Matías Bottoni tiene 17 años, es nadador federado y había llegado junto a sus compañeros del club Echesortu de Rosario al Parque Roca, en Buenos Aires, para competir en el Campeonato Nacional de Natación. Pero lo que debía ser una fiesta del deporte amateur terminó en tragedia: durante la entrada en calor, Matías chocó con otro nadador, sufrió una fractura en la sexta vértebra cervical y quedó paralizado.
El lunes fue operado de urgencia en el Hospital Italiano y hoy enfrenta un largo camino de recuperación. Su papá, Luciano, cuenta en primera persona todo lo que están padeciendo en estas horas críticas y cómo sigue el estado de salud del joven rosarino.
«Cuando yo llegué acá a Buenos Aires, Matías me dijo; ‘Papi casi me ahogo’, porque quedó sin poder moverse abajo del agua. Con suerte lo pudieron sacar», comienza a relatar Luciano, todavía golpeado por la situación que les toca atravesar. «Él estuvo consciente en todo momento. El golpe no lo conmocionó, sino que le fracturó la vértebra y lo dejó paralítico».
El lamentable episodio ocurrió el sábado por la tarde, pasadas las 17 horas. Desde entonces, los Bottoni enfrentan una verdadera odisea médica, burocrática y emocional. Y la catarsis del padre de Matías con Clarín comienza haciendo foco en las trabas administrativas: aunque el joven cuenta con obra social, pasaron más de 24 horas sin cobertura efectiva, cuando cada instante hace la diferencia.
«El sábado desde las cinco de la tarde que fue el accidente hasta el lunes, Matías no tuvo cobertura de obra social. Si bien el Hospital Italiano tenía convenio y la obra social estaba vigente no había forma de contactarlos, lo que me pareció una locura. Las autoridades tendrían que rever un teléfono de contacto de urgencia para este tipo de situaciones fuera de Santa Fe. No pueden atender solo de lunes a viernes de 9 a 13 horas, no es así. Las cosas pasan cuando tienen que pasar, no cuando ellos deciden que pase», se queja Luciano en su cuarto día de martirio y poco sueño.
Luciano y Valeria, los papás de Matías, son odontólogos y están afiliados a OSPAC, la Obra Social del Personal del arte de curar, que incluye a otros trabajadores de la salud. Sin embargo, descubieron que cuando uno se encuentra a más de 100 kilómetros de Rosario, el contacto con la obra social se gestiona únicamente a través de una aplicación, que deriva la atención a una empresa externa. «Resulta que hay un artículo en el contrato que dice que no cubren eventos deportivos, y ahí tuvimos el primer llamado de atención. No es automovilismo, o paracaidismo, esto era un torneo de natación amateur».
Por esta razón, Matías fue trasladado en un primer momento desde el Parque Roca al Hospital Santojanni, en Mataderos, donde quedó internado en estado crítico. «Cuando llegué al hospital, él estaba en terapia y lo primero que me dijo fue ‘Me cagué la vida… si quedo paralítico, me voy a matar’. Imagínate lo que fue para mí escuchar eso», cuenta Luciano.
Matías Bottoni, el joven rosarino de 17 años.
En ese momento, Luciano movió cielo y tierra para conseguir un traslado que permitiera atender a Matías en un centro con mayor complejidad médica. «Me empecé a movilizar para conseguir un traslado al Fleming o al Italiano, pero de noche es complicado. Aparte en el Fleming no tenían convenio con OSPAC. En el Hospital Italiano me dijeron que sí, por eso se decide el traslado al Italiano, pero hasta el lunes no podían comunicarse», relata Luciano.
En paralelo, su estado empeoraba. «Esa noche en la terapia del Santojanni casi se muere en dos oportunidades por el compromiso medular, la lesión está muy cerquita de los centros vitales. El estado de él era crítico el sábado a la noche. El caso era complejo. De hecho, en el Fleming me dijeron que hacía muchos años que no veían una lesión tan grave de columna. El presupuesto inicial fue de 60 millones de pesos, solo para la primera operación que tuvo Matías y algunos días de terapia. No incluía el traslado».
Matías Bottoni tiene 17 años y practica natación desde muy chiquito.
Luciano hizo todo lo posible para conseguir un traslado urgente, pero se topó con trabas en cada intento. El SAME no quiso movilizar a Matías porque ya estaba en el Santojanni y no podían derivarlo a un centro privado. El cuadro era delicado: el traslado representaba un riesgo real para su vida. Ni siquiera las empresas privadas que contactó quisieron asumir la responsabilidad. La solución llegó recién cuando una médica del Italiano les ofreció un traslado especializado, con un equipo preparado para atender lesiones medulares.
