Desde el inicio de su mandato, hace ya un año y medio, Milei muestra tener dos obsesiones primordiales: bajar la inflación, por un lado, y legitimar a su hermana Karina como una brillante estratega política no reconocida (no por falta de talento de ella, sino por incapacidad de advertirlo de los demás).
El dato ilumina una particularidad -una más- de una «pareja presidencial» inédita, en la que se combinan, y muchas veces se confunden, la conveniencia política con las lealtades familiares.
Este domingo, luego de las elecciones legislativas provinciales en Jujuy, Salta,Chaco y San Luis, con resultados positivos pero sin apabullar de La Libertad Avanza -triunfo en Salta capital, segundo puesto en Jujuy y alianza ganadora con el gobernador radical Zdero en Chaco-, el presidente reivindicó una vez más a su hermana con un post en X: “ELLA ES EL JEFE. No más palabras Sr. Juez. VIVA LA LIBERTAD CARAJO”.
Hay, en principio, una observación empírica. Semejante esfuerzo de legitimación (que acompaña todo el Gobierno) evidencia más una debilidad que una fortaleza de la secretaria general de la presidencia. Si Milei lo hace es porque sabe, como saben todos, que la agudeza política de su hermana requiere aún de pruebas contundentes.
Como reconoce cualquiera que haya participado de alguna organización, los jefes no se proclaman, ejercen. Quién está obligado a que repitan que «es el jefe», tiene un problema en la robustez de su autoridad.
El elogio hacia Karina supone también, y quizás sobre todo, un mensaje para consumo interno en La Libertad Avanza, y la necesidad, vistos los resultados, de fortalecerla en su pulseada con Santiago Caputo, crítico de los armados provinciales en esta fecha electoral.
Caputo es -según definición del propio Milei-, «una segunda instancia de control político», con más poder que los propios ministros, lo que configura una ensalada de jefes que explica más de una interna.
La estrategia electoral de Karina Milei y su asesor Lule Menem venía golpeada de las legislativas en Santa Fe, donde LLA obtuvo el 14% de los votos cuando ellos anticipaban un 25%.
La impostada euforia por los resultados del domingo, viralizada como siempre con exageraciones en las redes sociales, revela la urgencia por una revancha que oxigenara la credibilidad de la hermana presidencial.
Sin embargo, casi todo esto quedará en segundo plano luego de la elección en la Ciudad del próximo domingo.
A priori, algo aparece claro: los Milei se muestran más preocupados por enterrar a los Macri que por «meterle el último clavo al cajón del kirchnerismo con Cristina adentro». En todo caso, lo del kirchnerismo, si ocurre, quedará para más adelante, mientras que la intención de ponerle el primer clavo al ataúd del macrismo en la ciudad, se advierte como urgente.
La estrategia de competir contra el Pro -esta vez sí, compartida por Karina y Santiago Caputo-, implica un riesgo mayúsculo. Si Adorni es Milei, tal como se «martilló» durante la campaña, y el actual vocero no resultara ganador, el perdedor sería el presidente. La apuesta no es menor. Si sale bien, la hermana del presidente no necesitará de tuits respaldatorios. Si sale mal, no habrá tuit que la rescate como responsable de la derrota.
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Gonzalo Abascal
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