarios -que son bastante realistas, más que distópicos– hay una carencia, una necesidad”. Y trae un ejemplo: “China, Japón y buena parte de Asia vivieron una transformación enorme en poco tiempo. Hace unos años hablé con una familia en China que hacía un gran esfuerzo: vivían en el campo y habían hipotecado todas sus vacas para que sus hijos pudieran estudiar en la universidad. El problema fue que esos hijos después no podían volver”.
Las grandes ciudades estaban saturadas y nadie volvía al campo. Entonces se generó una gran tensión: por un lado, la promesa del ascenso social; por otro, una desconexión total con lo productivo y lo esencial.
“Si me preguntás cuáles son hoy las carreras del futuro, yo seguiría apostando a las clásicas, porque son las de base, pero buscaría más interconexiones. Por ejemplo, tengo un amigo que es filósofo y programador; si lo pensás bien, tienen un hilo común: con todo el auge del prompting (la técnica de hacer preguntas a las IA para obtener respuestas precisas), si vos sabés pensar, reflexionar filosóficamente, si entendés qué preguntar y cómo hacerlo, volás. Incluso podés darte cuenta de los límites de la herramienta”, dice Masnatta.
Y resume: “Me parece que hay que volver a esas combinaciones inesperadas, a cruzar saberes. No ir tanto a la hiperespecialización, sino a lo generalista”.
“Si me preguntás cuáles son hoy las carreras del futuro, yo seguiría apostando a las clásicas, porque son las de base, pero buscaría más interconexiones».
Conocer los talentos
Los usuales ránkings de las “carreras del futuro” representan un intento de entender lo que se viene para tomar decisiones, una búsqueda basada en lo que vemos hoy, junto con una reflexión de lo que aún no llegó. Masnatta no desoye estos ránkings, pero se despega e insta a buscar el talento: “Si vos me preguntás qué hay que estudiar hoy, en dónde nos enfocamos, lo primero que haría es un buen test vocacional”.
“La gente elige por ranking, y no elige en qué es talentoso, y en qué podría mejorar su talento. Porque -ejemplo corto- si querés ser astronauta y te va mal en física y química, bueno, vamos un poquito destinado al fracaso, ¿no? Lo que nos va a diferenciar no es tanto seguir rankings, sino entender en dónde nos podemos diferenciar. Y sobre todas las cosas, dónde podemos potenciarnos los humanos”
La experta advierte que es preciso tener este entendimiento y que “lo que nos va a hacer ganar es volver a tener una convergencia de pensamiento”.
Melina cree que “vamos a un futuro en el que el diferencial estará dado por el concepto de polímata”: proviene del griego y quiere decir “el que sabe muchas cosas”, es decir, una persona que posee conocimientos que abarcan diversas disciplinas; Leonardo Da Vinci está considerado como su máximo exponente, aunque cita también a Steve Jobs.
Se trata de “empezar a enlazar mundos, el mundo del arte, el diseño, la creatividad y la tecnología, y sumarle la capa de la sostenibilidad. Todo eso es el camino del futuro”.
Melina fue una de las fundadoras de Chicas en Tecnología, una organización que trabaja en reducir la brecha de género en el mundo tech en Argentina.
¿Todos tenemos que saber programar?
Melina fue una de las fundadoras de Chicas en Tecnología, una organización que desde 2015 trabaja en reducir la brecha de género en el mundo tech en Argentina y América Latina, y que promovía la diversidad y el aprendizaje de programación.
En ese recorrido, vivió de cerca el auge de una idea que hoy matiza: “En ese momento ya había un error del concepto de ‘todos tenemos que aprender a programar’, porque después, los cursos o las formaciones iban más orientadas a la limpieza de código -no a la programación en sí-; y no había tanto desarrollo de carrera de liderazgo en tecnología, que hoy es lo que se necesita”, reconoce.
Según ella, saber programar sigue siendo útil, pero el contexto cambió. “Hoy podés utilizar inteligencia artificial para ciertas cuestiones, y no necesitás saber código; pero si sabés código, podés utilizar esa Ferrari como una Ferrari, y no como un fitito. Esa es la diferencia. El concepto que teníamos de ‘aprender a programar’ no queda fuera, sino que es el lenguaje universal con el que podés seguir creando otros lenguajes”.
Indicios de época
Melina invita a prestar atención a los indicios de época: esas pistas o señales que revelan características, costumbres o tendencias de un momento histórico y pueden anticipar las grandes transformaciones del futuro. En ese sentido, destaca dos fenómenos clave ligados a necesidades humanas profundas: el envejecimiento poblacional y la baja natalidad.
“Ahí tenemos desafíos y temas humanos que van a necesitar determinadas profesiones y roles, como enfermería. Entonces, para elegir carreras, andate a buscar esos indicios y elegir carreras que te habiliten después a adaptarte para esos problemas que van a necesitar soluciones”.
Educar en tiempos sintéticos. Pasión por enseñar. Deseo de aprender (Galerna), de Melina Masnatta.
La expansión de la IA y el dilema tecnológico
“Hace 15 años, cuando trabajaba en tecnología, hablábamos de high tech y low tech; de hardware, y de toda la chatarra tecnológica que hoy nos empieza a preocupar”. High tech se refiere a la tecnología avanzada, sofisticada, de última generación, mientras que low tech es todo lo contrario: tecnologías simples, accesibles, muchas veces reutilizables o reparables.
“Y tenés un montón para hacer ahí: hay países como Rusia que tienen un desarrollo enorme de tecnología ‘low’, porque en términos de ciberseguridad y defensa, es más segura que lo digital”, cuenta.
Y lo menciona como una metáfora para pensar la tensión actual: “Si vas a aprender algo tecnológico, compensalo con algo tangible y de low tech. Porque nos va a tocar un mundo -y lo vamos a vivir- donde necesitamos entender la sostenibilidad y los recursos; y no solamente pensar que la IA nos va a resolver todo”.
El ciclo de hype, o Hype Cycle, es una representación gráfica desarrollada por Gartner que describe el proceso de maduración y adopción de una tecnología, desde su introducción hasta su uso masivo. Foto: Shutterstock.
La inteligencia artificial, advierte, está en su momento de mayor expansión, pero eso no va a durar para siempre, y tiene un costo energético muy grande. “Cuando baje la ola —cuando salgamos del ‘hype cycle’ y entremos en lo que se llama el ‘valle de la muerte’— vamos a entender que no todos los trabajos van a requerir IA o desarrollo de IA. Simplemente, no van a dar los recursos”.