“Se decidió hacerlo, pero se perdió mucho tiempo. Matías tardó más de 24 horas en ser operado. La médula estaba comprimida y el daño fue mayor”, explica Luciano. Y agregó: “Solo por el tiempo se van muriendo conexiones neuronales por la presión de la fractura desplazada. Hubiera sido mejor que lo operemos dentro de las 24 horas. Como papá hice todo lo que estuvo a mi alcance, pero no pude lograrlo”.
Recién el lunes se concretó la intervención. «La operación duró cuatro horas, se le reemplazó la sexta vértebra y se estabilizó el cuello. Eso fue para que él pueda tener el cuello estable, no para otra cosa. Ahora viene un camino larguísimo. Él es un chico sumamente inteligente, yo creo que la ilusión de Matías era que la operación repare todo y todavía sigue inmovilizado del pecho para abajo. No nos dan muchas expectativas respecto a eso«, confiesa el papá, que también es nadador. Por su parte, la obra social emitió un comunicado en el que informó que Matías estaba cubierto al cien por ciento.
Actualmente, Matías está despierto sin respirador, y comenzó a asimilar lo que le está pasando. «Él ahora vuelve a entrar en la realidad. Los brazos los está moviendo. Obviamente, los movimientos no son como una persona normal. Los daños están. Los médicos confían en que la parte motriz de los brazos se recuperen. Pero hoy estaba con la mano apoyada en su pancita y me dice: ‘¿ves tu mano ahí apoyada? No la siento’. Dice; ‘¿Qué pasa?’. Y yo le dije: ‘Ya sabés qué pasa. Esto es largo, falta’. Ahora a mi señora le dijo: “Quiero mover las piernas pero no puedo”. Él está volviendo a la realidad, a tener el impacto. No tengo nada para quejarme acá en el Italiano, estamos contenidos», describe Luciano.
La operación de Matías fue muy delicada. Los médicos debieron abordarlo por la parte frontal del cuello, a la altura de la nuez de Adán, porque no había otra forma de acceder a la zona afectada. “Ahí tiene el abordaje quirúrgico, a esa altura es la lesión de él. Todavía no puede sostener solo el cuello. Si no se estabiliza bien, se vuelve a romper. Entonces los neurocirujanos y traumatólogos están viendo si necesitan intervenir desde atrás para colocarle una barrita que asegure más vértebras”, cuenta su papá. El panorama sigue siendo incierto, pero cada decisión médica es clave para que Matías pueda conservar la movilidad y dar algún paso, aunque pequeño, hacia adelante.
Matías se anotó en quinto año en una escuela virtual para deportistas y así poder dedicarle más horas a la natación.
La familia Bottoni alquiló un departamento temporario frente al Hospital Italiano para acompañar a Matías, ya que la recuperación será larga. «Me hablan de no menos de un año en Buenos Aires. Esto viene para largo, no termina acá, puede haber otras operaciones», dice Luciano. Su otro hijo Juani, de 11 años, quedó en Rosario al cuidado de sus abuelos. Incluso, unas madres del colegio le están dando una mano para que Juani continúe con sus actividades. «Le dije que si podía el fin de semana iba a ir. Tengo que volver para buscar cosas, nosotros vinimos con lo puesto», explica.
Frente a esto, Luciano y Valeria impulsaron una campaña solidaria para afrontar los altísimos costos que vendrán. «La administradora del hospital me dijo que el camino es largo, los gastos son enormes, y que está preocupada por la solvencia de la obra social, pero además de que la obra social se haga cargo, hay un montón de gastos por delante para que pueda rehabilitarse en el mejor lugar, que dicen que es el Fleming», cuenta Luciano.
El caso de Matías conmovió a la comunidad de la natación local e internacional. Desde Los Ángeles hasta Australia, miles de personas enviaron mensajes de apoyo y colaboraciones. «Esto dio la vuelta al mundo. Hoy un amigo del ambiente de natación también, yo soy nadador como Mati, me dijo que una revista de natación en Estados Unidos publicó el caso. Me hablaron también de tratamientos en Cuba», relata.
En medio de todo el dolor, Luciano explica que todo lo recaudado será para el bienestar de su hijo: «Absolutamente todo va a ser para él, quiero que él tenga las mejores chances. Nosotros no queremos pasar a una vida de lujo con esto, prefiero vivir en la calle y que mi hijo se recupere el 100%«, cierra Luciano.
Donaciones para la familia Bottoni
- Titular: Luciano Martín Bottoni
- DNI: 25.524.775
- CBU: 0720101788000035926254
- Titular: Valeria Alejandra Grimaux
- DNI: 26.809.267
- CBU: 0720101788000035926018
Sobre la firma
María Florencia Miozzo
Redactora en la sección Deportes.
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