WASHINGTON.- La guerra entre el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y la Universidad de Harvard alcanzó este martes su punto más álgido. La administración anunció el retiro de otros 450 millones de dólares en subvenciones federales, apenas un día después de que la prestigiosa institución académica rechazara las acusaciones del gobierno de ser un semillero de liberalismo y antisemitismo.
En una carta enviada a Harvard, un grupo de trabajo federal sobre antisemitismo informó que la universidad perderá fondos provenientes de ocho agencias federales. Esta nueva medida se suma al congelamiento previo de 2200 millones de dólares ya ejecutado por la Casa Blanca.
Según el documento, Harvard se ha convertido en un “campo para sembrar la discriminación” y enfrenta una “batalla empinada y cuesta arriba” para recuperar su legado como centro de excelencia académica. La misiva, firmada por funcionarios del Departamento de Educación, Salud y Servicios Humanos y la Administración de Servicios Generales, agrega: “Hay un problema oscuro en el campus de Harvard, y al priorizar el apaciguamiento sobre la responsabilidad, los líderes institucionales han renunciado a seguir recibiendo dinero de los contribuyentes.”
Harvard President Alan Garber told the WSJ today that revoking the university’s tax exempt status would be “highly illegal” and “destructive to Harvard.” pic.twitter.com/w8Le6Ejeja
— Steve McGuire (@sfmcguire79) May 3, 2025
Hasta el momento, las autoridades de Harvard no han emitido comentarios oficiales sobre las nuevas sanciones.
La universidad se ha convertido en blanco de crecientes presiones por parte de la administración Trump tras ser la primera en desafiar abiertamente las exigencias del gobierno federal de restringir el activismo propalestino y eliminar las políticas de diversidad, equidad e inclusión. La semana pasada, el Departamento de Educación ya había advertido que Harvard no recibiría nuevas subvenciones federales mientras no cumpliera con las condiciones impuestas por la Casa Blanca.
Trump, por su parte, ha declarado públicamente su intención de revocar el estatus de exención de impuestos de Harvard, y el Departamento de Seguridad Nacional ha amenazado con prohibirle la admisión de estudiantes extranjeros. La ofensiva contra la universidad forma parte de una campaña más amplia que afecta también a otras instituciones académicas de prestigio, como la Universidad de Columbia, la Universidad de Pensilvania y la Universidad de Cornell, a las que también se les han recortado fondos federales.
La Casa Blanca exige que Harvard realice una profunda revisión de sus políticas institucionales: cambios en el liderazgo, modificaciones en los criterios de admisión y auditorías tanto al cuerpo docente como estudiantil, con el objetivo de garantizar una mayor pluralidad de puntos de vista en el campus.
En respuesta, Harvard ha iniciado acciones legales para bloquear la congelación de los fondos. En una carta enviada el lunes 5 de mayo, el presidente de la universidad, Alan Garber, rechazó las acusaciones del gobierno, afirmando que “Harvard es apolítica y ha tomado medidas para erradicar el antisemitismo en el campus”. Asimismo, calificó las sanciones como un “intento ilegal de controlar aspectos fundamentales de las operaciones de nuestra universidad” y sostuvo que la institución cumple con la ley.
Harvard will continue to defend against illegal government overreach aimed at stifling research and innovation that make Americans safer and more secure. Read the full statement: https://t.co/UIPoI5wZrr
— Harvard News (@harvardnews) May 6, 2025
Sin embargo, la carta del gobierno enviada este martes sostiene que Harvard ha fracasado reiteradamente en abordar la discriminación racial y el antisemitismo en su campus. Como prueba, cita la decisión de la Corte Suprema de 2023 que anuló el uso de criterios raciales en el proceso de admisiones, así como un reciente informe interno de la universidad que detalla varios casos de acoso antisemita.
Con esta nueva ofensiva, la confrontación entre la Casa Blanca y una de las universidades más influyentes del mundo entra en una fase crítica, con consecuencias que podrían redefinir el vínculo entre el poder político y la autonomía académica en Estados Unidos.
Agencias AP y ANSA